“DESESPERANZA CRÓNICA”
Es un hecho que hoy en México -en
unos estados más que en otro-, se percibe un ambiente de temor, desesperanza y
pesimismo, de cierta frustración generalizada.
Ante él, nos hemos replegado y refugiado renunciando a muchas de las
características básicas y esenciales de la vida en común.
La muerte, la violencia y la
corrupción son temas comunes y recurrentes en todos lados. Los medios de comunicación
retransmiten constantemente noticias en ese sentido. Son parte habitual de
nuestras conversaciones y de nuestra manera de afrontar la vida. Nos hemos acostumbrado
a ellas y conforme pasa el tiempo la insensibilidad nos invade. La idea de que
las cosas no van a cambiar, por lo menos en el corto plazo, impregna el
ambiente de franco fatalismo.
Es tiempo de dejar las orillas y
arriesgarse. De responder con valentía…de salir. Cualquier iniciativa que se
emprenda para mejorar nuestra complicada realidad social y política debe considerar la necesidad de desintoxicarse…de
cambiar de aires. De combatir esa enfermedad producida por el encierro y la
comodidad de aferrarnos a nuestras propias seguridades. De vencer la
resistencia a la introversión y a la tentación a huir refugiándonos en nuestra
propia visión del mundo…a una visión que parte y termina en nosotros mismos…una
visión autoreferente.
Debemos tener la suficiente
humildad social para escucharnos unos a otros y complementarnos en nuestra
captación parcial de la realidad…Todos tenemos algo que aportar, pues ese punto
de vista enriquece y dota de realismo y eficacia los esfuerzos para reconstruir
nuestra sociedad desde los mismos cimientos. Cualquier otra solución a estas
alturas resulta estéril.
Sin embargo hay que tener
presente que una postulación de los fines sociales, sin una adecuada búsqueda
comunitaria de los medios para alcanzarlos, es un ejercicio que está
necesariamente condenado a convertirse en una mera fantasía.
Los esfuerzos gubernamentales olvidan
en aras de la técnica de las políticas públicas, que el éxito en la
reconstrucción del tejido social como estrategia de paz y orden, implica ir más allá, pues impacta a comunidades
y a personas concretas…su eficacia presupone ser con los demás y para los
demás. Solo en esa medida lograremos retomar el camino hacia una auténtica
convivencia basada en la tolerancia y el respeto.
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