“DESTINO COMPARTIDO”
Es un hecho irrefutable que
la sociedad y sus miembros personalmente considerados dependen recíprocamente
entre sí. La vida de cada uno de nosotros se desarrolla en una red permanente
de relaciones humanas de todo tipo que involucra distintos tiempos y lugares.
Con conciencia o sin ella,
lo queramos o no, para bien y para mal, dependemos de la sociedad en que
vivimos, y ésta, depende a su vez de nosotros.
Efraín González Morfín,
gigante ilustre y humanista de carne y hueso, a quien honrosamente tuve como maestro
-recientemente fallecido-, ilustraba este hecho de la solidaridad mediante la
comparación con un barco y sus pasajeros, quienes aunque no lo quieran van
hacia donde el barco avanza, flotan o se hunden con la embarcación…ningún
pasajero se libra de esta solidaridad si se encierra en su camarote y decide
desentenderse de los problemas del barco o de la tripulación, y de igual manera
el barco depende inevitablemente de todos lo que intervinieron en su
construcción, mantenimiento y utilización.
No se cansaba de repetir que “la persona humana es esencial y
simultáneamente individual y social”, por lo que requiere naturalmente de una
convivencia solidaria que considere y respete ambos aspectos. Esa posición
llamada “solidarismo”, afirma, a partir de la ordenación esencial de la persona
a la sociedad y de la constitución de la sociedad por personas vinculadas e
interdependientes, la solidaridad de la
persona como obligación y norma,
sosteniendo que la sociedad no tiene más fin ni razón de ser que el servicio…la
sociedad existe para las personas, quienes en última instancia justifican el
cumplimiento eficaz de sus fines, siempre que estos sean justos.
De la aceptación de dichos
postulados se derivan como consecuencia principios que regulan el orden social
como los de solidaridad, subsidiaridad, bien común y autoridad. Los cuales al ser efectivamente aplicados en la realidad
social se concretan en necesariamente en la subordinación esencial del poder
político a la solución de los problemas económicos, sociales y educativos como
única justificación de su autoridad, a la participación de los ciudadanos en el
nombramiento, ejercicio y vigilancia de
la autoridad, así como en la convicción de coordinar la autoridad e iniciativa
de los particulares y del Estado para superar las injusticias.
Casi al concluir estas
líneas, llaman poderosamente mi atención algunos puntos del discurso de
victoria que por su reelección pronunció en 2012 Barack Obama…apuntalan y
confirman la vigencia y atemporalidad de un pensamiento clásico…sorprenden y
explican al mismo tiempo convicciones profundas que es imperativo recordar…
“Si bien cada uno de
nosotros perseguimos nuestros propios sueños individuales, somos una familia
americana, y avanzamos o fracasamos como una sola nación y un solo pueblo… Lo
que hace excepcional a América son los lazos que mantienen unidos a la nación
más diversa de la tierra. La creencia de que nuestro destino es compartido, que
este país solo funciona cuando aceptamos ciertas obligaciones con los demás y
con las generaciones futuras… Somos más que la suma de nuestras ambiciones”.
Hoy ante el complejo
escenario estatal y nacional, requerimos aceptar que todos vamos en el mismo
barco y percatarnos de que la solución a nuestros principales problemas nos
implica a todos y cada uno de nosotros… precisa de nuestra personal
contribución al bien común de la sociedad, y
al reconocimiento de que todos como miembros de esa sociedad, debemos
promover el bien de cada uno de sus integrantes… sabernos parte de un proyecto conjunto. Aceptar lo que muchas
veces nos cuesta tanto…que nuestro destino es compartido… que el bien de México
y de Michoacán no es posible sin el bien de los mexicanos y de los michoacanos…
de los de hoy y de los de mañana.
Asumir esta postura, más
allá de posiciones idealistas, en palabras de Don Efra “sigue señalando metas irrenunciables y
valiosas a las que debemos tender con lucidez y energía”…un destino compartido
en México…y en Michoacán!
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