jueves, 30 de agosto de 2012

"INACEPTABLE ANTEPONER LA RELIGIÓN A LA EDUCACIÓN"



“INACEPTABLE  ANTEPONER LA RELIGIÓN A LA EDUCACIÓN”

Fuerte, sin duda muy fuerte la frase que da lugar al título de este artículo y que tomo de las declaraciones que el día de ayer hiciera el Dr. Narro, Rector de la UNAM, al referirse al conflicto social de la comunidad de la Nueva Jerusalén en Turicato, que ha puesto de nueva cuenta a Michoacán en la palestra nacional.

En primer lugar, me parece habría que poner las cosas en contexto para tener más claridad respecto a un tema sumamente complejo. La frase de Narro presupone un conflicto o colisión entre dos realidades o derechos, por un lado la religión (libertad de creencia) y por la otra la educación, lo que implica una cierta incompatibilidad y un juicio de valor sobre la importancia o preminencia de una sobre otra, o al menos, da a entender la imposibilidad de su coexistencia de manera simultánea.

 Debo decir que, independientemente de que considero no existe antagonismo alguno entre ambos derechos, sino más bien una relación de complementariedad de los mismos, en la que la libertad religiosa se constituye como la base y razón de ser de las demás libertades como el derecho a la educación, el caso de la Nueva Jerusalén  no se constituye como un problema entre ambas esferas. Más bien creo que se trata un problema de estricta legalidad y de restablecimiento del estado de derecho por parte de la autoridad, que debe garantizar el orden de inmediato.

Es un asunto en el que un grupo de personas  que no teniendo siquiera el reconocimiento como una asociación religiosa y aduciendo argumentos de diverso tipo (la justificación de los motivos, cualquiera que éstos sean son accesorios), impide que otro grupo tenga acceso a los servicios educativos brindados por el estado. Es un choque entre un comportamiento y la ley, pues no se justifica que nadie esté por encima de la misma, situación ante la que el estado tiene que actuar con mucha prudencia y firmeza…no es un asunto fácil, pues en el fondo se requiere garantizar la legalidad y al mismo tiempo la gobernabilidad y la paz social que es una solución a mediano y largo plazo.

La afirmación del rector sigue una lógica reduccionista y estatista, un tanto chata  del concepto de educación, pues da por sentado un monopolio de la educación por parte del estado, que deja fuera toda la realidad de la educación privada del país y de entrada desconoce temas tan importantes como la responsabilidad originaria  de los padres en la educación de sus hijos, el respeto a la libertad de conciencia, el principio de subsidiariedad, entre otros muchos que configuran este difícil tema.

No es que se anteponga la religión a la educación… la educación nunca es neutra ni representa un elemento químicamente puro, va siempre ligada a un referente ideológico, pues por definición y de manera integral, la educación se propone la formación de la persona humana en orden a su fin último y al bien de la sociedad a la que pertenece, es decir, hace referencia invariablemente a la naturaleza completa del hombre…y eso se quiera o no, implica considerar la dimensión espiritual y religiosa que es aquella a partir de la cual se mide toda la grandeza de la cultura humana. Por lo que siendo el hombre el primer sujeto de la cultura…siendo su objeto y su fin, erigiéndose en lazo fundamental entre la religión y la cultura, la educación tendrá siempre una inclinación que dependerá del concepto de persona que se tenga.

Creo con toda seguridad que hay muchísimas cosas más verdaderamente inaceptables –que incluso hemos “aceptado” como sociedad y que en Michoacán conocemos perfectamente bien- que se anteponen en realidad al desarrollo de la educación…la religión (cabalmente entendida e incluso jurídicamente reconocida) no es una de ellas.

No tengamos miedo de superar prejuicios históricos para retomar una modernidad que implica pluralismo y entender los nuevos tiempos, en los que el concepto de laicidad debe ser distinto al de amoralidad o irreligiosidad…en los que deben reconocerse claramente los límites a la intervención del estado, aceptando su carácter instrumental, ya que siendo el individuo  anterior a él, el estado mismo existe para tutelar los derechos del hombre y no sofocarlos. Incluso la tendencia actual va más allá, a que el  poder público, atendiendo la justicia distributiva procura asignar las ayudas públicas de forma que los padres puedan escoger con libertad absoluta, según su propia conciencia, las escuelas cuyo ideario o educación moral –incluso religiosa- mejor responda a sus convicciones…por eso las declaraciones del rector Narro me parecen no corresponden al pensamiento  moderno y progresista que de él se espera.

Por cierto, tenemos pendiente en nuestro estado desde hace unos años el tema de la Ley de Educación, ¿no es momento ya de comenzar su debate y socialización?

 

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jueves, 23 de agosto de 2012

"¡QUIERO MI CURUL!"


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“¡QUIERO MI CURUL!”

Cuando aseguraba que como sociedad política nos hemos acostumbrado a todo y hemos perdido casi por completo la capacidad de asombro, me topo con una pequeña y brevísima nota aparecida en algunos medios de comunicación, no en todos pues prácticamente pasó desapercibida, que me sugiere que quizá esa capacidad del ser humano relacionada de manera importante con el sentido común, sí tenga algo de infinita, pues la desfachatez y el desvarío de algunos de esos seres a lo que llamamos pomposa y soezmente “diputados” parece no tener límites.

Y es que, inmersos de lleno en un frenético ritmo vital que nos dificulta cuestionar y reflexionar sobre el porqué y para qué de nuestra realidad (cosas e instituciones), y que como personas (y ciudadanos) nos lleva –voluntaria o involuntariamente- a tolerar, aceptar -y en algunos casos- legitimar la inercia y el statu quo del ambiente en nuestra propia vida, y por ende, en nuestra realidad política, hemos permitido que el tipo de cosas como las que te platicaré en este artículo sucedan sin más.

Y es que resulta qua hace dos semanas un grupo nutrido de personas de diversas colonias de Morelia, encabezado por un diputado local suplente, irrumpió en el Congreso del Estado para exigir el cumplimiento de los acuerdos firmados entre dicho legislador suplente y el diputado titular (actualmente en funciones), en el que pactaban rotarse la titularidad del cargo de diputado cada seis meses…sí, literalmente exigía su derecho a ocupar una “curul”, pues durante la campaña dijo, habrían comprometido varias cosas, entre ellas “alternarse” en el desempeño del cargo cada semestre a lo largo de toda la legislatura…¡nada más!

En un momento en el que el concepto de no pertenencia del cargo público representativo es universalmente aceptado y en otras latitudes se discute la forma de ampliar la representación política, incluso a través de construcciones jurídicas muy complejas que han derivado en verdaderos derechos humanos a la representación a favor de los ciudadanos, que se han configurado estatutos parlamentarios ampliados y se han dotado de instrumentos jurisdiccionales a fin de proteger el vínculo representativo entre elector y representante, la tendencia en la materia aparece sumamente clara.

Lo ocurrido aquí remite y recuerda la Edad Media en la que los cargos públicos eran propiedad de los señores feudales quienes podían disponer de los mismos a su antojo y necesidad, lucrando incluso con ellos, pues finalmente la participación en los asuntos públicos estaba determinado por la capacidad económica y basado en una organización estamental… pero escuchar casos así en la actualidad, dentro de un estado democrático de derecho, de verdad que es inaudito.

Me quedo sin palabras…la realidad termina por aplastar mis argumentos. Como abogado y como apasionado del derecho parlamentario no sé qué pensar ante la crudeza y surrealismo del hecho… ¿dónde queda la figura de la representación política?, ¿el respeto a la voluntad popular?, ¿la honorabilidad del legislador?...eso no importa, es doctrina, es ideal…temas políticamente incorrectos y electoralmente no rentables… El sistema político vigente ha cedido al pragmatismo frente a la razón de ser de las propias instituciones. No me asusta…es un mal universal…lo que me preocupa es nuestra posición frente a ello.

¿Qué debemos esperar del desempeño de ese tipo de “representantes populares” que claramente desvinculan la finalidad del cargo público?…que lo conceptualizan –al  menos en la práctica-, como un “medio de acceso a”… agrégale los sustantivos que quieras. Que reducen tan gran honor y responsabilidad, a una visión meramente patrimonialista…que entienden el cargo como un bien más de su propiedad del cual pueden disponer a su antojo, incluso pactando su rotación durante tres años...Creo que en realidad no lo entienden… ni quieren.

¿Cuándo, cómo y porqué perdimos el sentido y el significado básico y esencial de un cargo representativo? ¿Qué concepto de representación, de política, de bien común o de ética pública tenemos que hemos llegado a extremos de presenciar actos de esta naturaleza, y lo que es más, de dejarlos pasar como una experiencia exótica más dentro del anecdotario público de nuestro estado?

No tiene sentido preguntárselos…”el quiero mi curul” lo dice todo…lo que vale la pena es que nos lo preguntemos a nosotros mismos y en base a tu respuesta actúes en consecuencia.

Siento pena y tristeza ajena –y propia- ante este “berrinche surrealista”, pues son mis instituciones… y las tuyas también. Si como ciudadanos no cuestionamos esto, no sé que pueda cuestionarse en el futuro.

 

 
 


jueves, 16 de agosto de 2012

"LECCIÓN DE ORO (OLÍMPICO): ESPERANZA DE QUE LO MEJOR ESTÁ POR VENIR"



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“LECCIÓN DE ORO (OLÍMPICO): ESPERANZA DE QUE LO MEJOR ESTÁ POR VENIR”

El logro del Tri olímpico en Wembley el sábado pasado tiene muchas y variadas aristas, la gran mayoría de ellas han sido abordadas en el interminable alud de comentarios, análisis y opiniones que personajes de toda condición, profesión, inclinación o perspectiva han realizado. En el fondo hay coincidencia, ya sea a favor o en contra, por ligereza o por profundidad, por conveniencia u obligación, de que un triunfo o logro de esta magnitud genera cierta esperanza (aunque muy efímera) en el ánimo de todos los mexicanos…me quedo con eso.

Hablar de esperanza, y más respecto de la esperanza de  los asuntos públicos, lleva a pensar en primera instancia en cierto idealismo o utopía…nada más lejano a la realidad. La situación actual sin duda es muy compleja, sin embargo eso no justifica de ninguna manera la inacción…la historia aún no está escrita y es momento de que los involucrados (es decir, ¡todos!) nos decidamos abiertamente a asumir nuestra responsabilidad personal y a aterrizar en acciones concretas el protagonismo ciudadano que estamos llamados a observar.

Estoy convencido de que la esperanza no es poesía barata, ni una ilusión…mucho menos simple consuelo ante las dificultades que se presentan en la vida personal o institucional. No es un asidero para seguir deambulando sin complicaciones ni inquietudes…ni mera justificación pueril.

La esperanza de la que hablo y de la que nuestro estado y nuestro país están ávidos, es aquella que se opone al pesimismo consuetudinario y generalizado ante una realidad evidentemente adversa…es aquella que reconoce en su justa dimensión los propios defectos y limitaciones y que, a pesar de los mismos, no pierde de vista el foco y el objetivo…es aquella “esperanza contra toda esperanza”, de que las cosas o situaciones (violencia, corrupción, incompetencia, estancamiento, necesidad de reconstrucciones o refundaciones) pueden y deben mejorar…es la seguridad y certeza de que ello solo sucederá en la medida en que nosotros como ciudadanos, gobernantes o militantes de un partido político, nos decidamos y lo logremos con base en nuestro esfuerzo diario.

Sí, he dicho esfuerzo. Esa esperanza que te defino supone vencer la comodidad y salir de nuestra zona de confort….comprometerse... y, eso implica superar el temor a la exigencia que trae consigo la obtención de metas altas. Implica también ser audaz ante la adversidad –que sin duda hay y habrá siempre-…caminar con entereza sin concesiones ante las dificultades, ánimo ante un eventual fracaso…implica lucha. Sin lucha y esfuerzo hasta los más nobles ideales terminan por agostarse. Para abordar este reto es imprescindible la serenidad, que no indolencia o resignación…no hay mucho tiempo. El país, el estado, la ciudad, la familia, las empresas, los partidos políticos, las instituciones…reclaman una respuesta de nuestra parte…y ya, ¡ahora!

Si no admitimos esa posibilidad y generamos ansias de subir muy alto o no nos empapamos de esa hambre de altura, será difícil seguir avanzando en la solución de los muchos y grandes problemas que nos aquejan como sociedad política.

Es hora de asumir el propio liderazgo, y el protagonismo, y el riesgo… de animarse a lograr cosas grandes. ¡Gracias muchachos de la selección olímpica de futbol por su espíritu de magnanimidad, por dejarnos soñar y por recordarnos que los mejores tiempos de México están por venir…y en gran medida eso depende de nosotros!



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jueves, 9 de agosto de 2012

"REPLANTEAR LOS BÁSICOS PARA REFRENDAR CONVICCIONES: EL PAN Y LOS DERECHOS HUMANOS"


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“REPLANTEAR LOS BÁSICOS PARA REFRENDAR LAS CONVICCIONES: EL PAN Y LOS DERECHOS HUMANOS”
En una estricta lógica relativista, si los comportamientos sociales vienen determinados por los hechos y las leyes son el resultado de cierta mentalidad dominante expresada en el consenso y en el acuerdo de las diversas posturas, los derechos humanos se reducen a una mera opción humana más, que sería tan legítima y tan válida legal y  moralmente como su contraria. Es la paradoja del relativismo que se funda en un absoluto con el que se explica la igualdad de todas las posturas y de todas las concepciones en torno a la interpretación del hombre y de la sociedad. Por tanto, si no hay un deber ser objetivo, no puede condenarse en defensa de los derechos humanos ninguna conducta, ley, sociedad, estructura, ningún régimen jurídico ni gobierno alguno.
Ante ello es fácil percatarse del peligro del vaciamiento de contenido de los derechos en una sociedad pluralista en la que se desconocen referentes válidos y objetivos y en la que todo queda reducido a fuerzas sociales o a las conciencias de los individuos.
En consecuencia, si se vacía de contenido ideológico al hombre, no será raro después caer en posiciones que basadas en una supuesta “legitimidad democrática”, generen y justifiquen auténticos antiderechos (“despenalización de drogas democrática”, “aborto democrático”, “eutanasia democrática”, etcétera, etcétera).
De ahí la importancia del compromiso con una ideología, sobre todo de marcado corte humanista como la del PAN, que como antídoto -a través de su promoción y vivencia- permite dotar de contenido las acciones y decisiones personales e institucionales.
Ante este escenario, se requiere un esfuerzo por volver a lo básico, a lo seguro, a los referentes…tener ideas claras…retomar lo que justifica a ese partido y los hace únicos. Solo así lograrán adaptar exitosa y eficazmente el partido a las circunstancias actuales de nuestro país.
En una época de turbulencia moral, política y social como por la que atraviesa México, los derechos humanos y la libertad deben reivindicarse no solo teóricamente sino también de manera práctica. Esto implica un serio compromiso por parte de los panistas para recuperar, replantear –en clave posmoderna, con creatividad- y llevar a la práctica de manera congruente, los principios básicos de su doctrina. El reto es en definitiva, que logren abrirse a ellos mismos y a la sociedad, nuevos horizontes vitales con base en los conceptos básicos del humanismo que dicen profesar.
Solamente así, mediante acciones y hechos concretos, vividos día a día, política pública a política pública, ley a ley, lograrán reconquistar la confianza en favor del bien común, camino único para el respeto de la libertad que es servicio a la paz que reclama nuestra patria.
Esta crisis de la verdad y de la realidad es ante todo una crisis propia de los derechos humanos. La vigencia de estos guarda una íntima relación con la paz y la democracia, al ser un medio idóneo para encauzar una auténtica libertad. Sin derechos humanos no hay democracia y sin democracia no hay paz. Aquí otra gran paradoja de nuestra época: vivimos en el tiempo de los derechos pero cada vez con menos justicia y paz.
Eso debe llevar a los panistas a pensar y a plantearse en conciencia la responsabilidad personal e institucional  frente a la situación del sistema democrático de nuestro país, ya que una sociedad que rehúsa a sus integrantes la facultad de participar en la vida pública ya sea por acción u omisión, incluso cuando desalienta la participación por decepción o incoherencia, niega a los hombres su libertad.  El hacerlos realmente libres implica al mismo tiempo hacerlos más conscientes de las exigencias del bien común…más responsables.
¡Eso es replantear los básicos para refrendar las convicciones… real compromiso con la libertad y los derechos humanos que en estas circunstancias se espera de los panistas!
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