“MIRAS ALTAS: DEBER CIUDADANO”
Con
motivo de la celebración de los noventa años de existencia de la SEP, hace un
par de años se realizó el Encuentro de Educación y Valores para la Convivencia
en el siglo XXI, en el que participaron grandes figuras internacionales de la
talla de Álvaro Uribe, Rigoberta Menchú,
Felipe González y muchos más. Debo reconocer que el tema me pareció por
demás atractivo ya que las ideas ahí
debatidas giraban en torno a la necesidad -y realidad ya en muchos países
desarrollados- de construir ciudadanía a través de un sistema educativo basado
en valores, ideas con las que coincido plenamente ya que considero que la
actual crisis política y social que atravesamos como país, como estado y como
ciudad, tiene su origen en una profunda crisis ética y de valores que nos ha
mermado como sociedad, debilitando sus pilares e instituciones principales.
Mención especial merece la
conferencia magistral dictada por el expresidente español Felipe González quien
delinea una serie de ideas de fondo muy valiosas que analizadas con cierta
profundidad debieran calar muy hondo por la oportunidad y vigencia de su
aplicación en la realidad mexicana y, concretamente en la michoacana.
González se anima a señalar que “el mínimo común ético que define a una
ciudadanía es el cumplimiento de la legalidad”, es decir, el piso mínimo que
garantiza la convivencia civilizada de un pueblo es el cumplimiento de sus
propias leyes. Por supuesto que no se trata de una noticia nueva, para los
politólogos simplemente consistirá en la razón de ser del <pacto social>,
mientras que para los abogados constituye la obviedad de un <Estado de
Derecho> o la base del <principio de legalidad>. Sin embargo el
problema de fondo es evidente, no tengo que profundizar mucho para ilustrar lo
preocupante del asunto en un sistema como el nuestro en el que el respeto a ese
piso mínimo está muchas veces en tela de juicio. Baste observar los
acontecimientos diarios para retratarlo… marchas, manifestaciones, tomas,
paros, impunidad …todo un lenguaje propio de un sistema que en la praxis no solo no privilegia el
respeto de las normas básicas de convivencia sino que en ocasiones, estimula o
incentiva el comportamiento contrario. Fundamentalmente es un tema que tiene
que ver con el cumplimiento de las reglas del juego.
El nuestro, no es un problema de
leyes, sino de su estricto cumplimiento.
Es deber de todos, sociedad civil y gobierno, pero en especial de los
poderes estatales y sus instituciones –por su relevancia pública- velar, educar
y fomentar su observancia y respeto a través del ejemplo y de su actuación del día a día. De ahí la
importancia de insistir en el perfil de los representantes y de la clase
política en general, debemos incidir de tal manera que logremos que esa clase
gobernante refleje fielmente la pluralidad y los valores esenciales de la
sociedad michoacana. El mismo González lo señala en su ponencia, “el respeto a
la pluralidad de las ideas se consolida en mayor medida mientras menos es el
grado de transfuguismo personal de los líderes”. Concepto, éste último que hace
referencia al cambio de principios y valores por conveniencia política, por lo
que el quid del asunto se ubica nuevamente en los temas de congruencia, consistencia y
visión de la clase política y su expresión ciudadana que es la sociedad civil,
campo de la ética pública.
Felipe González aseguró que “el proceso
de selección de representantes se está volviendo negativo y eso destruye la democracia”. Hoy en
México y en Michoacán, se cuestiona y desincentiva la participación de los
jóvenes en una profesión, oficio ó más bien, <vocación> tan
desprestigiada, que garantiza al menos un Vía Crucis para el que incursione en
ella con un fin auténticamente noble.
En el fondo, el llamado es a que
como sociedad civil participemos e influyamos de manera inteligente generando
un movimiento constructivo que permita renovar la clase política, imponiendo
las condiciones necesarias para que la ciudadanía tome por asalto los partidos
y las posiciones de representación…exigiendo que los partidos sean la vía para
que ciudadanos comunes y corrientes accedan al ejercicio del servicio público.
En palabras del político español,
haciendo amable el ejercicio del esfuerzo de la gente buena que se interesa por
la auténtica política, sin ser condescendientes, sino exigentes con los que la
usan en su beneficio personal y no en servicio de los ciudadanos. Pero para eso
requerimos visión y mucha generosidad, eso es tener miras altas, y eso, en
estos tiempos…es un deber ciudadano.