“MICHOACÁN: ¿ESTADO FALLIDO?"
La semana pasada circuló intensamente la columna del
periodista Carlos Loret de Mola (Historias de reportero) en la que a partir de
supuestos informes de inteligencia del Gabinete de Seguridad Federal, la gobernabilidad
del estado ha sido una “pesadilla” y que prácticamente toda la actividad
económica, política y social se encontraba cooptada y controlada por un cártel
de la droga, concluyendo con la afirmación de que “Michoacán califica como el
segundo estado fallido de México”.
El “Estado fallido” es un
concepto tan novedoso y polémico –que incluso al día de hoy no encuentra
consenso en la doctrina de la Teoría General del Estado-. Se considera como tal
aquel estado que pierde el control físico de su territorio o el monopolio de la
fuerza, aquel en el que existe una fuerte erosión de la autoridad, que no puede
hacer cumplir la ley dada la altísima corrupción que le incapacita, incluso,
para suministrar servicios básicos y
mantener relaciones con otros estados. Un estado marcado por la fuga de
talentos y una migración masiva, con déficit económico, alta marginación y una
desequilibrada distribución de la riqueza… en definitiva un estado que es
incapaz de resolver sus problemas por sí mismo, que requiere una injerencia
esencial del exterior.
Las condiciones de Michoacán
distan mucho de ser las óptimas, y los michoacanos las conocemos perfectamente.
Pero de ahí a afirmar que se trata de un estado fallido hay un gran abismo.
En lo personal, y sin dejar de reconocer la gravedad de la
situación, discrepo que Michoacán sea un estado fallido. Es un estado con
muchas fallas institucionales ¡cierto!, pero finalmente existe un mínimo
de orden, y sus instituciones, si bien débiles y, algunas incluso corrompidas…
siguen funcionando y en pie a pesar de
los pesares. Se mantiene cierto orden social, los servicios básicos se brindan
con normalidad –que no con la calidad y eficacia que se quisiera-. La violencia
extrema está focalizada en determinadas regiones de su geografía y responde a
un problema de crimen organizado perfectamente identificado.
Sí que creo es necesario realizar
un diagnóstico serio y objetivo que reconozca las amenazas, pero que con
sensatez retrate la realidad de nuestro estado. Sin extremismos…ni el aquí no
pasa nada, ni tampoco el que todos vivimos extorsionados pagando derecho de
piso al crimen organizado…
En lo personal estoy cansado de
escuchar que estamos mal, quisiera escuchar que nos ponemos de acuerdo y que
luchamos por un mismo ideal, con distintas visiones, pero con el ánimo de
llegar a una solución…de querer avanzar, de transformar esa realidad que no nos
gusta y no aceptamos. De saber pedir ayuda del exterior, sin esperar que se nos
rescate…de saber sacar la cabeza para escuchar objetivamente la visión externa
y oxigenarse, superando el efecto burbuja del veneno del pesimismo y de la
percepción de fracaso que fluctúa en el ambiente…encarando valientemente la
realidad…rompiendo paradigmas que a manera de fantasmas han desincentivado la
creatividad y grandeza de este pueblo.
Hoy no es tiempo de medianías. Si
existe una verdadera intención por ayudar a nuestro estado a resolver sus
problemas, bienvenida sea…es momento de fortalecer la debilidad estatal e
institucional a través de la generación de confianza y de la construcción de
auténtica ciudadanía… Afortunadamente Michoacán no es ¡aún! un estado fallido…y
no lo será en la medida en que los michoacanos nos afanemos en que así sea. Pero
reconozcamos de una vez para siempre que estamos jugando con fuego y que no
podemos asumir una posición endeble…es imperativo dimensionar y asumir de
manera valiente y objetiva, las responsabilidades personales e institucionales
que la realidad nos impone. Y la ayuda del exterior para vencer esa percepción
es vital señor Loret. Las generalizaciones hacen mucho daño y más en temas tan
delicados.