“¿LA DEPRESIÓN DE LOS
BUENOS?”
A riesgo de que el título suene un tanto maniqueo, me veo
comprometido a escribir unas líneas a todos aquellos con los que he coincidido
últimamente y que con sus comentarios me han demostrado que han caído en un
estado de tristeza y desilusión sistemática por la complejidad de la situación
actual que nos ha tocado vivir…una especie de depresión…empresarios, políticos,
padres y madres de familia, estudiantes, obreros… todos ellos con algo en
común: se trata de gente buena.
“Es que fulano empresario ya
decidió cerrar su negocio, y aquel otro se está yendo a vivir a otro lado por
la inseguridad”… “yo creo que renunciaré
si mi grupo político no gana la asamblea frente a tal o cual candidato, no hay
nada más que hacer”…”las cosas está peor que nunca”…”para que estudiar si no
hay posibilidad de trabajo”…
Creo que es urgente desdramatizar
nuestra realidad y nuestro sistema político dando pasos hacia una democracia
más madura, una que permita situar a los ciudadanos en el centro mismo de su
justificación… una que se base en la auténtica participación ciudadana y la
fomente…una que logre que el país y el estado tengan rumbo claro y proyecto a
mediano y largo plazo independientemente de la persona y el color que encabecen
el gobierno…una que considere que “administraciones y gobernantes van, y
administraciones y gobernantes vienen”, y que por tanto no son las
circunstancias las que marcan la diferencia sino nosotros como ciudadanos –que
permanecemos siempre- los que tenemos la oportunidad a diario de elegir a dónde
queremos llevar a Michoacán…una democracia que permita no solo ver los
obstáculos que nos atascan en el mundo de las dificultades, sino visualizar y
percatarnos de las múltiples posibilidades que tenemos por delante.
Un planteamiento con estas características solo
puede alcanzarse con ciudadanos líderes, auténticos protagonistas que estén
dispuestos a pasar de un escenario de resignación (“así es la vida”) y de ira
(“la estupidez de la gente que no sabe hacer las cosas”) a un escenario en el
que se decidan a cambiar las cosas a
través de su propia contribución diaria.
El trabajo de esos nuevos líderes
es hablar de la posibilidad… incorporar a la gente en torno a una idea
despertando en ellos lo que son y lo que pueden ser. Desarrollar, conducir,
estimular, motivar, mover. Jamás manipulando, sino “empoderándolos” con creatividad y pasión, consolidando su
identidad, su perspectiva… recordándoles que la historia la hacemos nosotros a
través del propio compromiso, de nuestra vitalidad…en definitiva, a través de
nuestro personal protagonismo.
No es momento de cansarse ni desmoralizarse, más aún, tenemos el
compromiso de estar a la altura de las exigencias actuales que implican –en no
pocas ocasiones- cierta heroicidad por parte de los ciudadanos.
Por lo que debemos tener la
suficiente capacidad, creatividad y coraje para descubrir que la realidad no solo nos presenta peligros y amenazas,
sino también grandes oportunidades para resolver nuestros problemas. Los
tiempos de crisis, tienen la bondad de engrandecer a las personas, de sacar lo más valioso de cada uno.
Para Benjamín Zander, director de
la Orquesta Filarmónica de Boston y autor del concepto de “Liderazgo de la
posibilidad”, existen dos opciones; o
nos quedamos sentados en la comodidad de la tan atractiva última fila -en el
fondo-, escondiéndonos, juzgando, criticando, escapando, durmiendo…
“deprimidos”, o nos levantamos a dirigir la orquesta tratando de unir todas la
voces en una sinfonía, inventándonos a nosotros mismos, dando todo lo que somos
capaces sin tomarnos realmente tan en serio…coincido plenamente…¡creo que no
hay más!