RES PUBLICAE
“LECCIÓN DE ORO
(OLÍMPICO): ESPERANZA DE QUE LO MEJOR ESTÁ POR VENIR”
El logro del
Tri olímpico en Wembley el sábado pasado tiene muchas y variadas aristas, la
gran mayoría de ellas han sido abordadas en el interminable alud de
comentarios, análisis y opiniones que personajes de toda condición, profesión,
inclinación o perspectiva han realizado. En el fondo hay coincidencia, ya sea a
favor o en contra, por ligereza o por profundidad, por conveniencia u
obligación, de que un triunfo o logro de esta magnitud genera cierta esperanza
(aunque muy efímera) en el ánimo de todos los mexicanos…me quedo con eso.
Hablar de esperanza, y más
respecto de la esperanza de los asuntos
públicos, lleva a pensar en primera instancia en cierto idealismo o utopía…nada
más lejano a la realidad. La situación actual sin duda es muy compleja, sin
embargo eso no justifica de ninguna manera la inacción…la historia aún no está
escrita y es momento de que los involucrados (es decir, ¡todos!) nos decidamos
abiertamente a asumir nuestra responsabilidad personal y a aterrizar en
acciones concretas el protagonismo ciudadano que estamos llamados a observar.
Estoy convencido de que la
esperanza no es poesía barata, ni una ilusión…mucho menos simple consuelo ante
las dificultades que se presentan en la vida personal o institucional. No es un
asidero para seguir deambulando sin complicaciones ni inquietudes…ni mera justificación
pueril.
La esperanza de la que hablo y de
la que nuestro estado y nuestro país están ávidos, es aquella que se opone al
pesimismo consuetudinario y generalizado ante una realidad evidentemente
adversa…es aquella que reconoce en su justa dimensión los propios defectos y
limitaciones y que, a pesar de los mismos, no pierde de vista el foco y el
objetivo…es aquella “esperanza contra toda esperanza”, de que las cosas o
situaciones (violencia, corrupción, incompetencia, estancamiento, necesidad de
reconstrucciones o refundaciones) pueden y deben mejorar…es la seguridad y
certeza de que ello solo sucederá en la medida en que nosotros como ciudadanos,
gobernantes o militantes de un partido político, nos decidamos y lo logremos
con base en nuestro esfuerzo diario.
Sí, he dicho esfuerzo. Esa
esperanza que te defino supone vencer la comodidad y salir de nuestra zona de
confort….comprometerse... y, eso implica superar el temor a la exigencia que
trae consigo la obtención de metas altas. Implica también ser audaz ante la
adversidad –que sin duda hay y habrá siempre-…caminar con entereza sin
concesiones ante las dificultades, ánimo ante un eventual fracaso…implica
lucha. Sin lucha y esfuerzo hasta los más nobles ideales terminan por agostarse.
Para abordar este reto es imprescindible la serenidad, que no indolencia o
resignación…no hay mucho tiempo. El país, el estado, la ciudad, la familia, las
empresas, los partidos políticos, las instituciones…reclaman una respuesta de
nuestra parte…y ya, ¡ahora!
Si no admitimos esa posibilidad y
generamos ansias de subir muy alto o no nos empapamos de esa hambre de altura,
será difícil seguir avanzando en la solución de los muchos y grandes problemas
que nos aquejan como sociedad política.
Es hora de asumir el propio
liderazgo, y el protagonismo, y el riesgo… de animarse a lograr cosas grandes.
¡Gracias muchachos de la selección olímpica de futbol por su espíritu de
magnanimidad, por dejarnos soñar y por recordarnos que los mejores tiempos de
México están por venir…y en gran medida eso depende de nosotros!
http://agcussi.blogspot.com
Ahora es menester ser partícipes de esa esperanza, entrando al juego ciudadano, convencidos firmemente que nuestra la participación desde nuestra trinchera (hogar, trabajo, a.c., etc,) deben ser los puestos a cubrir para ganar este juego de vida. Ello es un derecho y una obligación.
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