“¿CAMBIO SOCIAL?... SOLO CON CIUDADANOS DIGNOS”
Motivo de
reflexión para un grupo de amigos la semana pasada fue el comentario que
hiciera un destacado empresario y líder
social durante su visita a Morelia, quien a algunos años de distancia de su
última estancia en estas tierras michoacanas increpaba a los presentes, “¿dónde
han estado los ciudadanos michoacanos y
morelianos todo este tiempo para haber permitido que los problemas de la entidad
y de la ciudad (deuda pública, violencia, nivel educativo y de competitividad,
servicios públicos, etc.) hayan crecido hasta estos niveles?... La pregunta era
tremendamente demoledora… absolutamente evidente… ¿Dónde estamos los
ciudadanos?, ¿somos lo suficientemente “ciudadanos” para lograr el cambio que
requerimos?... ¿estamos a la altura de las circunstancias?... ¿Nuestro deber
ciudadano se agota en el cumplimiento de la ley?... si es así…la caída sería
mayor.
Ante cuestionamientos de este
tipo no podemos argumentar desconocimiento… En el fondo todos sabemos y tenemos
una idea casi innata de lo que un ciudadano debe ser y hacer… “Yo no sé
hacer ni trajes ni leyes, ni
reglamentos, pero sí puedo saber, con mi conciencia moral y mi sentido común,
cuales me quedan bien” (Ihering)…en el caso de la ciudadanía es lo mismo…
¿Entonces qué ha pasado?...
Muchos explican ese fenómeno por
la carencia de cultura cívica de los mexicanos, sin embargo creo más bien que
esa posición solo responde a la idea reduccionista del civismo que lo ha
definido como mera obediencia formal a las leyes.
Es un hecho que el orden social
se basa en la expectativa del cumplimiento mayoritario no coactivo del derecho,
y no en la máxima generalización de las presiones.
Sin duda, el orden jurídico es
necesario, pero no suficiente para la plenitud de la vida ciudadana. La
vigencia práctica de las leyes depende de la calidad moral de los ciudadanos. Las
instituciones son reflejos de sus ciudadanos.
Si queremos una ciudadanía y una
sociedad fuerte, requerimos que nosotros como sus miembros, seamos ciudadanos fuertes…y
eso solamente se logra fundamentado nuestro actuar en valores cívicos que se
adquieren, fomentan, fortalecen y ponen en juego día a día.
No se es buen ciudadano solo
cuando se acierta el día en que se eligen a los representantes políticos, sino
cuando se practican las virtudes democráticas y ciudadanas todos los días del
año.
Por tanto, el cumplimiento de las
leyes representa el nivel más básico en que puede situarse un ciudadano. Un
buen ciudadano no se contenta ni se limita a ello, va más allá hasta asumir de modo consciente
su posición y responsabilidades como tal… implica tomar una opción personal y
fundamental que marca una dirección que afecta la propia vida…supone adoptar
valores en lugar de satisfacciones como el criterio que rige nuestras
decisiones.
De dentro de la conciencia nace
el respeto al derecho. Si la vida interior de la conciencia es débil, no se
respetarán en sí mismas las leyes como medios para alcanzar el bien común, sino
a lo más, se dará la observancia externa por miedo al castigo y en la medida en
que sea eficaz la fuerza coactiva. Precisamente este es el argumento que
explica el por qué los mexicanos que tiramos basura en nuestro país o violamos
permanentemente el reglamento de tránsito, no lo hagamos tan solo cruzar
nuestra frontera con Estados Unidos y nos convirtamos de un momento a otro en
escrupulosos cumplidores de la ley.
Por tanto ser y saberse un
ciudadano digno significa decidirse a emprender un camino que implica cierta
ruptura con el ambiente dominante, con decisión y ánimo constante de convencer
a los demás con el propio ejemplo y con mucho sentido común
…Implica en nuestro caso concreto en México y
Michoacán, no solo estar convencido de la necesidad de un cambio social…sino de
prepararse a ese cambio, haciéndose dignos de él.
@agcussi
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