“¿HASTA CUÁNDO LO PERMITIREMOS?”
Los “plantones” y “bloqueos” de ayer en la ciudad de Morelia
no representan ninguna novedad para los que aquí vivimos. Nos hemos
acostumbrado a ellos y a muchas cosas más incluyendo la prestación de malos y
deficientes servicios públicos -el de la legalidad primero-. Los ciudadanos
hemos sucumbido ante la cultura imperante por prisa, dejación o por franca
complicidad. Todos nos quejamos…”la tiranía de las minorías”, “somos más la gente
buena”…pero debemos reconocer nuestra parte de responsabilidad en la
consolidación de esa nociva y perniciosa cultura de manifestación que hace del
chantaje y de la afectación general su clave de éxito…el pueblo contra sí
mismo.
No veo a la autoridad poniendo
orden ni haciendo respetar los derechos de los michoacanos, ni mucho menos
alzando la voz…solo un grupo de burócratas que reaccionan mecánicamente,
tratando de sortear imbécilmente las “tomas” o “plantones” mientras se instala
la “mesa de negociación”, para una vez llegado el acuerdo firmar la “minuta”, lo
que en la práctica supone la concesión de prerrogativas o beneficios a los
manifestantes, posponiendo en definitiva la solución a los conflictos de
siempre, con los mismos de siempre…los que han hecho del sistema
político-social de Michoacán su forma de vida.
Pareciera que en cada marcha o
plantón se disipara la responsabilidad, dando lugar a su vulgar aceptación como
parte de una cultura de manifestación hoy tan ilegal como cotidiana. Una
sucesión de noticias que se repiten iguales en todas las ocasiones, conformando
un ciclo negativo perpetuo: plantón…afectación…negociación…crítica y quejas de
los perjudicados en los periódicos…nuevo plantón. Un ciclo interminable que una
y otra vez vulnera la poquísima “autoridad” y legitimidad de nuestras
instituciones.
Seamos claros, las cosas por su
nombre. Basta de eufemismos que suavizan las palabras y conceptos, justificando
la complicidad: Se trata de plantones y secuestros, muchas veces (de bienes y personas)…acciones tipificadas como faltas
administrativas o delitos, así expresamente contempladas en las leyes y que por
lo tanto las autoridades deben hacer cumplir, al menos en teoría.
Mucho se ha hablado de la
necesidad de regular marchas y manifestaciones, sin embargo hoy en día, las
leyes vigentes en Michoacán prohíben ese tipo de cierres a la vialidades…pero a
pesar de ello la autoridad los permite, en lo que constituye una franca omisión
a su deber de conservar el orden público y la vigencia de los derechos humanos
de los ciudadanos. Piénsese en el derecho al libre tránsito, al derecho a la
salud de quien desde una ambulancia estanca su paso al hospital…o, el derecho
al trabajo de los que se ven afectados por el cierre de sus fuentes de
empleo…así la lista de derechos vulnerados sería muy amplia.
Ante este escenario es menester
que aceptemos la realidad social actual y entendamos que ser ciudadanos de hoy
en Michoacán implica comprometerse, actuar, hacer valer y exigir con fuerza
nuestros derechos y al mismo tiempo cumplir congruentemente con nuestras
obligaciones…complicarse la vida.
Sigo considerando, a pesar de la
debilidad del gobierno y de sus instituciones,
que el nuestro es un estado de leyes –al menos formalmente-, y mientras
se albergue esa esperanza, creo que tenemos el compromiso de intentar el cambio
de paradigma cultural…de luchar por los mismos medios e instrumentos que el derecho y las leyes nos
proporcionan a los ciudadanos para mantener en su cauce el actuar arbitrario,
omiso y timorato de la autoridad.
Ayer, un grupo de ciudadanos ha
puesto el ejemplo presentando una demanda por las omisiones de los legisladores
federales al incumplir los plazos para la emisión de nuevas leyes relacionadas
con las candidaturas independientes. Exigen su responsabilidad dentro de un
sistema jurídico que la contempla en el papel, pero que la niega en la
práctica. Será muy interesante seguir el asunto y ver cómo lo resuelve el Poder
Judicial…eso es cultura de exigencia y de rendición de cuentas.
¿Qué esperamos en Michoacán?...¿por
qué no empezamos a presentar quejas ante la Comisión Estatal de los Derechos
Humanos por la omisión de la autoridad en el cumplimiento de sus deberes
esenciales que traen como consecuencia el que se vulneren nuestros derechos
fundamentales?...¡algo tiene que pasar!
...justificaciones hay muchas y
de todo tipo… y la pregunta seguirá en el aire… ¿hasta cuándo?...Hasta qué los
ciudadanos lo permitamos, pues hay medios jurídicos a mano...
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