CAMBIO DE FOCO
En un extraordinario artículo de Javier Marías
publicado en El País Semanal titulado
¿Por qué quieren ser políticos?, y que
ha sido citado por diversos editorialistas en nuestro país, el autor consternado
y extrañado se hace esa pregunta, pues no se explica porqué una actividad tan
desprestigiada, pisoteada y con tanta mala fama sigue siendo atractiva para
algunos. Señala que a su modo de ver las cosas puede identificar cinco grandes grupos o razones que
mueven a los políticos a adentrarse o
mantenerse en esa ocupación: “a) sujetos mediocres que nunca podrían hacer
carrera -ni tener un sueldo- si no fuera en un medio tan poco exigente como la
política; b) sujetos que ven un modo de enriquecerse; c) sujetos que sólo ansían
tener poder, es decir, mandar y que la gente les pida favores; tener potestad
para denegar o dar y salir en televisión; en suma, ser "alguien";d)
fanáticos de sus ideas o metas que sólo aspiran a imponerlas; e) individuos con
verdadera vocación política, con espíritu de servicio, buena fe y ganas de ser
útiles al conjunto de la población y de mejorarle las condiciones de vida, de
libertad y de justicia”.
Esta opinión se suma a la de
Felipe González en una participación
académica en México el año pasado en la
que señalaba con preocupación la posición de la sociedad española de
generalizar el desprestigio de todo aquello relacionado con la política,
claudicando a realizar un análisis profundo y de distinción entre los políticos
vividores y los que en verdad tienen una auténtica vocación de servicio.
Pareciera haber en España todo un
movimiento político intelectual que independientemente de las posiciones
ideológicas pretende fomentar un resurgimiento y una revalorización de la
actividad política hacia su verdadero concepto, como una misión o vocación por
el bien común. Es una especie de respuesta de hartazgo por los
abusos, privilegios y corrupción de una clase política sin compromiso alguno
con la representación, sus ciudadanos y mucho menos con el interés social o
común.
¿Es en verdad la política una
actividad tan sucia, corrupta, deshonesta y despreciable de la cual debemos
alejarnos? , ¿dónde queda entonces su bondad y la legítima aspiración a lograr
mediante su ejercicio el mejoramiento de las condiciones de vida, de libertad y
de justicia de la sociedad?
Los interesados en mantener el
statu quo son los principales promotores de esta idea, de esa forma han logrado
mantenernos al margen de toda actividad política por temor a corrompernos o
ensuciarnos dentro de un sistema
<indecente> por decir lo menos. Exactamente la preocupación externada por
Felipe González, de que el sistema mismo sostenido por <gente buena>
desincentiva la participación de aquellos con verdadera voluntad política y espíritu de servicio.
Ya lo anticipaba Edmund Burke –el
gran parlamentario inglés- en su famosa frase: “lo único necesario para que el
mal triunfe, es que los buenos no hagan nada”. No nos extrañe entonces que una
minoría sea la que tome las decisiones más importantes de este país y de
Michoacán, mientras la <mayoría> se encuentra plácidamente alejada, por
comodidad, apatía o desprecio a la actividad política. Nos guste o no, siempre
habrá necesidad de que alguien ocupe ese lugar de autoridad, de nosotros
depende -según nuestras propias circunstancias- su correcta integración, si se
tiene vocación política, en la trinchera pública y si no, influyendo
positivamente para elegir a los mejores
representantes.
Creo que estamos demasiado
obstinados con las reformas estructurales e institucionales de nuestro sistema
político y social, no dudo de su importancia y trascendencia, sin embargo estoy
convencido de que el verdadero cambio debe darse a nivel personal. No podemos
pedirle “peras al olmo”, de qué sirve tener
instituciones inmaculadas desde el punto de vista jurídico-estructural,
si los sujetos que las conforman no están convencidos de su finalidad…tarde que
temprano terminarán encontrando la manera de “darle la vuelta” o torcer el
objetivo anteponiendo sus intereses personales a los de la colectividad. No
debemos quedarnos con argumentos <engañabobos> pretendiendo implementar
figuras o instituciones políticas considerando que serán la salvación de
nuestro sistema democrático, en todo caso, debemos aceptar que el sistema
democrático-representativo occidental se encuentra en una seria crisis, de ahí
el porque se presenten los mismos problemas y características de la clase
política señalados por Marías en todas las democracias del mundo,
independientemente de si cuenten o no con un sistema político institucional
consolidado, de avanzada o de primer mundo.
De nada sirve pues, cambiar las
reglas del juego ni la organización de las instituciones en nuestro país y en
nuestro estado, si los sujetos involucrados (autoridades y ciudadanos) seguimos
siendo los mismos, si desde el plano personal no se tiene la convicción del
porqué y para qué del poder, del porqué y para qué de la actividad política.
Necesitamos ideas claras, no tengamos miedo de entrar a la trinchera de lo
público, ahí es donde se nos necesita a los ciudadanos.
La invitación de Marías es
sumamente positiva pues propone canalizar ese descontento no descalificando a
todos los políticos por igual, sino identificándolos para apoyar a los que
verdaderamente tienen vocación política. No debe confundirse el compromiso con el bien
común y la responsabilidad en la construcción de la cosa pública (res publicae)
con la politiquería o la “grilla”…. Ahí es donde debemos estar y lograr que se
produzca ese cambio de foco, pasando de adjudicar la razón de nuestros males al
sistema o a las instituciones para asumir a cabalidad la responsabilidad personal
en el logro de un auténtico y perdurable cambio social, la actualidad
democrática de Occidente así nos los demuestra.
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