“Y, ¿POR DÓNDE EMPEZAMOS?”
La lista de
propuestas, de mejoras y de cosas y situaciones por corregir parece
interminable. La casa está tirada y el escombro cubre y lo ensucia todo…pareciera
que la labor de reconstrucción y el esfuerzo por retomar el camino de la normalidad
fueran objetivos poco más que imposibles. El desgano, la impotencia y la
desesperación pudieran asomar ante el tamaño de la misión. Entonces, ¿cómo despertar la responsabilidad de
participar ante las actuales circunstancias adversas?...
El gran reto político de hoy ante el colapso del tejido
social en México y en Michoacán no consiste en encontrar soluciones que nos
lleven a “tener más” sino a “ser mejores”. Como lo hemos sostenido
repetidamente en este espacio, el problema de fondo es de corte humanista más que
técnico. No se trata de hacer buenas obras, sino de ser buenos nosotros mismos…de
nada sirve hacer mejor al mundo si nosotros no mejoramos como personas y como
ciudadanos.
Han de buscarse soluciones que potencien las capacidades, que
muevan de fondo. La superación de nuestros graves problemas sociales no
procederán solamente de acciones que se dirijan a modificar la realidad
exterior, pues eso no añade nada intrínseco a la forma de ser de las personas y
por tanto a las instituciones que conformamos.
Y esa es una responsabilidad irrenunciable de los líderes… el
problema es que existe una real crisis de liderazgo… al menos no se les ve
dentro de la arena política…
Estoy convencido de que la sociedad tiene derecho a exigir
mucha más responsabilidad a quienes pretenden erigirse en sus líderes y también
a aquellos quienes están llamados a dirigir, y que, por una u otra razón no se
han decidido aún. Hoy hacen falta…auténticos, generosos, nobles, con
inquebrantable esperanza…confianza casi provocativa, serenos, que no se dejen
arrastrar por la confusión generalizada y que no se dobleguen ante la tentación
de “tener más”.
Vale empezar a construir las agendas y embarcarse a
participar, pero mucho más importante y prioritario saber el qué y para qué… Hoy, mucho activismo…quizá buenas
intenciones, pero la coherencia escasa y la grandeza de ánimo - indispensable
para sortear este bache histórico- no emerge por ninguna parte.
Los ciudadanos debemos entender que el liderazgo que hoy
estamos llamados a ejercer es un fenómeno radicalmente personal y
autobiográfico…no depende de las circunstancias cambiantes externas ni de quien
ostente el poder…depende de nuestro modo fundamental…o calentamos el ambiente o
nos enfriamos… Esa tarea de cada uno conlleva invariablemente al compromiso
personal.
Y esos líderes que estamos llamados a ser, deben saber dar
contestación al para qué de cada momento, lo que implica elasticidad y mano
izquierda, pues cuando un fin se vuelve inalcanzable hay que preguntarse a que
fin superior se subordinaba para descubrir nuevas posibilidades de acción o de
actitud, moviendo a los demás por convencimiento…lo decisivo no será solo lo
que hacemos, sino cómo lo hacemos.
¿Queremos
influir positivamente en los demás?...ganemos en autoridad…sí, pero esa solo se
adquiere no se impone…se inspira.
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