viernes, 1 de febrero de 2013

“EN MEDIO DEL POLVORÍN”


 
“EN MEDIO DEL POLVORÍN”
 

Por mucho tiempo defendí –no sin un dejo de idealismo y esperanza dulzona- el que la situación de inseguridad en Morelia y en Michoacán, sin dejar de ser real, tenía mucho de percepción magnificada o que al menos, se trataba de un tema de cierta estigmatización social…por supuesto que había datos duros que daban cuenta del problema, sobre todo desde el punto de vista de la delincuencia organizada y del narcotráfico…sin embargo muy focalizada en ciertas regiones y zonas históricamente peligrosas y conflictivas. Durante casi seis años escuchamos se trataba de un tema federal derivado de la estrategia del Presidente Calderón y la nula coordinación con el gobierno local. Hoy, el crecimiento desmedido de la actividad delictiva, se refiere principalmente a delitos del fuero común que inciden directamente en la vida de los ciudadanos…cada vez con mayor violencia, con mayor libertad, ante la ausencia de una autoridad realmente preparada y decidida a combatir el clima de impunidad que hoy nos domina.

Todos los días se escuchan historias y leyendas urbanas sobre extorsiones, cobro de derecho de piso, robos y asaltos violentos, secuestros…cada vez en círculos más cercanos y sin distinciones de ningún tipo….la criminalidad como negocio y como institución...como forma de vida…todo un lenguaje y un argot y realidad –antes surrealista, bizarra- ahora tolerada...resignadamente aceptada por los ciudadanos que ahora debemos contentarnos y agradecer el que los daños se limiten a las cosas materiales y no trasciendan al aspecto físico, a la privación de la libertad o incluso a la pérdida de la propia vida.

¿Hasta cuándo? hasta que se le palpa… se le vive…se le sufre y, se forma parte –tristemente-  de una estadística criminal que legitima para señalarla y denunciarla…

Debemos reconocer que hemos estado y estamos sentados en un verdadero polvorín. Michoacán atraviesa por una auténtica crisis económica, pero lo que es más grave, por una profunda crisis social, que vista objetivamente no será fácil de solucionar en el corto ni el mediano plazo, pues no se han puesto ni siquiera las bases para enderezar la ruta…el privilegio de lo urgente sobre lo verdaderamente importante…de la negociación de la ley…del desinterés por arreglar las cosas de fondo…de un sistema jurídico, cultural y político que no resuelve de fondo…que simula…

No es fácil la situación. Se requiere mucha prudencia, pero el doble de decisión, compromiso y claridad para hacerle frente. Altura de miras, ánimo conciliador y firmeza en la aplicación de la ley…auténtica gobernabilidad que contrarreste la obscena impunidad. Educación.

Como sociedad estamos fallando sin duda. Es inaceptable y muy desesperanzador que la edad promedio de los delincuentes ronde los 17 o 18 años, ¿dónde queda entonces la apuesta por el futuro? …encima me preocupa mucho más la falta de claridad y de definición de las estrategias y políticas públicas en materia de seguridad.  Al aceptar la escalada de la criminalidad en los últimos días, el Gobierno del Estado ha anunciado que la estrategia a seguir será reservada y estará alineada a la política federal...lo que definitivamente es aún más desalentador, pues el mismísimo Secretario de Gobernación ha reconocido como positivas las acciones de las autoridades comunitarias (grupos de pobladores armados, que hacen labores de policía y detención de presuntos responsables sobre todo en comunidades indígenas en el estado de Guerrero, o como del caso de Cherán en Michoacán), incluso señaló que dichas acciones de los particulares “coadyuvan con el estado en las tareas de vigilancia y seguridad”.

¡Carajo! Estamos en medio de un polvorín, a nadie le conviene apostarle a la autodefensa alegando usos y costumbres o coadyuvancia de los particulares. ¿O qué? ¿tendremos que armarnos todos para “coadyuvar” con las autoridades michoacanas y morelianas claramente rebasadas por los delincuentes?

Al estado le corresponde sin ninguna duda, el monopolio de la fuerza para mantener el orden. Los particulares podemos colaborar en la prevención de delito, pero de ahí a participar en labores de vigilancia y policía como lo aplaude el Secretario de Gobernación…es confundir papeles y responsabilidades, nada conveniente en la situación actual.

 
 

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