Esta semana
fuimos testigos de un escarceo entre el Partido Acción Nacional y el Gobernador
del Estado por la presentación de una “denuncia penal” en la que se le acusa
por la inacción u omisión frente a los hechos delictivos en que pudieran haber
incurrido los normalistas quienes han arreciado sus protestas en los últimos
días, causando daños y destrozos en las sedes de los partidos políticos y en
varios centros comerciales. En respuesta, el gobernador justificó la no
intervención de la fuerza pública declarando que no quería que se derramara
sangre y que los jóvenes normalistas no habían tenido intención de cometer
ningún delito.
Es innegable que el ambiente
electoral empieza a calentarse, y podremos estar o no de acuerdo con las formas
o medios por los que se reclaman, pero independientemente de eso, hay un tema
importante de fondo que es el derecho a la seguridad y al orden, que implica la
obligación del estado para garantizar el imperio del derecho, frente a lo que
pareciera una actitud de miedo, temor o una auténtica fobia a la aplicación de
la ley por su parte.
Por supuesto que nadie quiere
violencia ni sangre. Con la existente basta y sobra…Lamentablemente en nuestro
país y en nuestro estado se ha generalizado la idea de que la aplicación de la
ley es imposible o al menos inviable.
Siempre hay una razón política, una interpretación forzada o una justificación
social que impiden la vigencia de la norma. Bueno… ni siquiera la contención de
la comisión de un delito –aun en flagrancia- mueve a las autoridades. Siempre
existe el recurso de exigir la presentación de la denuncia respectiva.
Es frustrante…creo que debemos
dejarnos de simulaciones que solo
endulzan la mediocridad de lo políticamente correcto. ¿Cuándo tendremos el
valor, la visión y la decisión de afrontar nuestra realidad? ¿A quién
pretendemos engañar?
Lo peor es que nos hemos
acostumbrado a una serie de eufemismos tan falsos como absurdos que sólo
denotan una auténtica fobia a la ley y al orden que ella debiera generar.
Al actuar así, los gobernantes envían
una señal equivocada, pues pretenden justificar su debilidad y dejadez en una
falsa prudencia, causando un gran daño a su legitimidad y autoridad. Y lo que
es peor…acercándonos a una situación muy peligrosa, en la que por temor a las
consecuencias negativas se tolera cualquier comportamiento por ilegal que este
sea.
¿Por qué necesariamente una intervención de las fuerzas de seguridad tendría
que acabar en un acto de derramamiento de sangre? Llamar al orden no implica
bajo ninguna circunstancia represión ni violencia…pero sí requiere preparación,
y capacitación y control…y decisión.
¿Entonces vamos a justificar
cualquier comportamiento por miedo a qué se desborde la situación? ¿Es en serio?
El estado impedido para actuar y restablecer el orden, ¿y los ciudadanos dónde
quedamos frente a quien decide romper el orden público?... ¿Y nuestra seguridad
y tranquilidad?…¿nuestro patrimonio?
La “autoridad” encargada de la seguridad no
tiene facultades discrecionales para evaluar la inaplicación de la ley, mucho
menos para valorar las intenciones de quienes la quebranten…tiene obligación de
aplicarla, garantizando de esa manera el orden social.
Decidir cuándo sí y cuándo no, es
un parámetro de justicia selectiva que lleva al sostenimiento de un estado
permanente de injusticia y de
desorden…es continuar en el laberinto interminable de la impunidad y del
debilitamiento institucional…es no haber empezado a poner los cimientos, retroceder
en el proceso de la reconstrucción..
Este estado y este país no
cambiarán jamás si el paradigma pseudodemocrático de considerar que la
aplicación de la ley implica represión o sangre no cambia. De nada servirán
nuevas leyes ni las mejores intenciones
políticas sino logramos perder el miedo a su aplicación y vigencia.
Resultaría muy interesante
–además de ser parte de su razón de existir- que la Comisión Estatal de los
Derechos Humanos se pronunciara sobre el fondo del asunto que tiene que ver con
el tema de la obligación del estado de brindar seguridad a sus ciudadanos y de
sus posibles omisiones…existen ya varias quejas en ese sentido…¿Sería mucho
pedir?
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