“¿POLÍTICOS CONGRUENTES?”
Aunque suene extraño o incluso parezcan antónimos, he decidido
titular así este artículo con la firme intención de subrayar la importancia –o
más bien imperiosa necesidad- de caminar en ese sentido.
En una época marcada por el subjetivismo
que se caracteriza principalmente por la ausencia de referentes en todos los campo
del quehacer humano, pasando por el del pensamiento, el de la ética, el de la
moral y por supuesto el de la política como actividad social por
excelencia, y en el que las diferencias
fundamentales entre las ideas y principios se desvanecen frente a la fuerza de
la opinión y <verdad> personales, borrando todo vestigio de objetividad y
privilegiando una actitud pragmática o de <tolerancia>, se hace necesario
alzar la voz para recordar el compromiso vital con la congruencia en el pensar
que deben tener quienes se dedican a la <cosa pública>.
Actualmente en nuestro estado hay
una crisis generalizada de liderazgo
moral que aunada a los grandes problemas que padecemos y que todos conocemos,
ha recrudecido el desencanto ciudadano por la actividad política.
Leía hace tiempo una columna de
Silva Hérzog-Márquez que hacía referencia a que la clase política se parecía a
una botella vacía sin etiqueta, que al igual que contenía veneno en su
interior, podría contener una medicina, pero que eso no lo sabíamos de antemano
los ciudadanos. Sin embargo me atrevería a agregar que el verdadero problema es asegurarnos de que la botella no se
encuentre vacía o que diciendo que contiene una cosa, contenga otra, lo que sin
duda resultaría todavía más perjudicial.
Pues ese es efectivamente el riesgo del subjetivismo en el quehacer político,
que nos vendan un producto con una etiqueta y en la práctica resulte distinto o
incluso contrario… aunque <lo de hoy> es que todos sean iguales y los
ciudadanos ya no prestemos el mínimo interés en encontrar las supuestas
diferencias.
Habrá que recordarles a los
políticos que es menester gastar la vida en servicio del bien común siendo
congruentes con lo que dicen creer, camino único para revertir su alicaída
reputación y recobrar la autoridad que debieran llevar implícita en su función….
y no sólo a ellos, sino que debemos reconocer que ese compromiso obliga a todos
los que conformamos una comunidad, ciudadanos incluidos.
Se requieren liderazgos
ciudadanos que sepan ver más lejos que los demás, y más importante aún, líderes
que estén realmente decididos a vivir el camino que ellos mismos proponen…eso
sí que genera autoridad que trasciende a la mera ostentación del poder…
… que sepan crear y transmitir
una imagen limpia de la política y de la acción social y comunitaria y que a base de una auténtica libertad logren
construir una realidad de paz y de justicia…que permitan despertar consciencias
mediante una actitud positiva, generosa… activa.
Sin embargo, esos líderes deben
estar conscientes que la actitud justa y verdadera que se espera de ellos puede
comportar sacrificio y la necesidad permanente de ir contracorriente… lo que
obliga a no tener miedo al compromiso y al esfuerzo, y emprender un camino que
implica constancia y fidelidad, pero, que al final se ve compensado al transmitir
ejemplo, esperanza, audacia y el coraje necesario para que entre todos
resolvamos los grandes problemas que tenemos por delante. ¡Eso es ser políticos
congruentes!