lunes, 1 de julio de 2013

“LA POLÍTICA ENCORSETADA”


 
“LA POLÍTICA ENCORSETADA"


Cada día me convenzo más de que nuestra realidad política se encuentra de cabeza. Hemos caído a un sistema absurdo, artificial, donde tenemos que cuidarnos de quienes  técnicamente son nuestros mandatarios y representantes, existe en la práctica una división tajante entre la clase política y los ciudadanos, no hay conexión, ni en la agenda de temas prioritarios ni en los intereses, ni en los tiempos…lo que pareciera importante a unos no los son para otros.

La labor política se ha convertido en una actividad cíclica extremadamente mecánica y predecible, aburrida, ineficaz… estéril. Una actividad sin credibilidad y en el mejor de los casos con mala reputación. No es casualidad que el 40% de la población del país no tenga ningún interés en este tema, de acuerdo a los datos arrojados por la segunda encuesta sobre cultura constitucional dados a conocer por el Instituto de Investigaciones  Jurídicas de la UNAM.

Las grandes decisiones son tomadas cupularmente y están decretadas de antemano, y en su intento por imponerlas pretenden ser <legitimadas> a costa de lo que sea dejando en el camino claras muestras de incongruencia e imposición.

No hay lugar al mérito ni a la capacidad…se privilegia el continuismo y la sumisión ciega a los dictados del “padrino” o “mecenas”, a los intereses de los grupos que se forman al interior de los partidos políticos. Se dispone de las voluntades, se coacciona con el poder mismo…el que pone dispone, se coarta la libertad y la dignidad.

La actividad electoral bajo este esquema se reduce a una relación clientelar y mediatizada con el único objetivo de acceder al poder…lo demás poco importa. Los electores en su gran mayoría no votan libremente, se les ha maleducado a exigir <algo> a cambio de su voto, se les <moviliza>, no existe un movimiento autónomo de su parte, se trata de un apoyo artificial, condicionado, efímero… se ha mercantilizado la política.

La política así entendida deja muy poco espacio para la creatividad y la iniciativa. Invita a la estrechez de ánimo, de visión y a la poquedad. El sistema político mismo impide auténtica competencia y la mejoría que esta trae consigo…el poder es del grupo que lo detenta.

Nos hundimos en un mar de intereses particulares y de grupo que no permiten levantar la vista y enfocarnos en los problemas realmente importantes. El nivel del debate político lo dice todo. Los especialistas llaman a este fenómeno desdemocratización, los ciudadanos simplemente…grilla.

Te aseguro que si lográramos liberar a los políticos y a nuestros representantes de ese corsé impuesto, tolerado y fomentado por nuestro sistema, la realidad sería otra. El interés común debe prevalecer y eso en definitiva depende de nuestro compromiso personal en el tema.

¿Habrá alguna manera de regresarle a la labor política su reputación original? O al menos su frescura, libertad o sentido común? ¿Podremos atraer de nuevo a la gente a participar realmente por convicción y pasión en pos de un ideal u objetivo? … en suma, ¿podremos  mover nuevamente voluntades y almas? Mi respuesta, a pesar de parecer idealista, es sí…siempre y cuando los ciudadanos  impregnemos la actividad política  de nuestra propia forma de ser, de nuestro sello personal y nos animemos a entender y asumir esta noble actividad –de la cual por cierto no nos libramos jamás; la ejercemos o la sufrimos- en su sentido más amplio y noble posible.
 
 

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