“EL EXTRAVÍO DE LA RES
PUBLICAE”
Si bien discrepo en muchos aspectos
de la figura personal de Barak Obama –y lo digo por la cantidad de comentarios
que recibí la última vez que lo cité- pues no lo considero ni por mucho un
referente moral, es de resaltar el contenido de su último discurso pronunciado
a raíz del cobarde e irracional asesinato de los niños en New Town, Connecticut.
Se trata sin duda, de la mejor y más profunda pieza oratoria del Presidente de
los Estados Unidos.
En ella Obama comparte una serie de reflexiones en las que se
pregunta incluso por la razón de ser del hombre, el para qué de estar aquí. Sentencia
que la complejidad de los problemas no puede ser la excusa para la inacción y que
existe obligación de intentar las soluciones por inalcanzables que parezcan.
Lanza interrogantes fuertes sobre si como nación o sociedad se está haciendo lo
suficiente para que la gente lleve una vida plena y con sentido. Y concluye
diciendo que no y que “no podemos
tolerar más esto. Estas tragedias deben terminar. Y para terminar, tenemos que
cambiar”.
La actividad política y social de hoy en Morelia, en
Michoacán o en cualquier parte de México y el mundo requiere de ideas
claras… reclama la necesidad de
un pensamiento
que oriente sus acciones en principios y en la comprensión de la realidad. Esa
es la única protección eficaz contra los “bandazos” y cambios repentinos en las
decisiones que se tomen en materia de políticas públicas y en las causas
ciudadanas.
Se requiere palpar la complejidad de la realidad…New Town lo deja en claro y lo
vuelve tan plástico y dramático que asusta. Siguiendo a Edgar Morin podemos
afirmar que hoy se administra y se gobierna…y se vive a ciegas, a espaldas de
la realidad.
Se requiere superar la esquizofrenia que implica la
obstinación por intentar fijar una separación de convicciones
personales al momento de ejercer nuestra responsabilidad.
El reto de fondo, es como lo delinea –paradójicamente- Obama,
reconocer que el problema del humanismo actual es la necesidad de rescatar al
hombre mismo y el sentido de su propia existencia…recuperar la centralidad del
hombre en el propio humanismo.
Como ya lo hemos comentado anteriormente en esta columna, el
cambio de época precisa de nuestro personal protagonismo como generación de
transición o generación “puente”. Conlleva asumir la propia responsabilidad y
la formación de auténticos líderes que estén realmente decididos a vivir
el camino que proponen. Ciudadanos comunes y corrientes que realicen su
labor -privada o pública- con “catego”. Que no solo estén dispuestos a morir
por un ideal, sino a sostenerlo día a día con su propio testimonio…
…que sientan auténtica responsabilidad por cuidar el legado
recibido y que busquen ese cambio personal a través de sensibilizar la conciencia
social ante las acciones y
omisiones que impactan en el entorno… Que tengan la habilidad y capacidad de saber
leer los tiempos y los acontecimientos orientando sus esfuerzos a la
acción… entendiendo en última instancia que está en juego no solo el extravío
de la res publicae (cosa pública)…sino la centralidad de propia la persona
humana.
Esa es una tarea que reclama asentimiento intelectual pero
precisa conversión personal… quiero entender
que ese es el cambio personal a que se refiere Barak
Obama.