viernes, 27 de diciembre de 2013

“LA HORA DE LA SOCIEDAD CIVIL”


 
“LA HORA DE LA SOCIEDAD CIVIL”

El “si no pueden renuncien” de Martí que estremeció a la opinión pública de este país, cedió paso al “estamos hasta la madre” de Javier Sicilia en su carta abierta a los políticos y criminales en general luego del asesinato de su hijo.

Históricamente el crecimiento y posicionamiento de la sociedad civil se ha dado como una respuesta frente a los pendientes y en su caso –agravios- de los distintos regímenes de gobierno, es sin duda, una vía por la cual  la sociedad demuestra su descontento por el statu quo.

La sociedad civil es un elemento indispensable para lograr la democratización de los sistemas políticos. A partir de la democratización de la sociedad civil, será posible transformar de fondo a las instituciones que componen al ente estatal, pero esto no será posible sin nosotros los ciudadanos.

Para que la participación de la sociedad civil sea realmente eficaz, ésta debe lograr condicionar y fiscalizar el actuar estatal influyendo en el diseño e implementación de las políticas públicas, brindado legitimidad a las decisiones gubernamentales. Llegando  incluso a constituirse en un verdadero factor de equilibrio de la sociedad frente al poder estatal.

En ese sentido, debemos entender que la democracia trasciende el mero formalismo de sus caracteres esenciales  como son la implantación del sufragio universal, la celebración de elecciones periódicas y el absoluto sometimiento a la regla de la mayoría, llegando a definirla como un sistema en el que las decisiones de interés común son adoptadas –directa o indirectamente- por todos sus miembros.

La democracia así concebida, propugna por ver siempre las relaciones de poder desde la óptica de los gobernados no de los gobernantes, como se ha hecho comúnmente en nuestra realidad política. Implica la obligación de los gobernantes de respetar  la ley y velar permanentemente por el bienestar de los individuos.

El planteamiento de fondo debe ser el considerar a la sociedad civil como parte integrante del sistema político, y al mismo tiempo como elemento imprescindible para el ejercicio del poder. Esta es una forma auténticamente democrática de concebir este último, a través de la participación social, que considerando de entrada sus diferencias y su carácter plural, estima necesario –para fines de legitimidad y equilibrio del sistema- el que las decisiones pasen a través de ella, concretándose en políticas públicas previamente convenidas.

Bajo esta argumentación se asegura que los sistemas políticos pueden ser sometidos a un proceso democratizador desde su base misma, desde el elemento humano que participa conformando la sociedad civil. Por lo que las acciones tendientes al logro de avances en esta materia deberán dirigirse a incrementar los espacios y lugares propicios para ejercer los derechos netamente democráticos de participación  y expresión. Ese lugar por definición natural es sin duda, la sociedad civil.

Debe tenerse cuidado para evitar el riesgo de  que se presente un fenómeno que los especialistas definen como “déficit cívico”, el cual consiste en la aparición de una mentalidad de desprecio por parte de la sociedad respecto a todo lo que tenga que ver con el Estado, constituyéndose como una reacción anímica a los agravios sufridos por cierta clase o grupo social.

El papel de la sociedad civil es indiscutible y su importancia es enorme, ni qué decir de su impacto en la vida gubernamental del propio Estado. Una sociedad civil vigorosa proporciona a los individuos y a los grupos sentido de respeto por el Estado mismo, sentido de compromiso positivo hacia la resolución de sus principales problemas, y provisión de nuevos miembros a la clase dirigente en formación.

Sin embargo, el factor más importante para la consolidación de la democracia es la madurez de las instituciones políticas. Son aquéllas con las que la sociedad civil comparte y se relaciona en la esfera estatal, y que al mismo tiempo impregna con las necesidades y el sentir ciudadano. Por lo que la reconstrucción de las instituciones públicas a partir de la formación de consensos se gestará no desde las elites del poder, sino a través de la sociedad civil.

Sí la reconstrucción de las instituciones debe pasar necesariamente a través de la sociedad civil, y ésta se encuentra debilitada por las diversas circunstancias políticas y sociales recientes, habrá que tener cuidado para evitar caer en situaciones que impliquen escenarios de déficit cívico, ya que de manera sistemática los grupos radicales y violentos van ocupando las áreas de influencia y los espacios que la sociedad civil desencantada, ha abandonado.

Es una invitación a que nuestra participación no se quede en la euforia del momento por duro que éste sea, sino que vaya a más, que implique un auténtico compromiso por lograr un cambio personal que permita alinearnos respecto a los valores y a los objetivos que pregonamos. Reconozcamos la necesidad e importancia de exigir, de proponer, de involucrarnos en los asuntos comunes, cada quien en la medida de sus posibilidades y circunstancias personales, con generosidad. Es ante todo… un tema de responsabilidad que implica comprometerse de manera decidida y valiente en la reconstrucción de la realidad del país, estado y ciudad que queremos para los nuestros. El reto que tenemos por delante es enorme… hoy no vale excusarse, ¡es la hora de la sociedad civil!
 
 

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