domingo, 26 de abril de 2015

“TRAS LA CONFIANZA CIUDADANA”


“TRAS LA CONFIANZA CIUDADANA”

La confianza es la esperanza firme que se tiene de alguien. No hay cosa más difícil que otorgar de nuevo la confianza a quien antes la ha defraudado. Se trata de un vínculo muy frágil que difícilmente vuelve a ser el mismo…más aún en una sociedad como la nuestra que se distingue por la desconfianza generalizada como punto de arranque.  Así desconfiamos de nuestros vecinos,  de los despachadores de una gasolinería, de personas con actitud sospechosa…de gente que parece ser buena. De unos más que otros…en fin, que desconfiamos de todo y de todos… pero mucho más de los políticos. ¡Piensa mal y acertarás! parece ser la máxima en esta materia. No hay incentivos –ni personales ni institucionales para confiar o dar crédito al otro-…la desconfianza como realidad inexorable y crónica que caracteriza nuestro vilipendiado sistema político.

Cualquier relación humana requiere un mínimo de confianza en el otro, sin embargo la relación política -que sin duda debiera ser la más nítida- implica con mucho mayor detalle esa esperanza en que el otro cumpla con lo prometido y sea congruente con los principios e ideales que dice representar.

Ahora que se ha intensificado el análisis y diagnóstico de los partidos en este tema, y se escucha machaconamente por todos lados que debe recobrarse la confianza ciudadana a como dé lugar como punto de partida de una estrategia electoral exitosa, valdría la pena hacerse algunas preguntas al respecto. ¿Qué significa recobrar  la confianza ciudadana? ¿Es un objetivo real y alcanzable por parte de los partidos políticos o es solamente un lugar común, parte del discurso o del argot de lo políticamente correcto? Creo que para alcanzar su confianza, no sé si para recobrarla, pues no tengo tan claro que alguna vez los ciudadanos la hayan tenido respecto de la clase política. Se requieren acciones radicales…de cambio verdadero…de consistencia. No valen los discursos ni las arengas. La confianza y más aún la ciudadana no se predica…solamente se practica.

Lamentablemente en México y en especial en Michoacán, la desconfianza y la decepción no solo sobre los políticos sino respecto de la ineficacia de nuestras instituciones es un mal sistemático y crónico que va en aumento. Los gobernantes y las instituciones han perdido su credibilidad…y eso no se soluciona con discursos o buenas intenciones, sino con hechos constantes y sonantes que demuestren de manera clara y contundente la decisión real de cambiar.  Es urgente dotar de contenido y significación las instituciones y ello implica que quienes las conforman, o al menos, quienes tenemos la oportunidad de incidir, lo hagamos y ya.


Creo que los partidos parten de un planteamiento incorrecto. Un partido (institucionalmente hablando) no puede por sí mismo recobrar la confianza de los ciudadanos…se requiere de la decisión y respuesta congruente de sus integrantes…y lo que es más importante… ¡que los ciudadanos queramos!, ¿qué están haciendo los políticos y sus partidos para que eso suceda? Lo demás es pose o al menos pura palabrería.


sábado, 18 de abril de 2015

“Y, ¿POR DÓNDE EMPEZAMOS?”


 “Y, ¿POR DÓNDE EMPEZAMOS?”

La lista de propuestas, de mejoras y de cosas y situaciones por corregir parece interminable. La casa está tirada y el escombro cubre y lo ensucia todo…pareciera que la labor de reconstrucción y el esfuerzo por retomar el camino de la normalidad fueran objetivos poco más que imposibles. El desgano, la impotencia y la desesperación pudieran asomar ante el tamaño de la misión. Entonces,  ¿cómo despertar la responsabilidad de participar ante las actuales circunstancias adversas?...

El gran reto político de hoy ante el colapso del tejido social en México y en Michoacán no consiste en encontrar soluciones que nos lleven a “tener más” sino a “ser mejores”. Como lo hemos sostenido repetidamente en este espacio, el problema de fondo es de corte humanista más que técnico. No se trata de hacer buenas obras, sino de ser buenos nosotros mismos…de nada sirve hacer mejor al mundo si nosotros no mejoramos como personas y como ciudadanos.

Han de buscarse soluciones que potencien las capacidades, que muevan de fondo. La superación de nuestros graves problemas sociales no procederán solamente de acciones que se dirijan a modificar la realidad exterior, pues eso no añade nada intrínseco a la forma de ser de las personas y por tanto a las instituciones que conformamos.
Y esa es una responsabilidad irrenunciable de los líderes… el problema es que existe una real crisis de liderazgo… al menos no se les ve dentro de la arena política…

Estoy convencido de que la sociedad tiene derecho a exigir mucha más responsabilidad a quienes pretenden erigirse en sus líderes y también a aquellos quienes están llamados a dirigir, y que, por una u otra razón no se han decidido aún. Hoy hacen falta…auténticos, generosos, nobles, con inquebrantable esperanza…confianza casi provocativa, serenos, que no se dejen arrastrar por la confusión generalizada y que no se dobleguen ante la tentación de “tener más”.

Vale empezar a construir las agendas y embarcarse a participar, pero mucho más importante y prioritario saber el qué  y para qué… Hoy, mucho activismo…quizá buenas intenciones, pero la coherencia escasa y la grandeza de ánimo - indispensable para sortear este bache histórico- no emerge por ninguna parte.

Los ciudadanos debemos entender que el liderazgo que hoy estamos llamados a ejercer es un fenómeno radicalmente personal y autobiográfico…no depende de las circunstancias cambiantes externas ni de quien ostente el poder…depende de nuestro modo fundamental…o calentamos el ambiente o nos enfriamos… Esa tarea de cada uno conlleva invariablemente al compromiso personal.

Y esos líderes que estamos llamados a ser, deben saber dar contestación al para qué de cada momento, lo que implica elasticidad y mano izquierda, pues cuando un fin se vuelve inalcanzable hay que preguntarse a que fin superior se subordinaba para descubrir nuevas posibilidades de acción o de actitud, moviendo a los demás por convencimiento…lo decisivo no será solo lo que hacemos, sino cómo lo hacemos.


¿Queremos influir positivamente en los demás?...ganemos en autoridad…sí, pero esa solo se adquiere no se impone…se inspira. 


sábado, 11 de abril de 2015

“RENUNCIAR A LA TENTACIÓN DE LA URGENCIA”



“RENUNCIAR A LA TENTACIÓN DE LA URGENCIA”

El período electoral se caracteriza por su fugacidad, su intensidad…cierto hostigamiento publicitario, proselitista…por su implacable negociación de intereses y posturas. Tiempo en el que emerge la tentación de querer brindar respuesta y solución en poco tiempo a los problemas y situaciones que se han enquistado desde hace mucho en nuestra realidad…

Ante ello, se requieren ciudadanos, muchos, que encabecen proyectos…no solo figuras, ni iluminados…sino líderes con credibilidad, frescura y congruencia que inspiren a los otros semejantes de a pie, a esos que no solo parezcan buenos sino que lo sean, a participar y ocuparse en lo que nos une y no en lo que nos hace distintos. En una y otra posición…en lo más profundo del torrente sanguíneo de la sociedad, teniendo la capacidad de lograr que cada cual baje su bandera y su causa para que se vea el proyecto común.

Muy protagonistas de su tiempo, pero que estén seguros que estamos llamados a trascenderlo, y por tanto a impregnar de calma y fondo el activismo político desenfrenado…que sepan el qué y el para qué de su frenesí y de su impulso. Que estén ciertos de que el paso firme viene dado por la cotidianidad y el trabajo constante y esforzado del día a día… no de la apantallante coyuntura política, menos la electoral…que sepan ir despacio porque tienen certeza de que vamos lejos.

Convencidos que los proyectos políticos que perduran son los que descubren el común denominador y tienen clara noción de lo que se quiere conservar, de lo que se quiere desterrar y lo que se necesita construir…y eso implica audacia intelectual y capacidad de reinventar la política dotándola de nuevo sentido…integrando a toda la gente decente que comparta ese cosquilleo de transformación social hacia una dirección definida. Aglutinando las aspiraciones de una ciudadanía que tiene obligación de madurar en su formación y en su conciencia, sin caer en el mito absoluto de la sociedad civil.


En definitiva pasar de la política de la mera protesta que nace como pregunta y no como respuesta…de la arenga a los hechos…de la auténtica emoción a la causa. Sí, de esa emoción que los indignados del 15m en España hablan y que “hace que el dolor se convierta en saber, el saber en querer, el querer en poder y el poder en hacer”…eso no lo he visto en este inicio de campañas…México y Michoacán reclaman compromiso sostenido y no atajos coyunturales…tiempo y espacio.


sábado, 4 de abril de 2015

“ANALFABETAS POLÍTICOS”



 “ANALFABETAS POLÍTICOS”


En la competencia por la conservación del poder, los partidos han renunciado a muchas cosas, entre ellas al pudor, a sus tradiciones ideológicas y lo que más los ha desorientado… a su propia lectura crítica de la realidad.

Las elecciones se han vuelto un auténtico mercado en el que se intercambian las mercancías… votos y políticas públicas. Los ciudadanos nos hemos convertido en meros clientes, lo que genera una desconexión con los verdaderos problemas de la colectividad, dificultando la comprensión de la política como resolución del conflicto. Mercadotecnia…pan…circo.

Las elecciones marcan el límite de lo que los ciudadanos podemos escoger y solo eso. El mensaje es claro… “vota y no te metas en política”.

El nivel de algunos candidatos propuestos es una franca ofensa a los electores y también a los militantes de los partidos políticos que hacen esas postulaciones. ¿Dónde queda la capacidad y la vocación de servicio público que la actividad política reclama?... ¿es en serio? es la pregunta que todos nos hacemos al conocer la noticia. Hay más capacidad de cinismo e imprudencia en la clase política… ¿hasta dónde llega la metástasis?

¿Porqué o, desde cuándo, las virtudes que son preferidas para la vida privada o individual (confianza, preparación, competencia, honorabilidad, etc.) se rechazan como válidas para la atención y dirección de la vida colectiva? ¿No debiesen pesar incluso más?

En el fondo se evidencia que el problema es el vaciamiento de la democracia…y la pasividad de los ciudadanos. Los políticos se encargan de la cosa pública y los ciudadanos nos dedicamos al consumo y al entretenimiento…al pan y al circo. Sí, a un pan escaso y a un circo cada vez más corriente y de ínfima calidad.

¿Puede cambiar algo cuándo permitimos que este tipo de cosas sucedan sin decir nada? Es imperativo alzar la voz, señalar el cinismo…gritar la necesidad de hacer de la corresponsabilidad una obligación…pero no callar, no tolerar el analfabetismo político que los partidos se obstinan en mantener. Ciudadanos que no se oyen, que no hablan, que no participan de los acontecimientos políticos, los cuales solo se sufren…y hoy encima desobligados de la cosa pública, dejamos la responsabilidad del destino común en manos de personajes de la farándula, eso sí auténticos, no hechizos como los que conforman nuestra clase política actual. 

Cabarateras, deportistas, cantantes, artistas de poca… o mucha monta…da igual! Famosos y muy conocidos…es lo que importa. Al pueblo pan y circo…y los ciudadanos analfabetas políticos, puritanos que compramos la idea de que la gente decente no se mete en política (pues la política es para los elegidos)… orgullosos y ensanchando el pecho al sostener que odiamos la política… Qué razón tiene Monedero cuando sentencia que  es radicalmente caprichoso dejar a los partidos que se encarguen del hardware de la sociedad mientras que los ciudadanos –ingenuamente creemos encargarnos del software… Increíble sinsentido!