jueves, 17 de enero de 2013

"EL GRAN AUSENTE"



“EL GRAN AUSENTE”

     A raíz del conflicto suscitado la semana pasada por la decisión de tres diputados perredistas que anunciaron su renuncia al grupo parlamentario del PRD en el Congreso de Michoacán por desavenencias en la manera en que internamente ese partido político decidió el nombramiento de su nueva coordinadora parlamentaria, así como al diputado que habría de tomar la Presidencia de la Mesa Directiva del Congreso, y que incluso motivó la visita del presidente nacional de ese partido, el debate no se ha hecho esperar.

Lamentablemente, se ha centrado solo sobre detalles técnicos que pretenden dilucidar si los diputados disidentes tienen derecho de formar un nuevo grupo parlamentario o no, si perderán sus posiciones en las comisiones de que forman parte, o si el PRD perderá los espacios físicos (oficinas), los elementos materiales y humanos (asesores, personal, etc.) o las tan peleadas partidas económicas que la organización y legislación interna del Congreso prevén para el funcionamiento de los grupos parlamentarios y de las diversas comisiones de trabajo.

Es claro que una de las consecuencias más nocivas de este  fenómeno conocido técnicamente como transfuguismo, es el desequilibrio y modificación de la composición política de las Asambleas parlamentarias. La conducta de los tránsfugas rompe sin lugar a dudas con la conformación y composición que jurídicamente, y mediante un proceso democrático –como lo es la elección-, habían configurado los ciudadanos en su legítima actuación como cuerpo electoral. Lo que pugna de manera directa con la naturaleza misma de la  Representación  política como elemento de conformación del sistema institucional-democrático. En el caso de nuestro Congreso Local, la renuncia de los tres diputados disidentes del PRD, sería un golpe muy duro para ese partido, que lo haría caer como segunda fuerza representada (11 diputados), ubicándola en una tercera posición, incluso debajo del  PAN, que cuenta actualmente con 9 diputados.

El acto de los diputados que abandonan un partido político, independientemente de las razones que lo hayan motivado, viene a romper de raíz la relación representativa, pues es inconcebible pensar que el cambio ideológico del tránsfuga no rompa también ese vínculo que se presume –al menos- de que la voluntad del representado es la misma que la del representante. Es lógico que la voluntad de los representados dejará de ser la misma que la del representante, pues el simple hecho del cambio de adscripción política es contrario a la voluntad -que en los sistemas democráticos se forma por regla mayoritaria-  fijada en su momento por los representados a través de una elección.

Más allá de las explicaciones teóricas y legales que pudiéramos dar sobre este fenómeno -y vaya que hay  muchísimas-, creo –con tristeza-, pues ninguno de los involucrados ha reparado en ello, que nuevamente el gran ausente es el ciudadano, ¡sí!… aquel a quien los diputados dicen representar y quien, en principio, debiera ser la base y justificación misma de la institución parlamentaria. Nadie habla, ni hablará de él. Los diputados –independientemente de la solución de esta crisis interna- seguirán en sus puestos conservando su derecho a influir y participar en las funciones de gobierno del Congreso, sí… quizás con reajustes numéricos y políticos…y sí, sin el menor rubor por el daño y desprestigio que causan a la institución parlamentaria y a la figura de la representación que es lo que paradójicamente, lo mantiene ahí.


No es posible permanecer expectantes frente a este fenómeno, tratando de minimizar y tolerar sus nocivos efectos. Se requiere construir un sistema que privilegie y formalice cierto compromiso y responsabilidad del representante (diputado) frente al representado (ciudadano) en su actuación, al menos  el respeto a un programa político que éste ha propuesto a aquel… oferta que lo llevó al cargo público que ahora ostenta. ¿Será posible alguna vez ver eso en Michoacán?



@agcussi

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