“DE TRADUCTORES CULTURALES Y REMONTADORES”
Hace algún tiempo escuché hablar del término de traductores
culturales en referencia al reto que tienen los líderes y protagonistas de su
tiempo para explicar en lenguaje sencillo y asequible las vicisitudes y
complejidad de la realidad política y social actual, moviendo a los demás a
actuar.
Esos “traductores culturales” que
representan a la auténtica generación de transición tienen una invaluable cualidad para brindar esperanza,
ilusión y para procesar objetivamente
los sueños de sus contemporáneos. No se trata ni por mucho de los más poderosos
ni de los más preparados, pero sí de los decididos, de los interpelados, de los
inconformes…de los que pretender ser coherentes.
Con ese nombre pretende aglutinarse
a esos “conductores” o “vectores” que permiten tender puentes, que ayudan a encontrar
lo común en lo plural, que logran el entendimiento mínimo, aquellos que por su
amplitud de miras y su lectura objetiva y generosa de la realidad pueden –y
deben- constituirse en los descifradores y mensajeros…sí, esos línks que
permiten el entendimiento entre distintas generaciones, entre partidos
políticos y los ciudadanos, entre los intelectuales y los que tenemos
coeficiente intelectual promedio…entre los apáticos y los frenéticos.
Sin embargo no aparecen
claramente y la pregunta que siempre está en el ambiente es quiénes y cuándo
nos ayudarán a salir del atolladero social en el que hoy nos encontramos. Hay
poca claridad, pareciera que la confusión fuera generalizada y que se espera la
decisión e iniciativa del otro.
Las grandes hazañas y gestas
heroicas de remontadas deportivas, militares y sociales, las verdaderas
“hombradas”, nos parecen –en nuestro caso- ajenas y hasta cierto punto
inalcanzables.
Hoy más que nunca se requiere de
la decisión y participación de muchos para transformar la realidad. Para
impactar el mundo de los referentes. Ahí donde debiera haber ideas claras,
objetivos, rumbo…líderes. Y que hoy son escasos. Y donde existe obstinación y
una falsa ilusión en que las leyes y las grandes reformas estructurales y las
meras políticas públicas nos llevarán a cambiar… No bastan las leyes sino
existe el espíritu y la cultura para aceptarlas y cumplirlas.
No hay más…la misión de
auténticos traductores culturales implica iluminar los pasajes oscuros -en los
cuales está siempre latente el peligro de precipitar- con plena convicción de
que los tiempos pasados no fueron mejores porque no son los nuestros… Así
entendidos, deberán constituirse invariablemente en auténticos “remontadores”
del statu quo.
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