viernes, 28 de marzo de 2014

“¿POLÍTICOS CONGRUENTES?”



 “¿POLÍTICOS CONGRUENTES?”

Aunque suene extraño o incluso parezcan antónimos, he decidido titular así este artículo con la firme intención de subrayar la importancia –o más bien imperiosa necesidad- de caminar en ese sentido.

En una época marcada por el subjetivismo que se caracteriza principalmente por la ausencia de referentes en todos los campo del quehacer humano, pasando por el del pensamiento, el de la ética, el de la moral y por supuesto el de la política como actividad social por excelencia,  y en el que las diferencias fundamentales entre las ideas y principios se desvanecen frente a la fuerza de la opinión y <verdad> personales, borrando todo vestigio de objetividad y privilegiando una actitud pragmática o de <tolerancia>, se hace necesario alzar la voz para recordar el compromiso vital con la congruencia en el pensar que deben tener quienes se dedican a la <cosa pública>.

Actualmente en nuestro estado hay una  crisis generalizada de liderazgo moral que aunada a los grandes problemas que padecemos y que todos conocemos, ha recrudecido el desencanto ciudadano por la actividad política.

Leía hace tiempo una columna de Silva Hérzog-Márquez que hacía referencia a que la clase política se parecía a una botella vacía sin etiqueta, que al igual que contenía veneno en su interior, podría contener una medicina, pero que eso no lo sabíamos de antemano los ciudadanos. Sin embargo me atrevería a agregar que el verdadero problema  es asegurarnos de que la botella no se encuentre vacía o que diciendo que contiene una cosa, contenga otra, lo que sin duda  resultaría todavía más perjudicial. Pues ese es efectivamente el riesgo del subjetivismo en el quehacer político, que nos vendan un producto con una etiqueta y en la práctica resulte distinto o incluso contrario… aunque <lo de hoy> es que todos sean iguales y los ciudadanos ya no prestemos el mínimo interés en encontrar las supuestas diferencias.

Habrá que recordarles a los políticos que es menester gastar la vida en servicio del bien común siendo congruentes con lo que dicen creer, camino único para revertir su alicaída reputación y recobrar la autoridad que debieran llevar implícita en su función…. y no sólo a ellos, sino que debemos reconocer que ese compromiso obliga a todos los que conformamos una comunidad, ciudadanos incluidos.
Se requieren liderazgos ciudadanos que sepan ver más lejos que los demás, y más importante aún, líderes que estén realmente decididos a vivir el camino que ellos mismos proponen…eso sí que genera autoridad que trasciende a la mera ostentación del poder…

… que sepan crear y transmitir una imagen limpia de la política y de la acción social y comunitaria  y que a base de una auténtica libertad logren construir una realidad de paz y de justicia…que permitan despertar consciencias mediante una actitud positiva, generosa… activa.


Sin embargo, esos líderes deben estar conscientes que la actitud justa y verdadera que se espera de ellos puede comportar sacrificio y la necesidad permanente de ir contracorriente… lo que obliga a no tener miedo al compromiso y al esfuerzo, y emprender un camino que implica constancia y fidelidad, pero,  que al final se ve compensado al transmitir ejemplo, esperanza, audacia y el coraje necesario para que entre todos resolvamos los grandes problemas que tenemos por delante. ¡Eso es ser políticos congruentes!


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