“HOY MÁS QUE NUNCA…SER
PROTAGONISTAS”
Llevo varias
semanas “rumiando” algunas ideas sobre cuál es –o cuál debiera ser- nuestro papel y respuesta como ciudadanos
frente a la actual crisis política y financiera que vive Michoacán. He compartido
contigo en las últimas entregas que la solución no podemos esperarla solo de
las autoridades y mucho menos podemos “bajar la cortina” justificando la
desilusión por todo lo que va mal.
Reconozco que existe en el
ambiente una renuncia tácita a contribuir a la vida social y política, una
cierta tendencia que relaciona el ejercicio de la política como algo indigno,
despreciable o que ensucia hasta al mejor intencionado… al contrario, frente a
la difícil situación del estado, se requiere una mayor decisión y valentía para
acometer los desafíos que tenemos encima.
Cada día me convenzo más que como
ciudadanos tenemos una seria y grave responsabilidad para contribuir a que la
sociedad alcance mayor justicia, igualdad, libertad, orden público y paz… Tenemos
obligación de conocer nuestros derechos y nuestras obligaciones…y de hacerlas
cumplir… derecho y deber de participar.
No podemos abdicar de participar
en política, entendiéndola en su sentido amplio, es decir, como toda actividad
económica, social, legislativa, administrativa y cultural que tenga como
objetivo la promoción del bien común. Es tarea netamente ciudadana el dotarla
de sentido, referenciarla de nueva cuenta a los principios de la persona,
revalorizarla como una actitud que reclama la más grande coherencia…la propia…esa
que genera autoridad y que responde con congruencia frente a posiciones
acomodaticias…la única que puede restituir la finalidad de la acción política en términos de
servicio.
No podemos cruzarnos de brazos
cuando se relega a los ciudadanos fuera de la vida pública y se nos impide
participar de manera efectiva en temas como la educación o la cultura…cuando
pretendemos responsabilizarnos y recuperar los fueros que solamente fueron
encargados… derechos que no los son de los políticos sino de los ciudadanos, y
que a nosotros corresponde ejercitarlos. Gran paradoja, los ciudadanos
excluidos de la escena pública, por quienes teóricamente –y nada más en ese
plano- son representados.
Para cambiar no bastan los buenos
deseos y las puras intenciones, el auténtico progreso social requiere ante todo
un cambio de nosotros como ciudadanos…cambio que solo se dará uno a uno, paso a
paso…para después obligar el cambio del sistema y de sus instituciones.
Sería insuficiente un mero
compromiso ciudadano que busque transformar las estructuras, se requiere de un cambio
cultural en la base misma e íntima de la sociedad…ese cambio personal. Romper paradigmas…
inercias…vencer la propia comodidad.
El compromiso ciudadano que hoy
se requiere implica fortaleza y valentía…generosidad con el tiempo y con
nuestros demás recursos. Requiere que nos movamos, y que movamos a otros… y eso
solo será posible en la medida en que tengamos un compromiso y aportemos… que
arrastremos con el propio testimonio y ejemplo. No valen discursos ni arengas…
Hoy más que nunca la
responsabilidad pública de los ciudadanos nos obliga a salir de nuestro pequeño
mundo privado, de nuestra zona de confort… Michoacán lo requiere pues somos
corresponsables del bien común.
¿Qué encontraremos
resistencia?...por supuesto… ¿Qué no somos profesionales de la política y poco
conocemos de ese mundo?... ¡afortunadamente!, aunque hay que empaparse con el
mínimo de conocimiento que nos permita hacer crítica seria y constructiva…
positiva… que tanta falta hace. Es momento de sumar, de encontrar las
coincidencias… ¿Qué implica nuevas responsabilidades?... ¡claro!, y además es
indispensable vencer el miedo al
compromiso y aventurarse a la cosa pública con el ánimo de conservar siempre la
identidad ciudadana, eso que cada quien distingue como sus propios
“irrenunciables”.
El reto es hacer frente a la
realidad imperante. Intentar cambiarla, mejorarla…aportar. Sin duda habrá
choques por contrastes, ante ello se precisa una síntesis vital de esfuerzo
ciudadano dirigido a la creación de una nueva cultura de hacer política. Una
política que entienda a la ciudadanía no solo como los titulares de cierto
conjunto de derechos y obligaciones de tipo electoral…sino como personas comprometidas
que asumen la urgencia de atender las necesidades de los demás y de remediar
las injusticias vigentes.
Saberse ciudadano en estos
términos comporta la certeza de la indeterminación de la historia… una historia
abierta a múltiples posibilidades en las que nuestra participación es esencial
y determinante… ¡de la que hoy más que nunca somos… y debemos ser
protagonistas!
Antes de quejarnos de lo mal que
están las cosas, revisemos que estamos haciendo para que vayan mejor. Evitemos
la pasividad de los ciudadanos –y de las autoridades- que se limitan a criticar
y justificarse. Verdad de Perogrullo: si queremos que las cosas se hagan, pues
hay que hacerlas…venciendo la cultura paternalista que ha caracterizado a
Michoacán.
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