“EL CONFLICTO
MICHOACANO EN CLAVE DE DERECHOS HUMANOS: TEORÍA Y PRÁCTICA”
Como michoacano duele el nombramiento de un comisionado
especial por parte de la Federación pues hace patente lo que ya era muy evidente,
la debilidad e inviabilidad no solo del actual gobierno...sino de la estructura
del estado en general. A nadie le gusta ver de manera tan disminuidas sus
instituciones…aunque no se coincida con quienes las encabezan. Es una pena que
tuviéramos que llegar a ese extremo, pero también me queda claro que era la
única salida a estas alturas.
Debo confesar que como abogado
siempre he propugnado por el restablecimiento de la paz y del orden públicos a
través de la aplicación irrestricta de
la ley. Hoy, ante el complicado y dramático escenario real del conflicto me
invaden sentimientos encontrados.
Por supuesto, que celebro la
decisión de las autoridades de retomar el control del territorio y de la seguridad,
es un hecho que eso debería suceder tarde o temprano. Por principio de orden y
de subsistencia, el Estado, con todo su poder y medios a su alcance, debe
recobrar su vigencia.
Al mismo tiempo pienso en las
víctimas del conflicto, michoacanos de carne y hueso que sufren las
consecuencias de manera directa…angustia, dolor, muerte…indefinición…desplazamiento…en
fin una carga emocional y física importante. Son ellos, y nosotros los que
permaneceremos aquí una vez que se recobre el control de la situación. El tema
de fondo no es en sí mismo el control por el poder, que aunque vital, no
constituye el problema. El problema es el drama humano, de sociedades y pueblos
que han tenido que recurrir a posiciones extremas ante la ineficacia de sus
reclamos y exigencias, a una forma de vida que sojuzga, que oprime…que ignora.
De personas que han aceptado en algunos casos la violencia como forma de vida,
que han convivido con actividades ilícitas o ilegales, o que son huérfanos de
una guerra que inició ya hace algunos años. Que conforman ese tejido social
roto y fragmentado…dolorido. El reto no es desarmar y controlar…eso se dará,
aunque sea a la fuerza. El reto es ayudar a recobrar a los michoacanos, su
esperanza, su desarrollo…en gran medida su dignidad. Michoacán hoy se debate
por recobrar no solo su paz y orden, sino su identidad y dignidad.
Entender así el conflicto deja
atrás, muy atrás, la fría salida jurídica…Sí…recobrar el control, pero no a
costa de cualquier cosa…hay muchas personas en juego. Debemos vislumbrar ya el
tema de la pacificación, de la reinserción de todos aquellos que formamos
Michoacán… de reconstruir este estado a partir de lo que somos y queremos ser.
Sentimiento de impotencia ante la
situación… ¿qué hacer desde la propia posición? Parece que no hubiera muchas
opciones…por lo pronto, tratar de incidir en lo propio de cada uno. El camino
será largo, vale la pena irse poniendo en marcha.
Hoy descubro que velar por los
derechos humanos no solo es velar por verlos materializarlos en la práctica… no
solo en el aspecto jurídico (que es la base) sino más allá…verlos
vivos…incidiendo y tocando la realidad de sus titulares...sin olvidar que son
ante todo medios para preservar lo más importante…que es la propia persona, el
hombre mismo.
En situaciones extremas como la
que vivimos hoy en Michoacán puede constatarse claramente la facilidad para que
las cosas se salgan de control…Es indispensable se observen los límites y
alcances establecidos para evitar abusos por parte de la autoridad sin que ello
signifique restringir su labor. Especialmente
cuidar de la población civil que padece
el conflicto pues son los más vulnerables…la situación nos urge a todos. El
sentido de responsabilidad debe movernos a la acción…no se vale permanecer
inmóviles ni indiferentes…hoy eso es alta traición.
Vale la pena reflexionar sobre la
responsabilidad de cada uno de nosotros- claro de ninguna manera directa- sobre
lo que hoy sucede en nuestro estado...descubrir que consciente o
inconscientemente hemos tolerado y permitido que nuestra sociedad llegue a ser
lo que hoy es.
La vigencia y realidad de los
derechos humanos en Michoacán se debate en esa delgada, y extremadamente
difícil línea, que divide la teoría y la
práctica.
- El Autor es consejero ciudadano de la CEDH.
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