“¿ÉTICA
PANISTA?”
Aunado
al momento de descrédito y falta de legitimidad por el que atraviesan en
nuestro país y nuestro estado los partidos políticos, y por ende la actividad
política y de gobierno que realizan, se suma ahora para Acción Nacional, una
profunda crisis interna que ha fracturado y ha mostrado públicamente las
grandes divisiones de su grupo parlamentario en el Senado.
El
actual momento político se caracteriza en gran medida por un ambiente de
identidad difusa, de decisiones pragmáticas e improvisadas que generan serios
conflictos de interés y comprometen el aspecto ético de su actuación…por una
realidad con altos niveles de impunidad, de conflictividad creciente y
permanente que ha llevado a una judicialización extrema de la vida interna de
los partidos, exacerbando el cálculo e interés personal frente a la acción
meramente desinteresada…en el que en aras de obtener o conservar el poder se
sacrifican de manera habitual los propios principios y se justifica cualquier
método, medio o candidatura con el único fin de ganar.
Ante
ello se hace necesario alzar la voz para exigir congruencia y un auténtico ejercicio
de autocrítica y auto reflexión que lleve a los partidos, y hoy especialmente a
Acción Nacional, a corregir de inmediato estas desviaciones.
Recordarles
la importancia de ver reflejadas en los actos y en las políticas públicas e
iniciativas que impulsen, sus ideas y principios. De la necesidad de dar
acompañamiento permanente a sus
gobiernos, de desarrollar un real compromiso ético político…de sancionar
de inmediato los actos de corrupción y todas aquéllas conductas de sus
militantes que vayan en contra de sus principios y valores ideológicos. La
exigencia consiste en que la política se supedite siempre a la ética, se trata
de una exigencia de congruencia… de un mínimo de decencia y moralidad que
garantice a sus militantes un piso común.
Debe
tomar fuerza el reclamo prioritario para que el PAN asuma nuevamente su
identidad ética y consolide su visión a largo plazo como medio democrático de
acceso al ejercicio del poder. Los militantes de Acción Nacional no deben tener miedo a hablar de ética y mucho menos
de exigirla a sus pares. La ética
implica el respeto a la verdad, y la verdad es la lectura correcta de la realidad,
por lo que un auténtico comportamiento ético requiere el hábito de obrar bien…
de tener virtudes… de practicarlas. Es en definitiva, el arte de construir la
propia vida, y de reconocer que como no vivimos aislados, nuestras acciones
éticas o no, construyen o destruyen la propia sociedad y sus instituciones… de
ahí podemos constatar la repercusión y la responsabilidad tan grande que las
decisiones de los partidos y los gobernantes
tienen en nuestra realidad. La ética puede ser relativa en lo accidental,
pero no debe serlo en lo esencial.
Por
ello es impostergable que trabajen decididamente a su interior en la formación
de liderazgos y de cuadros que encarnen de manera clara y congruente el ideario
y valores que debería caracterizarlos, y
que constituye la diferenciación natural respecto de los demás partidos
políticos.
Ese
ejercicio sin duda alguna implica en primerísimo lugar un cambio personal –no
solo a nivel teórico- sino llevado efectivamente a la práctica, una auténtica forma de vida basada en los
principios que se dicen profesar, y en
segundo lugar, un cambio organizacional que contemple el respeto y asimilación
de una serie de valores mínimos que son compartidos por los integrantes de un
grupo para darle cohesión y continuidad a lo largo del tiempo. En el fondo toda
ética es una propuesta sobre virtudes y las virtudes son esenciales para
gobernar y dirigir.
Como
se ve, se trata de requisitos nada sencillos sin los cuales todo discurso o
incluso, todo ejercicio sensato tendiente a lograr la implementación de una
cultura ética, será sin duda, infructuoso. El éxito dependerá en gran medida de
la capacidad y habilidad de los líderes para conjugar factores de desarrollo
personal y de cooperación que permitan presentarlo como un esquema de
ganar-ganar, pero sobre todo su eficacia radicará en su propio compromiso
personal. Tarea nada fácil, pero imprescindible hoy –incluso- para lograr su
subsistencia.