viernes, 31 de mayo de 2013

“DERECHOS HUMANOS: NECESARIA UNIDAD ENTRE LA PLURALIDAD Y EL PLURALISMO”


“DERECHOS HUMANOS: NECESARIA UNIDAD ENTRE LA PLURALIDAD Y EL PLURALISMO”

Cuando se habla de pluralidad, se hace referencia al hecho que reconoce la variedad o diversidad de los elementos que conforman un todo, idea que no resulta extraña considerando que la vida social está formada por personas distintas, seres enteramente otros. Es decir, lo natural de la sociedad es ser plural.

El pluralismo en cambio, es el principio que estima que esa pluralidad debe ser reconocida como estado necesario o normal de la sociedad. Constituye en sí mismo un juicio de valor mediante el cual se adopta una postura respecto de la organización misma del estado. Es la expresión más palpable del relativismo actual que pregona que cualquier idea, convicción o creencia es igualmente deseable sin importar su contenido ni su referencia a la verdad.

En un ambiente dominado por el relativismo, se corre el riesgo de reducir la verdad a la mera opinión. No hay de suyo nada bueno ni malo: o todo es aceptable o es la mayoría la que determina aquello que debe realizarse. La moral así entendida se reduce a una actividad meramente individual, un problema de conciencia –autónoma- que fija el contenido de verdad entre bien y mal, descartando todo criterio objetivo por sí mismo.

La legalidad y la moralidad se difuminan. La ley como expresión del pluralismo es pactada por las mayorías y su contenido no se determina con base en algo objetivo. De esa manera, una sociedad pluralista termina siendo una sociedad permisiva en la que la moral o la ética devienen en simples normas que representan el deber ser… en meras represiones, tabúes, imposiciones o convencionalismos sociales de los cuales es preciso liberarse. Ya se ve que el pluralismo tiene sus límites: solo puede predicarse respecto de lo meramente opinable, es imposible extenderlo a todos los órdenes ya que la sociedad requiere de ciertas verdades objetivas para subsistir como tal.

Es por ello que a nivel social no basta tan solo respetar la pluralidad, se requiere de la unidad que ordene a los integrantes de una comunidad hacia un objetivo o fin común. Esa es precisamente la función de los derechos humanos, que se constituyen en la actualidad como la liga o base común consensada que, independientemente de posiciones naturalistas o positivistas, orienta la actividad social hacia la consecución del fin que se comparte. Pero esos derechos humanos para serlo, tienen que estar referenciados y anclados a un principio objetivo y verdadero, y a unas ideas, y… a acciones congruentes que le den vida orientándolos al fin propio de la persona.

La finalidad de los derechos humanos es favorecer el desarrollo integral de la persona humana, potenciando todas las posibilidades derivadas de su condición. Instalan al hombre en la comunidad política dotándolo con un estatus congruente a su dignidad de persona que limita al Estado y  su poder orientándolo a su servicio. En otras palabras, los derechos humanos son la expresión jurídica de la dignidad humana que propugna por que el estado satisfaga las necesidades básicas del ser humano, siendo la primera el vivir en libertad y en condiciones adecuadas para el desarrollo de su personalidad.

En la práctica fungen como la órbita personal de la libertad, de la autonomía, de los derechos que al limitar al poder se constituyen en su propia fórmula de legitimidad política, y son en suma, la condición necesaria para que los hombres participen en libertad de los provechos del bien común público.  De ahí la necesidad de proyectarlos y aterrizarlos en condiciones de bienestar común y de acceso real para todos los ciudadanos.

En el caso de Michoacán se acerca una coyuntura importante pues estamos en pleno proceso de renovación del consejo ciudadano de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Se trata sin duda de una oportunidad de impulsar la institucionalización de esta noble y trascendental institución.

 

jueves, 23 de mayo de 2013

“EDUCACIÓN EN MICHOACÁN: ENCONTRAR LO COMÚN EN LA DIFERENCIA…TENDER PUENTES”


 
“EDUCACIÓN EN MICHOACÁN: ENCONTRAR LO COMÚN EN LA DIFERENCIA…TENDER PUENTES” 

Soy un fiel convencido de que el cambio cultural es el único medio que permitirá que los mexicanos y a los michoacanos resolvamos de fondo nuestra compleja situación actual. Se trata sin duda de un cambio de largo alcance con efectos a mediano y largo plazo…la cultura se crea a través de la educación. Además toda cultura está siempre en cambio y en apertura hacia otras expresiones…pero precisa la disposición a dialogar y escuchar a los otros.

Es verdad que el panorama de la educación en Michoacán no es nada alentador. Así lo atestiguan los principales indicadores y pruebas especializadas en la materia. La exclusión, la inequidad, la deserción, el crecimiento de la cobertura –muchas veces contaminada con visiones políticas-…en fin, la desvinculación de un sistema que no responde al nivel, a la calidad y a las características culturales y específicas de sus destinatarios y por tanto poco significativa…son problemas anclados de manera permanente en la realidad educativa formal de nuestro estado.

Tender puentes significa hacer un esfuerzo por dejar de lado nuestra sempiterna visión unilateral de la realidad para dar cabida a la posibilidad –de al menos- considerar la de los demás…de construir siempre hacia adelante, con el objetivo claro de llegar al otro lado partiendo de un punto común…de preocuparse más por lo que viene que por lo que ya pasó…de ir al futuro, pero siempre juntos.

Tender puentes implica superar la visión reduccionista que sostiene que el tema de la educación está restringido solo para los educadores y especialistas. Sino todo lo contrario, dada su importancia y repercusión… implica el compromiso de una responsabilidad compartida. Que se requiere revalorar la figura del maestro y recuperar su sentido de autoridad y dar seguimiento y acompañamiento permanente a cada uno de ellos…y recordarles su auténtica vocación como guías que no solo enseñan, sino sobre todo que viven con convicción y pasión lo que enseñan.

Tender puentes requiere entender que el objeto de la educación es la formación integral de la persona…que la formación en valores conlleva congruencia y su aplicación práctica en hábitos operativos que son las virtudes, y que por tanto, no basta con aspirar a la “excelencia académica” ni a cumplir objetivos, sino más bien aprender y enseñar a pensar, a ser críticos…llegar a descubrir la auténtica dignidad y vocación de servicio así como la personal responsabilidad para ser capaces de asumir las necesidades de los demás…pero siempre desde la visión del otro…respetando en todo momento su identidad. Es necesario, en palabras de Traslosheros, “renunciar al discurso maximalista que no sólo reivindica la propia posición como la única cierta, sino que exige el aniquilamiento del otro”.

El desarrollo educativo implica por tanto una mirada crítica hacia la historia y una actividad propositiva hacia el futuro…desde el inicio, y hasta el final del puente. Su construcción hoy pasa por el diálogo de las historias particulares de cada uno de sus protagonistas, llámense alumnos, maestros, familias, instituciones educativas, medios de comunicación…Implica una serie de interrelaciones personales e institucionales de mucha complejidad que implica a la sociedad ¡toda!

La educación así entendida es comunicación y crecimiento personal que llega a convertirse en cultura y fomenta la socialización entre todos sus integrantes contribuyendo en definitiva a la mutua comprensión y colaboración. La persona se forma no solo en la escuela o en la casa, sino mediante el respeto y la aceptación de los demás…la educación tiene una importancia fundamental para la formación de las relaciones interhumanas y sociales.

Tender puentes es… reconocer que la auténtica educación conlleva el personal protagonismo, el hacerse dueños de la propia historia…es saber que educar es crear siempre una novedad desde la realidad personal y social que somos…aceptar que la realidad se explica por la realidad histórica que se escribe con las propias decisiones en el hoy…es querer que la educación sea presente como un camino para seguir escribiendo la historia como una novedad… es amar la verdad independientemente de quien la diga…sabiendo que la verdad no es posesión sino encuentro…es en suma… crecer en humanidad.

En definitiva…tender puentes para la educación en Michoacán significa hoy…mantener la confianza de que a través del diálogo es posible una nueva realidad… y de que, a pesar del abismo –que parece abrirse en el tema y entre las distintas posturas-…no solo es factible encontrar lo común en la diferencia, sino que es obligatorio que comencemos desde ese punto en común su construcción.
 
 

jueves, 16 de mayo de 2013

“NI TANTO QUE QUEME AL SANTO, NI POCO QUE NO LO ALUMBRE. EL CASO MICHOACÁN”


 
 “NI TANTO QUE QUEME AL SANTO, NI POCO QUE NO LO ALUMBRE.  EL CASO MICHOACÁN”

En el momento en que escribo esta líneas, el grupo de normalistas atrincherados en la meseta purépecha que secuestró personas y cosas, no solo mantiene retenidos a elementos policíacos y unidades de transporte de personas y mercancías en total impunidad…sino que día con día aumenta su cuota y número en franca burla a la “autoridad”. Todo esto frente a la omisa e irresponsable respuesta de un gobierno estatal que pretende justificar –con la esperanza quizá de que la continua repetición del argumento y referencia a ese bien supremo al que llaman diálogo y gobernabilidad- llegará a convencernos en algún momento de que su concepto de legalidad no incluye la facultad discrecional de aplicar o no la ley dependiendo de la oportunidad y el  costo político que una decisión de este tipo les acarreé. Olvidando  que la inaplicación de la ley no es solo una falta al juramento y protesta formal al que la  constitución los obliga en su condición  de autoridades, sino una causal de responsabilidad tanto administrativa, política o incluso penal ante una omisión o falta grave en el cumplimiento de sus obligaciones básicas.

Por otro lado, y ante la compleja situación del Estado un grupo de senadores plantea la posibilidad de solicitar la declaratoria de desaparición de poderes en Michoacán. Sin duda una postura extrema para una situación que a su juicio es igualmente extrema… pero que, difícilmente prosperará. La figura de la desaparición de poderes es una atribución que la Constitución Política de nuestro país contempla para permitir la intervención federal en los asuntos de los estados que han caído en una situación de comprobada ingobernabilidad, que justifica –para proteger la integridad del pacto federal- que el Presidente de la República nombre a propuesta de una terna que le presente el Senado, un gobernador provisional con el encargo de convocar elecciones en un término máximo de 3 meses.

Queda claro que la declaración de desaparición de poderes no resuelve por sí misma los problemas, y aunque se orienta a suplir los vacíos de poder, al tener una carga política tan grande, poco o nada abona a la estabilidad institucional de un estado que,  “emproblemado”, omiso y tibio en su actuar, formalmente sigue funcionando. Esta figura ha sido invocada, desde su inclusión constitucional en 62 ocasiones, de las cuales solo se han materializado 4 casos en los procedió el nombramiento de nuevas autoridades…uno en la guerra cristera, otro por rebeliones en algún estado que obligó al gobernador y a sus diputados locales a huir o por la existencia de dos gobernadores en turno. En 1920 se solicitó para Michoacán sin éxito alguno.

Con esta iniciativa los senadores panistas pretenden asumir su juego logrando escalar el tema Michoacán a la palestra nacional ante el silencio y la inacción de la autoridad estatal, con  la intención de poner en la mesa e ir preparando el escenario (contemplado por la propia constitución del estado) que ante la falta absoluta del gobernador sean convocadas nuevas elecciones.

Valdría la pena en todo caso, más allá de un mero posicionamiento político, analizar seriamente medidas más realistas y contundentes y a mano localmente, como la desaparición de ayuntamientos. Medidas que tengan como finalidad realmente restablecer la gobernabilidad de las zonas y poblaciones en las que de facto han desparecido los poderes y que están  puntualmente identificadas, como el caso de los municipios de Cherán, Buenavista (La Ruana), etc. De esa manera, se podría evitar un mayor impacto negativo –al ya existente- tratando de resolver los michoacanos nuestros propios problemas político-institucionales, dejando para el apoyo federal la intervención inmediata en temas emergentes como pudieran ser la seguridad y el combate al crimen organizado mediante el apoyo del ejército o un posible rescate financiero a través de un ambicioso programa de inversión.

Entiendo y comparto la urgencia y sentimiento de orfandad y frustración…

 Sea este pues, un llamado a la cordura y objetividad a los actores políticos para que la solución intermedia que exige la realidad michoacana sea asumida a cabalidad con los ojos puestos en la estabilidad que este estado reclama… ni la tibieza e inacción de la autoridad para aplicar la ley, ni la generalización del estado de emergencia en Michoacán… ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre.
 
 

jueves, 9 de mayo de 2013

“ENCARAR EL CONFLICTO: MICHOACANOS DE HOY”



 “ENCARAR EL CONFLICTO: MICHOACANOS DE HOY”

                Ante la convulsa situación del estado surge inevitable la pregunta sobre qué hacer o cómo colaborar para superarla desde el personal punto de influencia. Al respecto valdría la pena preguntarse  con valentía si esta crisis por la que atravesamos tiene algo de positivo y si la realidad de Michoacán sería lo que es, si nosotros fuéramos lo que debiéramos ser.

Se trata de un planteamiento que pretende dejar atrás la pasividad o el conformismo ante la muy adversa situación que hoy nos ha tocado vivir. Sin duda la valía y la madurez ciudadanas se verán reflejadas en la respuesta y la actitud que adoptemos frente a los acontecimientos, por complicados que estos sean.

Hemos hablado en anteriores entregas sobre la importancia de la vigencia y aplicación irrestricta de las leyes… sin embargo este aspecto –aunque necesario- solo hace referencia al piso mínimo del cual debemos partir si aspiramos a un orden social básico…la legalidad tiene límites, debemos aspirar a más…¿y después qué?...llegar al fondo y al origen de los problemas que nos aquejan, que en el caso de Michoacán tienen su base en una tremenda injusticia social ocasionada por sus milenarias afrentas.

Es necesario encarar la realidad y atender nuestras problemáticas desde la igualdad…desde el convencimiento…desde la postura del otro… aprendiendo a respetar al que piensa distinto –sin transigir-. No es suficiente paliar los males a base de dinero o de prebendas (llámense apoyos o programas social, minutas, etc.) o de negociaciones y concesiones tremendamente injustas…se requiere la implicación personal y la real preocupación por el otro… un auténtico esfuerzo por entender a los demás…pero siempre partiendo de ese principio de respecto básico.

Más allá de conflictos de legalidad -que son la punta visible del iceberg-, se encuentran historias personales, testimonios de vida y de lucha que deben ser atendidos. Michoacán refleja en la mirada de su gente una tristeza y un miedo profundos…fruto del abuso y utilización del que han sido objeto. Detrás de la sangre caliente y del carácter fuerte y decidido de los michoacanos se encuentra una esperanza implacable que reclama respeto y atención... que exige el reconocimiento de una dignidad y la atención integral de aquello que hace libre y más grande al hombre, no solo de lo urgente o inmediato.

Y eso no lo han entendido ni lo entienden las autoridades que siguen <apagando fuegos> pero dejando residuos para un nuevo desastre……manteniendo vivo al enfermo sin otorgarle el tratamiento que le daría dignidad… postergando para que atienda el que venga…o al menos, errando la estrategia al querer corregir los efectos y no las causas…o es qué el sindicalismo o el magisterio abusivo, o los conflictos con los normalistas, o el narcotráfico, empezaron ayer?

Es imperativo trabajar para corregir las injusticias de nuestro estado, pero centrando los esfuerzos en que los michoacanos seamos mejores personas, que los medios utilizados permitan que crezcamos en humanidad…que entendamos nuestra dignidad. Es cierto que esto no es responsabilidad del estado, pues evidentemente lo trasciende-…es un compromiso de todos. No podemos permanecer al margen. Y hoy lo reitero, estoy convencido de que se requiere aplicar sentido y acción a esa disconformidad ciudadana…y eso bajo ninguna circunstancia supone una actitud idealista o <dulzona>…estamos llamados a buscar hacer realidad las ideas y sueños de los michoacanos, buscar un auténtico cambio social positivo…a escribir la historia. No hablar tanto, ¡hacerlo! Esto conlleva compromiso social y político en una época agitada, que más allá de tragedias, presenta grandes oportunidades.

Te dejo una frase de Federico Ozanam que hoy me ha golpeado: “No reneguemos del siglo en el que nos ha tocado vivir. La misión hoy en la sociedad es bien grave e importante…me alegro de haber nacido en una época en la que quizá tenga que hacer mucho bien”.

Hoy la realidad interpela y al mismo tiempo… nos desafía a asumir con carácter, la responsabilidad que como <michoacanos de hoy> tenemos.

martes, 7 de mayo de 2013

“CLIMA DE IMPUNIDAD: EL ESTADO CONTRA SI MISMO”



“CLIMA DE IMPUNIDAD: EL ESTADO CONTRA SI MISMO”

Ante los acontecimientos violentos y realmente surrealistas de los últimos días hemos oído hasta el cansancio frases como “hay que privilegiar el diálogo”, “el diálogo se agotó”, “es necesario aplicar es Estado de Derecho”. En verdad es indignante que se utilice el lenguaje con tanta dejadez e imprecisión. Al hablar de estos temas es necesario realizar algunas precisiones, ya que su abuso hace pensar que, o bien no se entiende el concepto o que se trata de simples líneas discursivas huecas y carentes de sentido para quien las utiliza.

En primer lugar el Estado de Derecho no se aplica, se construye…lo que se aplica es la ley. El Estado de Derecho se consolida en la medida en que la cultura de la legalidad se constituye como la regla general.

Es un derecho-deber del Estado reprimir y remediar el desorden causado por la acción delictiva. Las penas no solo tienen un fin de defensa del orden público y de garantía de la seguridad sino que además sirven como importantes instrumentos de corrección y de ejemplaridad social que fortalecen a las instituciones. Simplemente pensemos con qué legitimidad podrá multar un policía de tránsito al infractor de una falta menor como pasarse un alto o estacionarse en zona prohibida, cuando por otro lado se permite robar, secuestrar, cerrar, destruir o vandalizar  ordinariamente sin que exista la mínima consecuencia. Es lo que Reyes Heroles llama -en su columna de esta semana– desigualdad jurídica.

Coincido en que el diálogo y la legalidad no están peleados ni se excluyen mutuamente, sin embargo, en un estado democrático, el primero se subordina siempre a la segunda.

El derecho condiciona la actuación del Estado, pero también sus formas y contenido. Permite acciones predecibles… con su vigencia todos tenemos la certeza de que el poder del Estado está acotado a lo que marcan las leyes y de igual manera sabemos a qué atenernos pues las principales reglas de la convivencia están fijadas y publicadas de antemano. El Estado de Derecho garantiza justicia, protección de derechos humanos y facilita un desarrollo humano sostenible. Desde esta óptica es claro detectar que su ausencia genera por el contrario: injusticia, impunidad, indeterminación, estancamiento…justo lo que hoy vemos en México y en Michoacán.

La existencia de un Estado de Derecho también tiene una importante repercusión en la vertiente social, ya que su solidez depende de la prestación de servicios públicos de forma eficaz y equitativa (policía, justicia, elaboración de leyes, etc.).

Su fortalecimiento pasa en primer lugar por la aplicación estricta y constante de las leyes vigentes, pero no se agota ahí, sino que implica avances en otros rubros ligados al tema de lo que hoy en día se conoce como Gobernanza: el aumento de transparencia y rendición de cuentas, el combate a la corrupción, el empoderamiento de mujeres y niños, etc.

Si no se tiene un serio compromiso en la materia no se podrá  avanzar en él. Es muy sencillo, si queremos que prive el Estado de Derecho… pues apliquemos la ley, ¿es mucho pedir?  Pactos, acuerdos… más leyes, más acuerdos no sirven de nada si la autoridad no aplica y ajusta sus acciones y las de los ciudadanos, a los dictados de las normas de manera permanente… se requiere voluntad política y la firme convicción de aplicar la ley vigente oportunamente…nada más.

Preocupa la visión y la tibia y cobarde respuesta de la autoridad que insiste en que se puede ser tolerante en la aplicación de la ley…eso es imposible, la ley o se aplica o se viola, no hay de otra. No puede dosificarse ni aplicarse discrecionalmente, eso es lo que ha socavado la autoridad y legitimidad de nuestros gobernantes y de nuestras instituciones y ha sido causa de numerosas injusticias….

Condicionar la aplicación de la ley al agotamiento del diálogo o al desarrollo de acciones realmente cínicas convirtiéndolas en verdadero rasero, o, peor aún… la inacción…además de peligroso se constituye como una visión muy equivocada de la tolerancia y una manera cobarde de declinar de la propia responsabilidad.

El Estado de Derecho debiera ser una prioridad no solo en el discurso de coyuntura, sino como legado y herencia con un objetivo de trascendencia cultural…eso es real visión de Estado. Es una tarea a largo plazo e indudablemente requiere un esfuerzo y decisión intrínsecamente político…de voluntad…de hacer.

La solución es sencilla y está a mano y además…es una obligación del Estado (no es facultativa ni discrecional)  ¡aplicar la ley!...siempre,  a todos por igual, sin esperar que la realidad raye en el cinismo para actuar...pero a tiempo, pues fuera de oportunidad se convierte en impunidad.

Así, además de los millones de pesos en daños materiales, el impacto en la educación, el tiempo perdido de los ciudadanos, las afectaciones económicas a las empresas  y negocios… la pérdida de confianza y certeza de los inversionistas, de la paz y armonía social…consecuencias de por sí dramáticas… se suma el desprestigio y menoscabo de autoridad y legitimidad de un Estado que declinando de su obligación legal en la actual crisis, conspira contra sí mismo.