“Y… ¿POR QUÉ HASTA AHORA?”
El miércoles
pasado presentamos un posicionamiento institucional de la Comisión Estatal de
los Derechos Humanos respecto a la problemática de las manifestaciones y los
derechos de terceros a raíz de la marcha de los normalistas del estado. Un paso
importante por encaminar a esta noble institución a asumir la responsabilidad
histórica e institucional que el Michoacán de hoy le exige.
En la rueda de prensa un
reconocido periodista alzó la voz para preguntar respecto de la postura asumida
“y… ¿por qué hasta ahora?”. Sin duda aquello generaba suspicacia e
incredulidad…sino al menos en clave política moderna hasta cierto sarcasmo.
La pregunta encierra en sí misma
un gran fondo…reconoce una realidad a mejorar, cierta esperanza frente al
cúmulo de deudas y agravios históricos, y al mismo tiempo un justo reclamo…invita
a reconocer la necesidad de retomar con urgencia la senda del sentido común.
Tratando de contestarla he pensado lo siguiente:
Reconozco que existe en el ambiente
una renuncia tácita a contribuir a la vida social y política, una cierta
tendencia que relaciona el ejercicio de la política como algo indigno,
despreciable o que ensucia hasta al mejor intencionado… un cierto
acostumbramiento al statu quo. Sin embargo esto convencido de que frente a la
difícil situación del estado, se requiere una mayor decisión y valentía para
acometer los desafíos que tenemos encima.
Cada día me convenzo más que como
ciudadanos tenemos una seria y grave responsabilidad para contribuir a que la
sociedad alcance mayor justicia, igualdad, libertad, orden público y paz… Tenemos
obligación de conocer nuestros derechos y nuestras obligaciones…y de hacerlas
cumplir… derecho y deber de participar.
No podemos abdicar de participar
en política, entendiéndola en su sentido amplio, es decir, como toda actividad
económica, social, legislativa, administrativa y cultural que tenga como
objetivo la promoción del bien común. Es tarea netamente ciudadana el dotarla
de sentido, referenciarla de nueva cuenta a los principios de la persona,
revalorizarla como una actitud que reclama la más grande coherencia…la
propia…esa que genera autoridad y que responde con congruencia frente a
posiciones acomodaticias…la única que puede restituir la finalidad de la acción política en términos
de servicio.
No podemos cruzarnos de brazos
cuando se relega a los ciudadanos fuera de la vida pública y se nos impide
participar de manera efectiva en temas como la educación o la cultura…cuando
pretendemos responsabilizarnos y recuperar los fueros que solamente fueron
encargados… derechos que no los son de los políticos sino de los ciudadanos, y
que a nosotros corresponde ejercitarlos. Gran paradoja, los ciudadanos
excluidos de la escena pública, por quienes teóricamente –y nada más en ese
plano- son representados.
Para cambiar no bastan los buenos
deseos y las puras intenciones, el auténtico progreso social requiere ante todo
un cambio de nosotros como ciudadanos…cambio que solo se dará uno a uno, paso a
paso…para después obligar el cambio del sistema y de sus instituciones.
Sería insuficiente un mero
compromiso ciudadano que busque transformar las estructuras, se requiere de un
cambio cultural en la base misma e íntima de la sociedad…ese cambio personal.
Romper paradigmas… inercias…vencer la propia comodidad.
El compromiso ciudadano que hoy
se requiere implica fortaleza y valentía…generosidad con el tiempo y con
nuestros demás recursos. Requiere que nos movamos, y que movamos a otros… y eso
solo será posible en la medida en que tengamos un compromiso y aportemos… que
arrastremos con el propio testimonio y ejemplo. No valen discursos ni arengas…
Hoy más que nunca la
responsabilidad pública de los ciudadanos nos obliga a salir de nuestro pequeño
mundo privado, de nuestra zona de confort… Michoacán lo requiere pues somos
corresponsables del bien común.
¿Qué encontraremos
resistencia?...por supuesto… ¿Qué no somos profesionales de la política y poco
conocemos de ese mundo?... ¡afortunadamente!, aunque hay que empaparse con el
mínimo de conocimiento que nos permita hacer crítica seria y constructiva…
positiva… que tanta falta hace. Es momento de sumar, de encontrar las
coincidencias… ¿Qué implica nuevas responsabilidades?... ¡claro!, y además es
indispensable vencer el miedo al
compromiso y aventurarse a la cosa pública con el ánimo de conservar siempre la
identidad ciudadana, eso que cada quien distingue como sus propios
“irrenunciables”.
El reto es hacer frente a la
realidad imperante. Intentar cambiarla, mejorarla…aportar. Sin duda habrá
choques por contrastes, ante ello se precisa una síntesis vital de esfuerzo
ciudadano dirigido a la creación de una nueva cultura de hacer política. Una
política que entienda a la ciudadanía no solo como los titulares de cierto
conjunto de derechos y obligaciones de tipo electoral…sino como personas
comprometidas que asumen la urgencia de atender las necesidades de los demás y
de remediar las injusticias vigentes.
Y sí… ¿por qué hasta
ahora?...Porque Michoacán y lo michoacanos lo reclaman… Porque saberse
ciudadano hoy, comporta la certeza de la indeterminación de la historia… una
historia abierta a múltiples posibilidades en las que nuestra participación es
esencial y determinante… ¡de la que hoy más que nunca somos… y debemos ser
protagonistas!
·
El autor es consejero de la CEDH.
@agcussi
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