“ILEGAL, PERO LEGÍTIMO… EL FIN JUSTIFICA LOS
MEDIOS: ESPEJISMO EN MICHOACÁN”
Apenas el lunes pasado en una reunión con el Gobernador y el
Comisionado para la Paz y Desarrollo en Michoacán, aturdido todavía por el
aviso que daban las autoridades de que habían firmado un compromiso para llevar
a la legalidad a las autodefensas, escuché de María Elena Morera (quien
testificó la firma de ese acuerdo en Tepalcatepec) una frase lapidaria al
referirse a ese fenómeno, son “ilegales
pero legítimas”.
La frase es absolutamente cierta,
incluso reconozco que al principio la asumí sin más como una explicación lógica,
pues además se suma a la de otros actores como la de Vivanco (de Human Rights
Watch) que por esas mismas fechas desde Nueva York señalaba que las
autodefensas eran un “mal necesario”. Sin embargo a poco que se reflexione en ella se descubre el auténtico drama de
nuestro sistema social y político. Sistema que recurre permanentemente a la
simulación y al recurso de legalizar todo con tal de solucionar los problemas…
que demuestra que estamos dispuestos a conservar una realidad que apuesta
constantemente a la excepción por falta de valentía al afrontar el fondo de las
cosas…de preferir al “apagafuegos” por sobre el estadista.
Estoy convencido de que el
Gobierno Federal en su intento por solucionar el conflicto de Michoacán
equivocó las formas al firmar un acuerdo (o lo que sea) con el grupo de
autodefensas como miras a legalizar su situación. Me explico. Sin entrar a una
valoración ética, tan ilegal las autodefensas como los maleantes que combaten.
Es irrefutable que ambas son actividades ilegales, podrá discutirse el grado de
cada una, pero no el hecho de que están
prohibidas por la ley. De ninguna manera puede justificarse alguna de las
posiciones, a lo sumo tendremos elementos para entenderlas como fenómeno.
¿El estado acordando con un grupo
en flagrante ilegalidad? ¿Acordando bajo presión por su levantamiento armado
–aun legítimo-? … lo que importa es resolver el problema como sea… ¡pragmatismo
político puro! ¿Y el derecho?...cierto que va siempre atrás de la realidad
social, pero en este caso en concreto ya existía regulación, el problema era su
inaplicación, su falta de vigencia.
Desde el punto de vista jurídico
es muy discutible la validez de semejante documento, desde el político, la
apuesta es muy grande por el enorme riesgo de un posible incumplimiento…sin más
al día siguiente ya habían surgido nuevos grupos distintos a los firmantes y
los líderes alardeaban “que al gobierno
no lo quedó de otra”.
El mensaje que se envía es el de
un tratamiento diferenciado, un tanto maniqueo pues en la práctica señala a su
juicio quiénes son buenos y quiénes son malos, y lo más preocupante es que
refrenda la realidad de que en México todo es legalizable…todo puede
regularizarse…incluso aquella conductas que violan las leyes, por legítimas que
puedan ser sus consignas. O que
cualquiera puede arrogarse funciones básicas del estado argumentando omisión
gubernamental…en fin que bajo esa premisa el derecho siempre pierde y damos
cabida de manera institucional a todos los “Robin Hood” modernos. Se
desperdicia así una magnífica
oportunidad para fijar precedente en un caso modelo sobre el requisito -hoy
esencial para nuestro país - que es la construcción de un auténtico Estado de
Derecho.
Podrá objetarse que la situación
es extremadamente complicada, que no había otra opción, que es una actitud
formalista o purista del derecho. Aclaro que no estoy en contra de los resultados
o del objetivo, de hecho coincido, en que dada la base y aceptación social del
fenómeno de las autodefensas, era necesario invitarlas a formar parte del orden
establecido, sacándolas de la ilegalidad, pero cuidando las formas y los
medios. Sentándose a dialogar sí, pero en situación de cumplimiento de la ley,
deponiendo previamente las armas… sin presión ni pretexto para exigir después
que las demandas legítimas por los canales institucionales adecuados…sin
fomentar la excepción como regla.
Me parece riesgoso que el
discurso pretenda centrarse en un debate entre
legitimidad y legalidad…es jugar
en la cuerda floja, pues en la práctica lleva a justificar la legalización de
lo ilegal. Siendo que justamente la ausencia de legalidad (en todas sus formas:
impunidad, incumplimiento de leyes, corrupción etc.) es la que ha generado la
deslegitimación de la propia “autoridad”.
Es peligroso más aún, porque
todos pudiéramos alegar la legitimidad de nuestras causas. Justificar así los
fines permite utilizar cualquier medio para conseguirlos. Debemos entender que
el caso de Michoacán consiste precisamente en la desatención y postergación de
soluciones de fondo…que hoy estallan violentamente. Es urgente poner orden, ¡por
supuesto! Pero no a costa de lo que sea
y como sea. De nada servirá forzar cierta apariencia de orden si no se
va al fondo. Si no se reconstruye…si no se fortalecen las instituciones
sociales y políticas comunitarias locales
-incluyendo por supuesto al estado- y eso implica congruencia en las
medidas que se toman.
En esta situación –aun siendo
hasta cierto punto extrema- es tan importante el fondo como la forma. El fin
nunca justificará los medios. Mucho menos en temas jurídicos tan claros como el
actual, que evidencia la omisión y renuncia del estado a una de sus funciones
esenciales como es brindar seguridad a sus ciudadanos, lo que en la práctica ha
generado vacíos de autoridad…ausencia del estado. Y la ausencia de Estado se soluciona con
Estado, fortaleciéndolo, dignificándolo, legitimándolo…la decisión de convenir
con ellos (aunque el fin fuera bueno), flaco favor le hace al Estado pues lo
deja en una posición de mayor debilidad en la que se expone como incapaz de
hacer valer las leyes por sí mismo ante un grupo que- aunque legítimo- no deja
de ser ilegal. Es pues el camino fácil que en lugar de sentar precedente al
cumplir cabalmente las leyes y utilizando las figuras e instituciones
previstas, ataja la posibilidad del cambio reduciéndola a más de lo mismo, pues
no resuelve de fondo el asunto sino que lo patea generando un complicado
escenario regional y nacional.