viernes, 1 de noviembre de 2013

¿ES MICHOACÁN UNA CAUSA PERDIDA?



¿ES MICHOACÁN UNA CAUSA PERDIDA?


Que fuerte contemplar una ciudad en completa penumbra. Se le ve apagada...impotente…  despojada de brillo, profunda y pesada… como muerta. Sí. Una de las más importantes después de Morelia como muchas más. Se percibe la fragilidad en el ambiente. Un cierto sentimiento de vulnerabilidad que invita a la melancolía y a la reflexión a la vez que deja entrever la profundidad de la herida social y  la magnitud de la descomposición…del resentimiento, de los intereses…manipulación mucha, y pobreza. Un sincretismo cultural surrealista, de causas desatendidas y jóvenes sin futuro. De pueblos enteros que han sido sobajados a garitas, que no entienden su presente… mucho menos vislumbran su futuro.

Desde ese momento no lo saco de la mente. ¿Es Michoacán una causa perdida? ¿Vale la pena pelear esta batalla? ¿Hasta dónde y cómo?... ¿y los qué nos siguen?... ¿no es cierto que existe una muy otra realidad en otros lados? ¿Entonces por qué empeñarse en seguir?

Es cierto –visto con objetividad- es bien poco lo que podemos hacer y que la tarea no es para nada fácil... Cada vez me convenzo más que la construcción de un  Michoacán más justo y  más humano no parece ser cuestión de grandes gestas, sino más bien de las tareas cotidianas. Los grandes personajes han sido eficaces en sus proyectos, solo en la medida en que éste ha impregnado su vida diaria. Ninguna idea sirve para nada si  no se encarna y eso es cuestión de la vida de las personas… de cada uno de nosotros y nuestro propio entorno: de nuestro microcosmos personal.

Si cada uno nos hacemos más justos y humanos, el pequeño mundo que nos rodea y las cosas  que hacemos serán más justas y más humanas. Poco a poco. Ningún cambio es radical.

¡Cómo nos urgen gigantes!... Sí, pero urgen más “ciudadanos corrientes”, Esos que son los protagonistas de la historia que no sale en los libros…de esa historia que se hace a base de los pequeños sucesos del día. Esos que viven el heroísmo cotidiano de ser congruentes y que se aventuran por el cambio cultural necesario con absoluta certeza de que no verán los frutos.

Michoacán requiere hoy en todos los ambientes ciudadanos que reconfiguren la realidad que nos rodea, que influyan positivamente en los demás…muchos que tengan claro que lo primordial no es influir en la marcha de la historia o de la sociedad, sino dar lo mejor de sí mismos en donde actúan y a quienes les rodean. Cambiar el mundo que nos rodea…lo demás se dará en consecuencia.

Si Michoacán fracasa, fracasamos todos. Sí, aquí somos y vivimos. Los michoacanos nos  seguimos sabiendo grandes, y porque sabemos, con una certeza difícil de explicar hasta que no se alcanza, que lo mejor está por venir…que el mal nunca tiene la última palabra. Porque cuando los michoacanos tenemos miedo a brillar, el estado se llena de un poco más de oscuridad…sí, más que la madrugada de aquel domingo que nos sacude con fuerza para recordarnos que Michoacán no puede ser una causa perdida.
 
 

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