martes, 7 de octubre de 2014

“NUESTROS SUEÑOS NO CABEN EN LAS URNAS”




“NUESTROS SUEÑOS NO CABEN EN LAS URNAS”

Hace algún tiempo tuve la oportunidad de recorrer las instalaciones de Ciudad Universitaria. Debo reconocer que fue una visita muy agradable que me permitió respirar de nuevo el ambiente auténticamente universitario…de entre la cantidad de frases  y consignas que <ambientan> los muros y que dan cuenta de la pluralidad y la riqueza del pensamiento nicolaita, me topé con una que me golpeó e impresionó profundamente: “nuestros sueños no caben en las urnas”. La frase es gráficamente demoledora por sí misma.  Está llena de contenido…es el más fiel reclamo de que el sistema político nos ha quedado a deber. Indagando un poco sobre su origen, descubro que se trata de un slogan de una campaña de grupos anarquistas en España y en otras partes de Europa. Es una frase de batalla que hace referencia no a un anarquismo irracional y absoluto, sino que en el fondo prevé cierta esencia de respeto a las instituciones. Me da la idea de una frase de protesta de cualquier ciudadano demócrata frente a un régimen político que no da para más.

Ante los constantes escándalos y demostraciones pendencieras y vulgares de nuestros <representantes>, ante la complicada situación de Michoacán… bien vale gritar  ¡“nuestro sueños no caben en las urnas”!….

No nos acostumbramos a una visión reduccionista de la política. La labor política es mucho más que el tema electoral, va mucho más allá de la consecución y otorgamiento de un voto en un sistema rígido y fácilmente manipulable.

Los políticos tienen el deber de darse cuenta y reconocer la importancia de su labor en la función de gobierno, del compromiso y responsabilidad que viene aparejada a su ejercicio, de que su quehacer u omisión impacta crucialmente en la vida de muchas personas. De que los sueños de muchos están en sus manos y en sus decisiones.  Falta visión… ¿no se dan cuenta de que la gente ya no cree en esos discursos vacíos,  inundados de frases prefabricadas y  llenas de mercadotecnia, slogans, fotos y entrevistas preconcebidas?... Queremos hechos, acuerdos, honradez, coraje, espíritu de servicio… ejemplos de vida…congruencia, en última instancia reclamamos auténtica autoridad.

Es necesario dar el salto del ejercicio del poder al ejercicio de la autoridad… y eso de ninguna manera y bajo ningún supuesto se gana  en las urnas. Se gana en el día a día de la vida de cualquier persona, se gana a base de esfuerzo y verticalidad…de congruencia. Es por ello que cada vez más los partidos recurren a los ciudadanos para reclutar líderes y cuadros que tengan la legitimidad y autoridad que ellos han perdido.

Requerimos –y debemos exigir-que tengan una visión de altura, de nivel… En términos generales -con sus destacadas excepciones- tenemos una clase política de “medio pelo”, “acorrientada”, inculta… Es la política una trinchera que los ciudadanos estamos abandonando, y me parece que es un error. El objetivo debe ser recobrarla y dotarla de nuevos bríos, darle nuevos horizontes más amplios…más sinceros. Debemos recobrar su nobleza y su valía.

Ante la tentación de los políticos de invadir los espacios ciudadanos con el formalismo, <acartonamiento>, doblez y en muchos casos cinismo, se hace necesario que los ciudadanos nos empapemos un poquito de esa picardía anarquista, que muy en el fondo tiene cierta parte de razón y que nos da una importante lección recordándonos que es necesario luchar para lograr los objetivos. Evidentemente me refiero a esa lucha intelectual, cívica… netamente ciudadana, que será la única que permita equilibrar el fiel de la balanza. ¿Cómo queremos cambiar las cosas si los ciudadanos nos escondemos en las “catacumbas” cívicas, si renunciamos al ejercicio y defensa de nuestros derechos más básicos?


Es verdad, nuestros sueños no caben en las urnas, busquémoslos y alcancémoslos en otro lado, en donde realmente se encuentran. Como ciudadanos pongamos el ejemplo, seamos exigentes y pongamos la marca muy alto… exijamos congruencia por parte de nuestra vilipendiada clase política y arrebatemos el liderazgo que nuestra realidad reclama.


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