“ESTAR AHÍ”
Durante la
semana, tuvimos la oportunidad de realizar –como consejo de la CEDH- un
ejercicio novedoso. A solicitud del presidente, se nos presentaron a opinión
consultiva del consejo dos asuntos relacionados con quejas sobre violación de
derechos humanos. La relevancia del caso estribaba supuestamente, en que los
probables responsables de los actos violatorios era personal de la propia
comisión. Se nos entregaron sendos expedientes de cientos de cuartillas para su
estudio. Con la intención de tener conocimiento directo del asunto, solicitamos
se citara a las partes para escuchar la postura de cada una de ellas. El
Consejo emitiría opinión sobre la responsabilidad o no del personal de la
comisión, no sobre la resolución que había dictado la CEDH para atender el
fondo del asunto.
Así, comparecieron por separado
los ciudadanos quejosos y el personal de la comisión, y tuvimos oportunidad de
conocer de viva voz sus problemáticas, las amenazas sufridas, el desinterés y
desatención de las autoridades responsables… Sin duda problemas reales, pero
sobre los cuales no estábamos decidiendo…pues las quejas que resolvíamos fueron
aceptadas y orientadas hacia la posible responsabilidad del personal de la CEDH
por cuestiones meramente procedimentales.
Sobre ambas quejas opinamos que
no había lugar para emitir recomendación. Eran notoriamente improcedentes y no
debieron haberse admitido nunca…los ciudadanos debieron ser orientados y
canalizados hacia otras vías, pero fueron utilizados…
Es triste percatarse que
instituciones tan nobles derrochen esfuerzos y recursos –muy limitados por
cierto- para dirimir conflictos y pugnas internas, perdiendo de vista su
principal razón de ser, que es el propio ciudadano. Este es, sin duda, un pequeño
ejemplo pero que refleja fielmente la realidad institucional de Michoacán.
Las instituciones se mantienen en
una dinámica y en una lógica distintas a la de los ciudadanos, que en muchos
casos parecieran ir en sentidos opuestos generando desconfianza e incredulidad
ante la escasa eficacia para procesar y resolver las exigencias y verdaderos
problemas. En el fondo, existe una disociación entre los intereses de poder
público y la de los ciudadanos…una falta de acuerdo en el objetivo y los fines
que perseguimos, en la que debiera ser nuestra meta común. No hablamos el mismo
lenguaje.
La autoridad ha perdido la
sensibilidad ante la exigencia ciudadana de justicia, de atención, de sentirse
tomado en cuenta y respetado…y los ciudadanos que reclamamos atención, respeto…soluciones…y
que muy en el fondo propugnamos por identidad, hemos perdido la sensibilidad,
por apatía o por desencanto, de implicarnos personalmente para cambiar nuestra
realidad.
Ante ello, es necesario dar
acompañamiento permanente a los ciudadanos… Fortalecer de tal manera al Estado
que nos sintamos arropados o protegidos por él. Que nos sepamos aliados y
actuemos como corresponsables en la vital tarea de conseguir el bien común. No
en un sentido absorbente –estatista- , sino en la justa y mínima medida para
que nos identifiquemos con nuestras instituciones. Hace falta que volvamos a
confiar…que nos impliquemos.
Uno de los principales problemas
estructurales del estado es la falta de identidad. Es evidente. Ante el
escenario actual quién puede sentirse orgulloso o identificarse con las
instituciones….al contrario, hay un sentimiento de repulsión y de rechazo…la
acción política se reduce así a la resignación, aceptación y sufrimiento de una
realidad dada. Sin embargo, estoy seguro que hoy Michoacán está cambiando para
bien. El futuro inmediato de nuestro estado nos presenta un escenario
impresionante y una oportunidad histórica para recomenzar, para reconstruir y
reconformar esas instituciones.
¿Queremos sentirnos identificados
con nuestras instituciones michoacanas?, pues conformémoslas o logremos
permearlas con nuestra particular identidad netamente ciudadana… ¡y para eso no
hay otra que estar ahí!
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