“TRAS LA CONFIANZA CIUDADANA”
La confianza
es la esperanza firme que se tiene de alguien. No hay cosa más difícil que
otorgar de nuevo la confianza a quien antes la ha defraudado. Se trata de un
vínculo muy frágil que difícilmente vuelve a ser el mismo…más aún en una
sociedad como la nuestra que se distingue por la desconfianza generalizada como
punto de arranque. Así desconfiamos de
nuestros vecinos, de los despachadores
de una gasolinería, de personas con actitud sospechosa…de gente que parece ser
buena. De unos más que otros…en fin, que desconfiamos de todo y de todos… pero
mucho más de los políticos. ¡Piensa mal y acertarás! parece ser la máxima en
esta materia. No hay incentivos –ni personales ni institucionales para confiar
o dar crédito al otro-…la desconfianza como realidad inexorable y crónica que
caracteriza nuestro vilipendiado sistema político.
Cualquier relación humana
requiere un mínimo de confianza en el otro, sin embargo la relación política -que
sin duda debiera ser la más nítida- implica con mucho mayor detalle esa
esperanza en que el otro cumpla con lo prometido y sea congruente con los
principios e ideales que dice representar.
Ahora que se ha intensificado el
análisis y diagnóstico de los partidos en este tema, y se escucha machaconamente
por todos lados que debe recobrarse la confianza ciudadana a como dé lugar como
punto de partida de una estrategia electoral exitosa, valdría la pena hacerse
algunas preguntas al respecto. ¿Qué significa recobrar la confianza ciudadana? ¿Es un objetivo real
y alcanzable por parte de los partidos políticos o es solamente un lugar común,
parte del discurso o del argot de lo políticamente correcto? Creo que para
alcanzar su confianza, no sé si para recobrarla, pues no tengo tan claro que
alguna vez los ciudadanos la hayan tenido respecto de la clase política. Se
requieren acciones radicales…de cambio verdadero…de consistencia. No valen los
discursos ni las arengas. La confianza y más aún la ciudadana no se
predica…solamente se practica.
Lamentablemente en México y en
especial en Michoacán, la desconfianza y la decepción no solo sobre los
políticos sino respecto de la ineficacia de nuestras instituciones es un mal
sistemático y crónico que va en aumento. Los gobernantes y las instituciones
han perdido su credibilidad…y eso no se soluciona con discursos o buenas
intenciones, sino con hechos constantes y sonantes que demuestren de manera
clara y contundente la decisión real de cambiar. Es urgente dotar de contenido y significación
las instituciones y ello implica que quienes las conforman, o al menos, quienes
tenemos la oportunidad de incidir, lo hagamos y ya.
Creo que los partidos parten de un
planteamiento incorrecto. Un partido (institucionalmente hablando) no puede por
sí mismo recobrar la confianza de los ciudadanos…se requiere de la decisión y
respuesta congruente de sus integrantes…y lo que es más importante… ¡que los
ciudadanos queramos!, ¿qué están haciendo los políticos y sus partidos para que
eso suceda? Lo demás es pose o al menos pura palabrería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario