viernes, 2 de mayo de 2014

“ESTAR AHÍ”



“ESTAR AHÍ”

Durante la semana, tuvimos la oportunidad de realizar –como consejo de la CEDH- un ejercicio novedoso. A solicitud del presidente, se nos presentaron a opinión consultiva del consejo dos asuntos relacionados con quejas sobre violación de derechos humanos. La relevancia del caso estribaba supuestamente, en que los probables responsables de los actos violatorios era personal de la propia comisión. Se nos entregaron sendos expedientes de cientos de cuartillas para su estudio. Con la intención de tener conocimiento directo del asunto, solicitamos se citara a las partes para escuchar la postura de cada una de ellas. El Consejo emitiría opinión sobre la responsabilidad o no del personal de la comisión, no sobre la resolución que había dictado la CEDH para atender el fondo del asunto.

Así, comparecieron por separado los ciudadanos quejosos y el personal de la comisión, y tuvimos oportunidad de conocer de viva voz sus problemáticas, las amenazas sufridas, el desinterés y desatención de las autoridades responsables… Sin duda problemas reales, pero sobre los cuales no estábamos decidiendo…pues las quejas que resolvíamos fueron aceptadas y orientadas hacia la posible responsabilidad del personal de la CEDH por cuestiones meramente procedimentales.

Sobre ambas quejas opinamos que no había lugar para emitir recomendación. Eran notoriamente improcedentes y no debieron haberse admitido nunca…los ciudadanos debieron ser orientados y canalizados hacia otras vías, pero fueron utilizados…

Es triste percatarse que instituciones tan nobles derrochen esfuerzos y recursos –muy limitados por cierto- para dirimir conflictos y pugnas internas, perdiendo de vista su principal razón de ser, que es el propio ciudadano. Este es, sin duda, un pequeño ejemplo pero que refleja fielmente la realidad institucional de Michoacán.

Las instituciones se mantienen en una dinámica y en una lógica distintas a la de los ciudadanos, que en muchos casos parecieran ir en sentidos opuestos generando desconfianza e incredulidad ante la escasa eficacia para procesar y resolver las exigencias y verdaderos problemas. En el fondo, existe una disociación entre los intereses de poder público y la de los ciudadanos…una falta de acuerdo en el objetivo y los fines que perseguimos, en la que debiera ser nuestra meta común. No hablamos el mismo lenguaje.
La autoridad ha perdido la sensibilidad ante la exigencia ciudadana de justicia, de atención, de sentirse tomado en cuenta y respetado…y los ciudadanos que reclamamos atención, respeto…soluciones…y que muy en el fondo propugnamos por identidad, hemos perdido la sensibilidad, por apatía o por desencanto, de implicarnos personalmente para cambiar nuestra realidad.

Ante ello, es necesario dar acompañamiento permanente a los ciudadanos… Fortalecer de tal manera al Estado que nos sintamos arropados o protegidos por él. Que nos sepamos aliados y actuemos como corresponsables en la vital tarea de conseguir el bien común. No en un sentido absorbente –estatista- , sino en la justa y mínima medida para que nos identifiquemos con nuestras instituciones. Hace falta que volvamos a confiar…que nos impliquemos.

Uno de los principales problemas estructurales del estado es la falta de identidad. Es evidente. Ante el escenario actual quién puede sentirse orgulloso o identificarse con las instituciones….al contrario, hay un sentimiento de repulsión y de rechazo…la acción política se reduce así a la resignación, aceptación y sufrimiento de una realidad dada. Sin embargo, estoy seguro que hoy Michoacán está cambiando para bien. El futuro inmediato de nuestro estado nos presenta un escenario impresionante y una oportunidad histórica para recomenzar, para reconstruir y reconformar esas instituciones.


¿Queremos sentirnos identificados con nuestras instituciones michoacanas?, pues conformémoslas o logremos permearlas con nuestra particular identidad netamente ciudadana… ¡y para eso no hay otra que estar ahí!


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