jueves, 25 de octubre de 2012




“DIÁLOGO INTERMINABLE Y CINISMO COMO RASEROS PARA APLICAR LA LEY: ¿NUEVA CULTURA DE LEGALIDAD EN MICHOACÁN?”

En los últimos días hemos oído hasta el cansancio frases como “hay que privilegiar el diálogo”, “el diálogo se agotó”, “es necesario aplicar es Estado de Derecho”. En verdad es indignante que se utilice el lenguaje con tanta dejadez e imprecisión. Al hablar de estos temas es necesario realizar algunas precisiones, ya que su abuso hace pensar que, o bien no se entiende el concepto o que se trata de simples líneas discursivas huecas y carentes de sentido para quien las utiliza.

En primer lugar el Estado de Derecho no se aplica, se construye…lo que se aplica es la ley. El Estado de Derecho se consolida en la medida en que la cultura de la legalidad se constituye como la regla general.

Es un derecho-deber del Estado reprimir y remediar el desorden causado por la acción delictiva. Las penas no solo tienen un fin de defensa del orden público y de garantía de la seguridad sino que además sirven como importantes instrumentos de corrección y de ejemplaridad social que fortalecen a las instituciones.

Coincido en que el diálogo y la legalidad no están peleados ni se excluyen mutuamente, sin embargo, en un estado democrático, el primero se subordina siempre a la segunda.

El Estado de Derecho condiciona la actuación del Estado, pero también sus formas y contenido. Permite acciones predecibles… todos tenemos la certeza de que el poder del estado está acotado a lo que marcan las leyes y de igual manera sabemos a que atenernos pues las principales reglas de la convivencia están fijadas y publicadas de antemano. El Estado de Derecho garantiza justicia, protección de derechos humanos y facilita un desarrollo humano sostenible. Desde esta óptica es claro detectar que su ausencia genera por el contrario: injusticia, impunidad, indeterminación, estancamiento…justo lo que hoy vemos en Michoacán.

La existencia de un Estado de Derecho también tiene una importante repercusión en la vertiente social, ya que su solidez depende de la prestación de servicios públicos de forma eficaz y equitativa (policía, justicia, elaboración de leyes, etc.)

Su fortalecimiento pasa en primer lugar por la aplicación estricta y constante de las leyes vigentes, pero no se agota ahí, sino que implica avances en otros rubros ligados al tema de lo que hoy en día se conoce como Gobernanza: el aumento de transparencia y rendición de cuentas, el combate a la corrupción, el empoderamiento de mujeres y niños, etc.

Sorprende pues el llamado que hace el gobernador de Michoacán a concretar un pacto social para la estabilidad y el crecimiento del estado. Para alcanzar el tan mencionado Estado de Derecho no se requieren pactos, ni minutas, ni acuerdos… mucho  menos más leyes…se requiere voluntad política y la firme y sencilla convicción de aplicar la ley vigente oportunamente…nada más.

No es necesario inventar el hilo negro o convocar a pomposos eventos públicos en los que con voz seria se anuncie que el estado ahora sí, conjuntamente con todos los sectores sociales se compromete a cumplir y hacer cumplir las leyes…eso no cambia la realidad de las cosas. Si no se tiene un serio compromiso en la materia no se podrá  avanzar en él. Es muy sencillo, si queremos que prive el Estado de Derecho pues apliquemos la ley, ¿es mucho pedir?  Más pactos, más leyes, más acuerdos no sirven de nada si la autoridad no aplica y ajusta sus acciones a los dictados de las normas de manera permanente. Además, en todo caso ese pacto ya existe y se deriva del mandato de los votantes en  las urnas en  noviembre pasado, fecha en que legitimaron una oferta de gobierno que debe cumplir con sus obligaciones y responsabilidades.

 El reto no es generar más leyes ni más compromisos, ¿para qué? si no hacemos cumplir las que tenemos. ¿Desde cuándo requerimos de un acuerdo para obligar a la autoridad a realizar lo que esencialmente está obligada a hacer por nuestro máximo pacto social, representado por la constitución y las leyes que “nos rigen”?

¿Además qué pudiera perder el Gobierno del Estado al aplicar la ley en las actuales circunstancias por las que atraviesa Michoacán? …yo creo que ya ahora nada. El costo político ya lo asumieron, incluso de manera doble –ante la opinión pública y ante los grupos sociales manifestantes- por “recular” en su momento en aras de una supuesta tolerancia y en razón de motivos de oportunidad y conveniencia –al liberar a los estudiantes que incendiaron patrullas en abril pasado- ante una decisión que sin duda marcará la evolución de la administración en un tema toral como este. Valdría la pena reconocer el error y fijar postura firme de ahora en adelante…Demostrando contundentemente que a pesar de los hechos esa no será la constante en la presente administración.

“La tolerancia mal entendida que transgrede la legalidad se llama impunidad…y es el gran mal contra el que estamos luchando”. Así lo decreta magistralmente el Gobierno del Estado en el comunicado donde fija su posición oficial respecto a la crisis de los normalistas. De acuerdo absolutamente con ustedes… pero luego rematan: “Cada situación corresponde a situaciones (sic) diferentes, pero en este caso que raya verdaderamente en el cinismo…El que en alguna ocasión hayamos sido tolerantes en la aplicación de la ley, era el decirles (sic) para adelante a los grupos sociales de que había una oportunidad, pero obviamente nosotros no podemos estar repitiendo ese tipo de oportunidades”.  

Me preocupa la visión de la autoridad que insiste en que se puede ser tolerante en la aplicación de la ley…eso es imposible, la ley o se aplica o se viola, no hay de otra. No puede dosificarse ni aplicarse discrecionalmente, eso es lo que ha socavado la autoridad y legitimidad de nuestros gobernantes y de nuestras instituciones y ha sido causa de numerosas injusticias….

Condicionar la aplicación de la ley al agotamiento del diálogo o al desarrollo de acciones realmente cínicas convirtiéndolas en verdadero rasero, además de peligroso se constituye como una visión muy equivocada de la tolerancia.

¿Esa es la nueva cultura de legalidad que se nos propone?…de nueva no tiene nada y de cultura…menos, sino todo lo contrario. El Estado de Derecho debiera ser una prioridad no solo en el discurso de coyuntura, sino como legado y herencia con un objetivo de trascendencia cultural…eso es real visión de Estado. Es una tarea a largo plazo e indudablemente requiere un esfuerzo y decisión intrínsecamente político…de voluntad…de hacer.

La solución es sencilla y está a mano y además…es una obligación del Estado (no es facultativa ni discrecional)  ¡aplicar la ley!...siempre,  a todos por igual, sin esperar que la realidad raye en el cinismo para actuar...pero a tiempo, pues fuera de oportunidad se convierte en impunidad. El Gobierno del Estado se ha dado cuenta de ello y tiene nuevamente una oportunidad inmejorable enfrente…sin duda debe aprovecharla.

 

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jueves, 18 de octubre de 2012

"ME DUELES, MICHOACÁN"



“ME DUELES, MICHOACÁN”

Hoy ante el desorden, la violencia y la anarquía como medio de expresión, como parte de una cultura de protesta común y arraigada… desesperada, a la que históricamente se ha postergado la solución a los problemas y embalsamado artificialmente las profundas heridas sociales. Una opción ya superada, anquilosada…pero hoy presente como un reflejo de la dolorosa transición de un pueblo que no puede ni se anima a mirar libremente a la modernidad y al futuro por la gran cantidad de prejuicios, afrentas...miedos…cobardías, tengo que decirte: Me dueles Michoacán…

Me duele ver la miseria de tus hijos que ante la falta de opciones, no tienen más remedio que huir en busca de nuevos horizontes y de oportunidades que en su propia tierra, les han sido negadas.

Me duele la pobreza humana de los manipulados y acarreados…de los ciegamente ideologizados…de los violentos, de los vividores.

Me duele toparme con la cerrazón de muchos de los tuyos y que no tengamos la capacidad de abrazar la esperanza de un proyecto común y de un futuro mejor.

Me duele también el derramamiento de sangre, la división, el encono y el conflicto permanente entre los propios michoacanos… el sistema de presión y autodestrucción de dañarnos a nosotros mismos…me duele el paternalismo y el nulo interés por desterrarlo.

Me duele pensar en el daño y ejemplo para tus generaciones futuras…en su preparación…cuando muchos de sus responsables han abdicado de su noble e importantísima labor.

Me duele observar como muchas de tus instituciones –casi todas fruto de grandes proezas históricas- se debaten en franca agonía por la pérdida de referentes  y de claridad y nobleza de sus fines…o se han quedado ancladas al pasado.

Me duele constatar la falta de generosidad, de visión, de independencia y de magnanimidad de muchos que pudieran marcar la diferencia.

Me duele tener que justificar o minimizar tu prestigio –o desprestigio- doquiera que voy…

Me duele ver la desilusión, el conformismo…el estancamiento en la gloria pasada sin asumir el riesgo y el compromiso por las futuras…

Me duele percatarme de que la pluralidad –antes riqueza distintiva de tu pueblo- se ha ido convirtiendo en un pluralismo informe y faccioso…politizado… abusivo, donde cada quien exige lo que quiere, como quiere… con razón o sin ella, sin reparar en los demás. Donde se apuesta al fracaso y naufragio de lo ajeno…

Me duele pensar en la grandeza de tu origen y de tu destino y… en la mediocridad de tu presente… ¡Me duele la ausencia de gigantes!…

Me duele la insensibilidad y falta de nobleza de muchos de tus gobernantes que no han comprendido el honor y la responsabilidad que implica el servirte. Que desaprovechando la oportunidad de cambiar la historia han preferido de forma cobarde y traicionera privilegiar sus propios intereses o que no han demostrado tener la altura de miras y la magnanimidad suficiente para honrar su alto compromiso.

Me duele pensar que pueda llegar un día en que las futuras generaciones no sientan orgullo de ti…que no representes nada para ellos…y eso, si no hacemos algo y pronto, no se ve tan lejano.

Me duele pensar que no estemos a la altura de lo que la solución a tus profundos y ancestrales problemas reclama. Me duele pensar que no tengamos la valentía y la verticalidad de asumirlos como propios.

Pero… lo que más me duele es pensar que los que hoy podemos hacer algo, tengamos miedo o hayamos perdido la ilusión por rescatar tu nombre… tu dignidad y al mismo tiempo la nuestra…y dejemos pasar como una mera queja el compromiso de tu causa.

¡Me duele porque te quiero y creo en ti Michoacán!

 

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miércoles, 10 de octubre de 2012

"HOY MÁS QUE NUNCA..SER PROTAGONISTAS"



“HOY  MÁS QUE NUNCA…SER PROTAGONISTAS”

Llevo varias semanas “rumiando” algunas ideas sobre cuál es –o cuál debiera ser-  nuestro papel y respuesta como ciudadanos frente a la actual crisis política y financiera que vive Michoacán. He compartido contigo en las últimas entregas que la solución no podemos esperarla solo de las autoridades y mucho menos podemos “bajar la cortina” justificando la desilusión por todo lo que va mal.

Reconozco que existe en el ambiente una renuncia tácita a contribuir a la vida social y política, una cierta tendencia que relaciona el ejercicio de la política como algo indigno, despreciable o que ensucia hasta al mejor intencionado… al contrario, frente a la difícil situación del estado, se requiere una mayor decisión y valentía para acometer los desafíos que tenemos encima.

Cada día me convenzo más que como ciudadanos tenemos una seria y grave responsabilidad para contribuir a que la sociedad alcance mayor justicia, igualdad, libertad, orden público y paz… Tenemos obligación de conocer nuestros derechos y nuestras obligaciones…y de hacerlas cumplir… derecho y deber de participar.

No podemos abdicar de participar en política, entendiéndola en su sentido amplio, es decir, como toda actividad económica, social, legislativa, administrativa y cultural que tenga como objetivo la promoción del bien común. Es tarea netamente ciudadana el dotarla de sentido, referenciarla de nueva cuenta a los principios de la persona, revalorizarla como una actitud que reclama la más grande coherencia…la propia…esa que genera autoridad y que responde con congruencia frente a posiciones acomodaticias…la única que puede restituir la  finalidad de la acción política en términos de servicio.

No podemos cruzarnos de brazos cuando se relega a los ciudadanos fuera de la vida pública y se nos impide participar de manera efectiva en temas como la educación o la cultura…cuando pretendemos responsabilizarnos y recuperar los fueros que solamente fueron encargados… derechos que no los son de los políticos sino de los ciudadanos, y que a nosotros corresponde ejercitarlos. Gran paradoja, los ciudadanos excluidos de la escena pública, por quienes teóricamente –y nada más en ese plano- son representados.

Para cambiar no bastan los buenos deseos y las puras intenciones, el auténtico progreso social requiere ante todo un cambio de nosotros como ciudadanos…cambio que solo se dará uno a uno, paso a paso…para después obligar el cambio del sistema y de sus instituciones.

Sería insuficiente un mero compromiso ciudadano que busque transformar las estructuras, se requiere de un cambio cultural en la base misma e íntima de la sociedad…ese cambio personal. Romper paradigmas… inercias…vencer la propia comodidad.

El compromiso ciudadano que hoy se requiere implica fortaleza y valentía…generosidad con el tiempo y con nuestros demás recursos. Requiere que nos movamos, y que movamos a otros… y eso solo será posible en la medida en que tengamos un compromiso y aportemos… que arrastremos con el propio testimonio y ejemplo. No valen discursos ni arengas…

Hoy más que nunca la responsabilidad pública de los ciudadanos nos obliga a salir de nuestro pequeño mundo privado, de nuestra zona de confort… Michoacán lo requiere pues somos corresponsables del bien común.

¿Qué encontraremos resistencia?...por supuesto… ¿Qué no somos profesionales de la política y poco conocemos de ese mundo?... ¡afortunadamente!, aunque hay que empaparse con el mínimo de conocimiento que nos permita hacer crítica seria y constructiva… positiva… que tanta falta hace. Es momento de sumar, de encontrar las coincidencias… ¿Qué implica nuevas responsabilidades?... ¡claro!, y además es indispensable  vencer el miedo al compromiso y aventurarse a la cosa pública con el ánimo de conservar siempre la identidad ciudadana, eso que cada quien distingue como sus propios “irrenunciables”.

El reto es hacer frente a la realidad imperante. Intentar cambiarla, mejorarla…aportar. Sin duda habrá choques por contrastes, ante ello se precisa una síntesis vital de esfuerzo ciudadano dirigido a la creación de una nueva cultura de hacer política. Una política que entienda a la ciudadanía no solo como los titulares de cierto conjunto de derechos y obligaciones de tipo electoral…sino como personas comprometidas que asumen la urgencia de atender las necesidades de los demás y de remediar las injusticias vigentes.

Saberse ciudadano en estos términos comporta la certeza de la indeterminación de la historia… una historia abierta a múltiples posibilidades en las que nuestra participación es esencial y determinante… ¡de la que hoy más que nunca somos… y debemos ser protagonistas!

Antes de quejarnos de lo mal que están las cosas, revisemos que estamos haciendo para que vayan mejor. Evitemos la pasividad de los ciudadanos –y de las autoridades- que se limitan a criticar y justificarse. Verdad de Perogrullo: si queremos que las cosas se hagan, pues hay que hacerlas…venciendo la cultura paternalista que ha caracterizado a Michoacán.

 

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jueves, 4 de octubre de 2012

"LOS CIUDADANOS SOLOS: ¿DÓNDE ESTÁ LA AUTORIDAD?"




LOS CIUDADANOS SOLOS: ¿DÓNDE ESTÁ LA AUTORIDAD?

No puede dejar de sorprender el hecho -absolutamente paradójico- de que la semana pasada, al mismo tiempo que se desarrollaba en un punto de la ciudad de Morelia la Feria Mundial del Turismo Cultural -uno de los eventos más importantes a nivel nacional en ese ramo- en el que se resaltaba la indudable vocación turística y cultural de Michoacán y su enorme potencial como un detonador estratégico del tan ansiado desarrollo,  los principales accesos de la ciudad se encontraban bloqueados por grupos de manifestantes y muchas de las corridas de autobuses con destino u origen en esta ciudad fueran nuevamente cancelados.

Me preocupa constatar de nueva cuenta esa ausencia de la autoridad a lo que nos estamos acostumbrando. No es un caso, son varios…es casi siempre. Los ciudadanos no contamos con la autoridad. Desde lo más básico como pedir el cumplimiento de reglamentos por un vecino ruidoso, hasta presentar una denuncia o reportar un robo…los ciudadanos estamos y no sentimos solos….no confiamos en nuestras autoridades.

El clima de resignación ciudadana da lugar a un clima de indignación contenida y de amarga impotencia, diría Ortega y Gasset… “de asfixia”. Los ciudadanos no tenemos a quien recurrir. Las reglas del juego están ahí, pero nadie las respeta…y tampoco hay una autoridad que las haga respetar. ¿Cómo pensar en traer turistas cuando no se puede garantizar el orden mínimo a los que aquí vivimos? ¿Qué seguridad tendrán de que su autobús no será cancelado por una de las sempiternas tomas?, ¿o que podrán pasear y visitar el centro de una ciudad permanentemente secuestrada?

No podemos hacer como si nada pasara. Ya liberaron los manifestantes y por fin podemos circular, no pasó a mayores, no hubo muertos…La ilegalidad como norma de vida… Podemos cuantificar los daños y pérdidas comerciales, y de tiempo… pero ¿cómo quedan el tejido social, y el ambiente, y el daño al Estado de Derecho? Contestar a estas preguntas es gobernar…no solo resolver coyunturas, sino prever y aplicar soluciones a mediano y largo plazo que resuelvan de fondo las agudas problemáticas de nuestro estado, atreverse a cambiar la historia y el derrotero de una sociedad.

Ante la inacción o –en algunos casos- deficiente y tibia intervención de la autoridad, el ciudadano reacciona de la manera que le es posible para hacer prevalecer sus derechos o proteger su vida o patrimonio…pasó con la desesperada recuperación de las instalaciones de la universidad por un grupo de estudiantes de medicina…con el esfuerzo desesperado de transportistas por acceder o salir de Morelia y el enfrentamiento con los manifestantes… y así siempre… ¿Qué sigue? ¿Qué nos armemos con fusiles para hacer prevalecer el orden?

No podemos, ni debemos acostumbrarnos a ello, eso no puede ser lo “normal”, aunque se trate de justificar y suavizar de mil  maneras: necesidad de expresión social, mecanismo efectivo para expresión de inconformidades, etc. Ese sistema está agotado…nos autodestruye…más aún si la autoridad rehúye su principal función y responsabilidad por ausencia o falta de decisión en su actuar. Resolver los problemas sin apego estricto a la ley no es una salida digna para nadie y  flaco favor hace a la legitimidad y consolidación de un estado de derecho.

Me preocupo aún más ya que en la semana encuentro una columna de opinión escrita por un diputado local que al analizar la realidad del estado, textualmente señala: “Se equivocan quienes piensan que en la solución de todos estos y otros problemas el asunto es aplicar la ley a rajatabla. De ninguna manera es la solución, porque la ley solamente genera un marco de referencia para la acción entre los individuos. La ley expresa el deber ser de una relación pero la realidad social es muy distinta por lo que antes que el derecho entra la política como un resorte que debería facilitar la solución de los conflictos sociales…El derecho no está a negociación, pero la política es un recurso que nunca debe declararse agotado en ningún gobierno que se precie de ser democrático”.

Solamente preguntaría: ¿si no es a rajatabla, significa aplicar el derecho a medias?, en ese caso ¿quién decide cómo y cuándo?, ¿eso no es negociar la ley?, ¿el que la realidad social sea distinta a lo que pretende regular la ley, justifica su inaplicación? ¿No es precisamente una de las funciones y responsabilidades principales de un diputado esa de ajustar la ley a la realidad social?

Tiene razón el diputado en el sentido de que la ley positiva no es la solución única ni mágica a todos los problemas de la convivencia social, pero olvida el trecho que va de la libertad personal a la ley justa, en el que se ha quedado en el camino una ética de la ciudadanía sin la que no puede funcionar un Estado democrático. Por lo demás, me queda claro con su opinión, que tengamos en Michoacán la situación política y social que tenemos…y sí…los ciudadanos estamos solos.

Ante la ausencia de la autoridad debemos responder con más presencia ciudadana…no queda de otra, si no lo hacemos así esos huecos de poder serán ocupados por alguien más…

La calidad de una democracia no solo depende de sus políticos profesionales que como diría Max Weber  “viven de”, sino de los políticos vocacionales que “viven para” la política…y ese es el campo natural de los ciudadanos.

No vale justificarse que ante la realidad social, política y financiera tan compleja, el gobierno hace lo que puede….No, lo importante no es el espacio político que otras fuerzas dejan, consienten o permiten, sino el testimonio de quienes se tomen en serio el carácter transformador de la sociedad, que es fruto del compromiso por la verdad. Decía bien en su columna de esta semana Jesús Silva Hérzog,”los verdaderos representantes toman el poder en sus manos para cambiar la historia”….

La autoridad se gana y se conserva, y claro…eso implica continuidad, presencia…orden.

Para que haya orden, debe haber firmeza, y para que haya firmeza se requiere  una dosis de pasión y de responsabilidad…de coraje. La firmeza que necesitamos tiene que apoyarse en la pasión por la justicia y en la aplicación del derecho. ¡Lo contrario significa ciudadanos solos!

 

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