“CLIMA DE IMPUNIDAD: EL ESTADO CONTRA SI MISMO”
Ante los
acontecimientos violentos y realmente surrealistas de los últimos días hemos
oído hasta el cansancio frases como “hay que privilegiar el diálogo”, “el
diálogo se agotó”, “es necesario aplicar es Estado de Derecho”. En verdad es
indignante que se utilice el lenguaje con tanta dejadez e imprecisión. Al
hablar de estos temas es necesario realizar algunas precisiones, ya que su
abuso hace pensar que, o bien no se entiende el concepto o que se trata de
simples líneas discursivas huecas y carentes de sentido para quien las utiliza.
En primer lugar el Estado de
Derecho no se aplica, se construye…lo que se aplica es la ley. El Estado de
Derecho se consolida en la medida en que la cultura de la legalidad se
constituye como la regla general.
Es un derecho-deber del Estado
reprimir y remediar el desorden causado por la acción delictiva. Las penas no
solo tienen un fin de defensa del orden público y de garantía de la seguridad
sino que además sirven como importantes instrumentos de corrección y de
ejemplaridad social que fortalecen a las instituciones. Simplemente pensemos
con qué legitimidad podrá multar un policía de tránsito al infractor de una
falta menor como pasarse un alto o estacionarse en zona prohibida, cuando por
otro lado se permite robar, secuestrar, cerrar, destruir o vandalizar ordinariamente sin que exista la mínima
consecuencia. Es lo que Reyes Heroles llama -en su columna de esta semana–
desigualdad jurídica.
Coincido en que el diálogo y la
legalidad no están peleados ni se excluyen mutuamente, sin embargo, en un
estado democrático, el primero se subordina siempre a la segunda.
El derecho condiciona la
actuación del Estado, pero también sus formas y contenido. Permite acciones
predecibles… con su vigencia todos tenemos la certeza de que el poder del Estado
está acotado a lo que marcan las leyes y de igual manera sabemos a qué
atenernos pues las principales reglas de la convivencia están fijadas y
publicadas de antemano. El Estado de Derecho garantiza justicia, protección de
derechos humanos y facilita un desarrollo humano sostenible. Desde esta óptica
es claro detectar que su ausencia genera por el contrario: injusticia,
impunidad, indeterminación, estancamiento…justo lo que hoy vemos en México y en
Michoacán.
La existencia de un Estado de
Derecho también tiene una importante repercusión en la vertiente social, ya que
su solidez depende de la prestación de servicios públicos de forma eficaz y
equitativa (policía, justicia, elaboración de leyes, etc.).
Su fortalecimiento pasa en primer
lugar por la aplicación estricta y constante de las leyes vigentes, pero no se
agota ahí, sino que implica avances en otros rubros ligados al tema de lo que
hoy en día se conoce como Gobernanza: el aumento de transparencia y rendición
de cuentas, el combate a la corrupción, el empoderamiento de mujeres y niños,
etc.
Si no se tiene un serio
compromiso en la materia no se podrá
avanzar en él. Es muy sencillo, si queremos que prive el Estado de
Derecho… pues apliquemos la ley, ¿es mucho pedir? Pactos, acuerdos… más leyes, más acuerdos no
sirven de nada si la autoridad no aplica y ajusta sus acciones y las de los
ciudadanos, a los dictados de las normas de manera permanente… se requiere
voluntad política y la firme convicción de aplicar la ley vigente
oportunamente…nada más.
Preocupa la visión y la tibia y
cobarde respuesta de la autoridad que insiste en que se puede ser tolerante en
la aplicación de la ley…eso es imposible, la ley o se aplica o se viola, no hay
de otra. No puede dosificarse ni aplicarse discrecionalmente, eso es lo que ha
socavado la autoridad y legitimidad de nuestros gobernantes y de nuestras
instituciones y ha sido causa de numerosas injusticias….
Condicionar la aplicación de la
ley al agotamiento del diálogo o al desarrollo de acciones realmente cínicas
convirtiéndolas en verdadero rasero, o, peor aún… la inacción…además de
peligroso se constituye como una visión muy equivocada de la tolerancia y una
manera cobarde de declinar de la propia responsabilidad.
El Estado de Derecho debiera ser
una prioridad no solo en el discurso de coyuntura, sino como legado y herencia
con un objetivo de trascendencia cultural…eso es real visión de Estado. Es una
tarea a largo plazo e indudablemente requiere un esfuerzo y decisión
intrínsecamente político…de voluntad…de hacer.
La solución es sencilla y está a
mano y además…es una obligación del Estado (no es facultativa ni
discrecional) ¡aplicar la
ley!...siempre, a todos por igual, sin
esperar que la realidad raye en el cinismo para actuar...pero a tiempo, pues
fuera de oportunidad se convierte en impunidad.
Así, además de los millones de
pesos en daños materiales, el impacto en la educación, el tiempo perdido de los
ciudadanos, las afectaciones económicas a las empresas y negocios… la pérdida de confianza y certeza
de los inversionistas, de la paz y armonía social…consecuencias de por sí dramáticas…
se suma el desprestigio y menoscabo de autoridad y legitimidad de un Estado que
declinando de su obligación legal en la actual crisis, conspira contra sí
mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario