“EL ESTADO 32”
Desde que
llegué a Michoacán hace ya muchos años, supe –que era cierto aquello que del el
decían- que era un estado especial, un
estado que se cuece aparte…un estado distinto. Su historia, desarrollo y
trascendencia así lo atestiguan.
En últimas fechas se percibe un
desánimo generalizado causado por la compleja problemática (social, económica,
política y de gobernabilidad) que nos
aqueja y que es por demás conocida, que se ha reflejado en un acostumbramiento
social hacia las condiciones que prevalecen actualmente.
Es lugar común el que decidamos
no salir por miedo a la inseguridad, el reparar nuestros vehículos por daños
por baches en las calles, el quejarnos por la calidad del agua y por las
marchas y los plantones, y por la aplicación aleatoria y selectiva de la ley…
te aseguro que a ti o a alguien cercano ya les ha tocado…y si no, no esperemos
sentados a que así suceda.
Los michoacanos hemos perdido la
dimensión y la seriedad de ver a nuestro estado en el lugar 32 de los índices y
mediciones en las distintas materias (seguridad, calidad de vida, nivel
educativo, desarrollo, competitividad, etcétera, etcétera)…siempre en el fondo,
al final… Los ciudadanos nos hemos acostumbrado y prácticamente resignado a la
inseguridad, al estancamiento económico, a la indiferencia de las autoridades,
a los pésimos servicios públicos que nos otorgan…a esperar todo del gobierno, a
ser subsidiados, a venerar la voluntad del gobernante en turno…a depender… a
justificar el fracaso… a ser los últimos en todo…
Yo en lo personal -y es la
invitación que hoy te extiendo- no me resigno ni me resignaré a ello.
Simplemente no lo merecemos. Estamos en la situación actual porque así lo hemos
permitido…nadie vendrá a hacer por Michoacán lo que nosotros como michoacanos
no hagamos.
Es momento de entender la
gravedad del asunto y de las repercusiones sociales, económicas y humanas que
tienen estos resultados sobre cada uno de los habitantes de este noble estado.
Es momento de pensar a futuro, de
romper las ataduras, los tabúes y los miedos que nos han impedido crecer como
sociedad…sí, retomar toda la flema y
el orgullo de ser michoacanos. De creer que las cosas pueden cambiar si así nos
lo proponemos y asumimos cada quien nuestra responsabilidad…así como ha empezado
a cambiar en otros estados del país, en el que la ciudadanía se ha decidido a
participar y a seguir luchando a pesar de los problemas y las dificultades.
…un sector de la sociedad civil y
de la clase empresarial lo ha empezado a entender…Michoacán es un pueblo
complejo, enigmático, ultra plural y en ello encuentra su riqueza y potencial.
Es urgente encontrar “ese algo”
que nos une como sociedad, eso que nos mantiene unidos a pesar de la diversidad.
Las diferencias y sus catastróficos resultados ya los conocemos y muy bien…son
la causa de que hoy seamos el estado 32...
Empeñémonos en encontrar las
similitudes, ¡tiene que haberlas! y si no, fijémoslas…construyamos desde ellas
para lograr consolidar un proyecto
básico y común que permita que Michoacán se distinga por todas sus cualidades y
no por ser el estado 32. Eso implica sumar, y sumar a todos, y lograr acuerdos,
y generar sinergias y voluntad política…pero sobre todo implica que si esta
última no existe…logremos los cambios a pesar de ella…es momento de que
prevalezca la voluntad ciudadana.
El activismo –al menos tal como se asume- no es solución sino agravamiento de lo ya padecido.
ResponderEliminarIntentaré explicarme:
Los directores de orquesta que quisiéramos ser -siguiendo el símil de lo expresado por Zander- estamos encajonados en esas tres partituras pues se nos vende la idea de que no hay más –como si tales partituras fueran las únicas posibles y como si las mismas hubieran respondido, responden o responderán previsiblemente a las expectativas generadas- y lo mismo ocurre a nivel mundial; nada más hay que observar lo que se vive hoy en los Estados unidos y Europa.
Dos aspectos fundamentales derivo de lo anterior: primeramente, la existencia de uniformidad en la aparente diversidad que venden los partidos políticos mayoritarios; en segundo lugar, el generar la expectativa de traer –desde diferentes caminos y visiones- el paraíso a la Tierra [Karl Popper].
Por más que se crean diferentes, la realidad es que las ofertas políticas existentes –de manera consciente o inconscientemente- se han visto atrapadas en la visión de pretender, de asumir como misión, el resolverle la vida a las personas.
De tal manera que la invitación a participar, el activismo, más que solución termina contribuyendo a agravar los problemas; antes, debe haber la reflexión acerca del papel que queremos asignarle al Estado; regresar al origen, como si del Medioevo tratáramos de escapar: ¿será acaso que estamos hundidos en “otro Medioevo”?
En los hechos nos debatimos en la falsa disyuntiva: ¿Más o menos poder al Estado para actuar directamente en la economía y “resolverle” la vida a los ciudadanos?; ese es en el fondo lo que se disputa desde quienes pretenden ser directores de la orquesta y, como producto directo, como creación Frankensteiniana, lo que es demandado a gritos por los ejecutantes y oyentes de la gran sinfonía, pues son, han sido o aspiran ser los beneficiarios de cada bacanal en que termina la euforia por hacer crecer el asistencialismo como fin en sí mismo.
¡Buenos deseos, buenas intenciones; malos resultados![Santiago Levi]
Pareciera que necesitamos crear una nueva partitura que seguir y dirijamos cada uno de nosotros la gran orquesta, cuando lo que ocurre es que en la euforia en que devino la irrupción de la Ilustración dimos un salto en el vacío; no hay más partitura que la que cada uno de nosotros llevamos en nuestro ser impresa y de la que somos los únicos responsables, abandonarnos y ceder para mendigar que otros sean quienes nos resuelvan los retos que nos plantea el vivir en la Tierra, no ha hecho sino crear al Frankenstein del que luego no encontramos forma de huir.
Seguir apostando por “más gobierno para resolverle la vida a la población”, venga de donde venga la propuesta, no hace sino ir agotando la “gallina de los huevos de oro” y alimenta el parasitismo social, nuestro Frankenstein.
ARMANDO GONZÁLEZ MENDOZA
mandoglezm@gmail.com
Muchas gracias Armando. Estoy de acuerdo... la política es mucho, pero mucho más que los partidos...no vale encasillarse en esas tres partituras como bien lo mencionas. Tampoco caer en un activismo desenfrenado. El cambio de paradigma a mi juicio, parte de reconocer y asumir -a través de leer objetivamente la realidad- el compromiso y responsabilidad de nuestro propio y personal protagonismo.
EliminarSaludos.
AGC