"LA REVOLUCIÓN SILENCIOSA DE LO COTIDIANO"
Frente a una realidad caracterizada por un ambiente de
constante simulación en la que las cosas se dejan como están pretendiendo aparentar
de manera permanente que se quieren
cambiar. Los maestros hacen como que enseñan y los alumnos como que aprenden…los
trabajadores como que trabajan y los patrones como que les pagan… los políticos
como si les importáramos y los ciudadanos como si les creyéramos. Vale recordar que sin
duda, es la “sinergia de microutopías” y la coincidencia de ciudadanos
idealistas a través de su esfuerzo diario, los que pueden generar un verdadero
y contundente cambio social, político y cultural…una auténtica revolución
silenciosa de lo cotidiano.
En nuestra vida cotidiana hay que luchar contra
infinidad de batallas que a la mayoría de los ciudadanos les resultan
invisibles porque ni siquiera las sienten como propias, por lo que en esta
entrega te presento 7 reglas o hábitos
básicos que los ciudadanos debemos observar para librar con éxito esa
auténtica revolución cotidiana. Ojalá que los políticos y gobernantes tomen
nota, pues les aplica por igual.
1. “No hay que
hablar demasiado sino actuar mejor”. El diálogo no puede eternizarse. Frente a
nuestros problemas actuales urge poner término, fechas límite…mañana será
tarde.
2. “Quien es capaz
de lo pequeño es capaz de lo grande, quien no es capaz de lo pequeño no es
capaz de lo grande”. Principio básico de magnanimidad.
3. “Quien está
dispuesto a transigir con los medios no tardará en transigir con el fin”. Un auténtico
ciudadano prefiere honra sin corona antes que corona sin honra.
4. “Quien no cultiva
sus propios talentos y los aporta a la sociedad, roba: no da lo que podría dar”.
Responsabilidad personal llevada a la cima social…se complementa con la
afirmación de quien no está donde debiera estar –trabajo, familia, etc.- falta
a la ética, y a la justicia.
5. “Ni el justo, ni el genio, ni el santo
confieren a nadie ningún derecho especial, pues la recompensa está en la virtud
misma”. La grandeza de un pueblo se mide por las virtudes de sus ciudadanos.
6. “No basta (ni
siquiera es necesario) afiliarse a un partido para considerarse político, pero
no se tiene un verdadero corazón democrático y moral sin un alma y una cultura
políticas animadas por la sabiduría, a falta de la cual todo es doctrinarismo”.
Abundancia de ciudadanos teóricos, sobre
todo a la hora de exigir derechos. ¿Y nuestros deberes? Es momento de
decidirnos a asumir nuestra plena
ciudadanía.
7. “Aspirar a una política
mística”. Política auténticamente ciudadana que implica la más de las veces
regresar a casa sin los honores y sin el buen pago de los políticos profesionales,
pero con la convicción –ese algo interno que nos mueve-, de no rechazar los
buenos resultados (lo que sería propio de un idealismo timorato), pero no
buscándolos a cualquier precio…
Por esa inadecuación de los moldes al uso, es que en
un sistema político como el nuestro, los
ciudadanos seremos siempre extranjeros en propia tierra…Ello implica nadar
contra corriente… sin ser “anti nada” frente
a un pragmatismo utilitarista fruto de la partidocracia al que pareceremos
“demasiado buenos” y frente a un apoliticismo comodón al que pareceremos
demasiado vulgares. ¿Qué tan congruentes somos?
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