“¡NO NOS ACOSTUMBREMOS A PACTAR CON LA
MEDIOCRIDAD!”
Nunca he coincidido
con la frase que señala que “el pueblo tiene el gobierno que se merece”, más
bien, al contrario, considero que “el pueblo tiene el gobierno que permite”. A
veces como ciudadano me siento asfixiado, indefenso o imposibilitado para
exigir justicia, legalidad, transparencia, calidad, respeto o simplemente
sentido común en la actuación de las autoridades respecto a muchos de los
sucesos de la vida diaria, llámese vialidades, obras públicas, tránsito,
transporte público o cualquier relación gubernamental a través de trámites y
gestiones. Cierta sensación de
desesperanza, de impotencia por no encontrar respuesta o soluciones elocuentes
a nuestros problemas comunes por parte de la autoridad. Seguramente alguna vez
te ha pasado lo mismo estimado lector, y sinceramente me niego a aceptar y a
acostumbrarme a esa realidad como la única posible.
No nos acostumbremos a las obras
públicas poco transparentes y mal
hechas, a los servicios públicos deficientes y de pésima calidad so pretexto de
la falta de presupuesto, o a los proyectos mal planeados o sin visión que
generan caos en las ciudades.
No nos acostumbremos a la tomas y
plantones como único medio para dirimir nuestras diferencias, y menos aún al
discurso político fácil y frívolo que sostiene que no puede coartársele al
pueblo este derecho a manifestarse aún a costa de afectar a la mayoría….
No nos acostumbremos al hecho de
que los maestros sean movilizados a las calles para exigir sus demandas (aunque
en algunos casos sean legítimas) abandonando su responsabilidad para con los
miles de niños y jóvenes estudiantes…
No nos acostumbremos a un
transporte público desordenado, indigno, inseguro y ostensiblemente contaminante.
No nos acostumbremos a la
violación sistemática de los derechos básicos de los indígenas.
No nos acostumbremos a los desfalcos,
actos corruptos y a la aplicación discrecional de la ley, a esa desesperante
realidad llamada impunidad.
No nos acostumbremos al
endeudamiento excesivo y a la falta de claridad del destino de esos recursos.
No nos acostumbremos a la
injusticia de la pobreza ni a la insultante manipulación de las personas que se
encuentran en ella.
No nos acostumbremos al miedo, al
dolor, al sufrimiento de las víctimas o a la violencia inhumana e irracional de
la delincuencia.
No nos acostumbremos a los
gobiernos y administraciones de “bajo perfil”, insensibles, opacos y corruptos, bajo el argumento de que la
<política> es un cochinero y que todos sus actores son iguales…
No nos acostumbremos a ubicar el
nombre de Michoacán en los últimos niveles de todos los estudios y evaluaciones en materias de desarrollo
humano, económico y social (educación, competitividad, nivel de endeudamiento y
finanzas públicas, gasto en nómina, marginación y pobreza, salud, ecología,
seguridad, transparencia y rendición de cuentas).
Todo esto no es parte integrante
de nuestra cultura ni de la idiosincrasia mexicana o michoacana, sucede porque
así decidimos que suceda, lo permitimos, toleramos y a veces –indirectamente-
lo fomentamos.
No me resigno a aceptar la
complejidad de nuestra realidad como una suerte de destino manifiesto, ni
tampoco acepto el qué nuestros problemas sean tan grandes que no podamos
cambiarlos. Me parece que es una actitud que pretende justificar nuestra
inactividad y cobardía para enfrentar los retos que implica el <complicarse
la vida> inherente a la búsqueda del bien común. Pero para no acostumbrarnos
debemos involucrarnos, dejar el sofá… y eso implica reconocer nuestra
responsabilidad y compromiso, y alzar la voz, y proponer, y respetar al que
disiente, y tener la generosidad para adoptar las soluciones que convienen a
todos aunque no sea la ideal para mí… implica creatividad, preparación, entrega,
honestidad, lealtad, congruencia…Sí lo sé, valores hoy, políticamente
incorrectos…
Quisiera gritarte al oído que no
estemos esperanzados en que el cambio va a venir del gobernador, de los
diputados o alcaldes…. El cambio vendrá sin duda de los ciudadanos que hoy exigimos
congruencia y efectividad a las autoridades, con las que –conjuntamente-
debemos construir el proyecto de Michoacán que todos queremos.
Sí…hemos visto ya tantas cosas…pero
hay un Michoacán diferente y posible que
depende de nosotros los ciudadanos. ¡No
nos acostumbremos a… pactar con la mediocridad!
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