sábado, 18 de abril de 2015

“Y, ¿POR DÓNDE EMPEZAMOS?”


 “Y, ¿POR DÓNDE EMPEZAMOS?”

La lista de propuestas, de mejoras y de cosas y situaciones por corregir parece interminable. La casa está tirada y el escombro cubre y lo ensucia todo…pareciera que la labor de reconstrucción y el esfuerzo por retomar el camino de la normalidad fueran objetivos poco más que imposibles. El desgano, la impotencia y la desesperación pudieran asomar ante el tamaño de la misión. Entonces,  ¿cómo despertar la responsabilidad de participar ante las actuales circunstancias adversas?...

El gran reto político de hoy ante el colapso del tejido social en México y en Michoacán no consiste en encontrar soluciones que nos lleven a “tener más” sino a “ser mejores”. Como lo hemos sostenido repetidamente en este espacio, el problema de fondo es de corte humanista más que técnico. No se trata de hacer buenas obras, sino de ser buenos nosotros mismos…de nada sirve hacer mejor al mundo si nosotros no mejoramos como personas y como ciudadanos.

Han de buscarse soluciones que potencien las capacidades, que muevan de fondo. La superación de nuestros graves problemas sociales no procederán solamente de acciones que se dirijan a modificar la realidad exterior, pues eso no añade nada intrínseco a la forma de ser de las personas y por tanto a las instituciones que conformamos.
Y esa es una responsabilidad irrenunciable de los líderes… el problema es que existe una real crisis de liderazgo… al menos no se les ve dentro de la arena política…

Estoy convencido de que la sociedad tiene derecho a exigir mucha más responsabilidad a quienes pretenden erigirse en sus líderes y también a aquellos quienes están llamados a dirigir, y que, por una u otra razón no se han decidido aún. Hoy hacen falta…auténticos, generosos, nobles, con inquebrantable esperanza…confianza casi provocativa, serenos, que no se dejen arrastrar por la confusión generalizada y que no se dobleguen ante la tentación de “tener más”.

Vale empezar a construir las agendas y embarcarse a participar, pero mucho más importante y prioritario saber el qué  y para qué… Hoy, mucho activismo…quizá buenas intenciones, pero la coherencia escasa y la grandeza de ánimo - indispensable para sortear este bache histórico- no emerge por ninguna parte.

Los ciudadanos debemos entender que el liderazgo que hoy estamos llamados a ejercer es un fenómeno radicalmente personal y autobiográfico…no depende de las circunstancias cambiantes externas ni de quien ostente el poder…depende de nuestro modo fundamental…o calentamos el ambiente o nos enfriamos… Esa tarea de cada uno conlleva invariablemente al compromiso personal.

Y esos líderes que estamos llamados a ser, deben saber dar contestación al para qué de cada momento, lo que implica elasticidad y mano izquierda, pues cuando un fin se vuelve inalcanzable hay que preguntarse a que fin superior se subordinaba para descubrir nuevas posibilidades de acción o de actitud, moviendo a los demás por convencimiento…lo decisivo no será solo lo que hacemos, sino cómo lo hacemos.


¿Queremos influir positivamente en los demás?...ganemos en autoridad…sí, pero esa solo se adquiere no se impone…se inspira. 


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