¿ES MICHOACÁN UNA CAUSA PERDIDA?
Que fuerte
contemplar una ciudad en completa penumbra. Se le ve apagada...impotente… despojada de brillo, profunda y pesada… como
muerta. Sí. Una de las más importantes después de Morelia como muchas más. Se
percibe la fragilidad en el ambiente. Un cierto sentimiento de vulnerabilidad
que invita a la melancolía y a la reflexión a la vez que deja entrever la
profundidad de la herida social y la
magnitud de la descomposición…del resentimiento, de los intereses…manipulación mucha,
y pobreza. Un sincretismo cultural surrealista, de causas desatendidas y
jóvenes sin futuro. De pueblos enteros que han sido sobajados a garitas, que no
entienden su presente… mucho menos vislumbran su futuro.
Desde ese momento no lo saco de
la mente. ¿Es Michoacán una causa perdida? ¿Vale la pena pelear esta batalla?
¿Hasta dónde y cómo?... ¿y los qué nos siguen?... ¿no es cierto que existe una
muy otra realidad en otros lados? ¿Entonces por qué empeñarse en seguir?
Es cierto –visto con objetividad-
es bien poco lo que podemos hacer y que la tarea no es para nada fácil... Cada
vez me convenzo más que la construcción de un
Michoacán más justo y más humano
no parece ser cuestión de grandes gestas, sino más bien de las tareas cotidianas.
Los grandes personajes han sido eficaces en sus proyectos, solo en la medida en
que éste ha impregnado su vida diaria. Ninguna idea sirve para nada si no se encarna y eso es cuestión de la vida de
las personas… de cada uno de nosotros y nuestro propio entorno: de nuestro
microcosmos personal.
Si cada uno nos hacemos más
justos y humanos, el pequeño mundo que nos rodea y las cosas que hacemos serán más justas y más humanas.
Poco a poco. Ningún cambio es radical.
¡Cómo nos urgen gigantes!... Sí, pero
urgen más “ciudadanos corrientes”, Esos que son los protagonistas de la
historia que no sale en los libros…de esa historia que se hace a base de los
pequeños sucesos del día. Esos que viven el heroísmo cotidiano de ser
congruentes y que se aventuran por el cambio cultural necesario con absoluta
certeza de que no verán los frutos.
Michoacán requiere hoy en todos
los ambientes ciudadanos que reconfiguren la realidad que nos rodea, que
influyan positivamente en los demás…muchos que tengan claro que lo primordial
no es influir en la marcha de la historia o de la sociedad, sino dar lo mejor
de sí mismos en donde actúan y a quienes les rodean. Cambiar el mundo que nos
rodea…lo demás se dará en consecuencia.
Si Michoacán fracasa, fracasamos
todos. Sí, aquí somos y vivimos. Los michoacanos nos seguimos sabiendo grandes, y porque sabemos,
con una certeza difícil de explicar hasta que no se alcanza, que lo mejor está
por venir…que el mal nunca tiene la última palabra. Porque cuando los michoacanos
tenemos miedo a brillar, el estado se llena de un poco más de oscuridad…sí, más
que la madrugada de aquel domingo que nos sacude con fuerza para recordarnos
que Michoacán no puede ser una causa perdida.
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