lunes, 29 de diciembre de 2014

¿DE VERDAD QUEREMOS PAZ?


¿DE VERDAD QUEREMOS PAZ?

En este tiempo en el que muchos hablamos de paz valdría la pena que meditemos sobre los acontecimientos de los últimos meses  y sobre el destino al que estamos dirigiendo a México y Michoacán. Personalmente, después de un episodio de enojo y tristeza, he pasado a un estado de hartazgo, de desilusión y de intensa reflexión sobre qué hacer para cambiar esta realidad que parece que nos embulle irremediablemente día a día como sociedad. No dejo de ver los esfuerzos un tanto aislados más o menos coordinados de algunos… la verdad es que no me mueven, no me convencen, les falta algo… prenden un día para volver a lo mismo al otro… hay algo de fondo que no está funcionando.

El discurso de algunos “movimientos ciudadanos” plantean como bandera principal la exigencia al gobierno y al estado de garantizar y proveer la paz y la seguridad. Estoy de acuerdo, una de las funciones básicas del Estado es garantizar la seguridad y la integridad mínima de las personas que lo conforman, por lo que en su gran mayoría la articulación política para conseguir esos fines –incluido el uso de la fuerza legítima- corresponde al Estado  y es una responsabilidad esencial del mismo, sin embargo a poco que nos detengamos nos daremos cuenta que la paz no es un producto que se nos pueda dar terminado. 

Es un valor que depende enteramente de la persona y de sus relaciones con los otros. El error es esperar que la paz nos venga dada por el gobierno, desde fuera. El estado debe procurar la seguridad y el orden, presupuestos de las paz, pero ello no garantiza que la alcancemos. La paz es fruto de la justicia, virtud que se sustenta en la paz de los que procuran obrar la paz y en la solidaridad que consiste en la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir preocuparse y ser responsable del bien de los demás. Por lo que cada uno debe esforzarse por construirla  en su vida propia y alcanzarla a todas sus realidades.

La paz no es simplemente la ausencia de la guerra o de la violencia. Más aún, la violencia surge de una manera o de otra si no existe el empeño generalizado de construir la paz positivamente como fruto de un tejido de relaciones justas y solidarias que vayan desde el nivel de las simples relaciones interpersonales hasta las más complicadas construcciones jurídicas y políticas de orden estatal y nacional.

Querer paz implica promover la responsabilidad, el mutuo respeto, el diálogo, la convivencia pacífica, el sentido de la justicia en sus diversos aspectos, como la dignidad y el respeto a las personas, la justa distribución de los beneficios, la igualdad de oportunidades, la no discriminación por motivo alguno, el reconocimiento del trabajo, las cualidades y esfuerzos personales, el interés por el bien común, etc.

Por ello la promoción y construcción de la paz debe configurarse como una preocupación ética y ciudadana de primer nivel sí, pero no solo quedarse ahí como la gran mayoría de los movimientos vigentes…tienen que ir más allá, a motivar el cambio y el compromiso personal por ser distintos. Ahí está el verdadero quid del asunto. El cambio implica un convencimiento interno más profundo que el mero sentimentalismo, la impresión sensacionalista o el rastrero interés político del momento, implica el querer cambiar de manera personal…punto a partir del cual no estoy tan seguro que todos queramos seguir adelante por más decepción, enojo o frustración que frente a la situación  actual de nuestro país tengamos.


La paz se realiza a base de cosas pequeñas, en la vida ordinaria y en el pequeño entorno de cada uno, podemos y debemos construirla en la medida de nuestras fuerzas y de nuestras responsabilidades en la familia, en el trabajo, en la profesión, en la ciudad, en lo cultural, en lo económico, en las relaciones interpersonales y en  la política. ¿Qué estamos haciendo nosotros? … ¿De verdad queremos  paz?


sábado, 20 de diciembre de 2014

LOS CIUDADANOS SOLOS: ¿DÓNDE ESTÁ LA AUTORIDAD?



LOS CIUDADANOS SOLOS: ¿DÓNDE ESTÁ LA AUTORIDAD?

    Preocupa constatar de nueva cuenta esa ausencia de la autoridad a lo que nos estamos acostumbrando. No es un caso, son varios…es casi siempre. Los ciudadanos no contamos con la autoridad. Desde lo más básico como pedir el cumplimiento de reglamentos por un vecino ruidoso, hasta presentar una denuncia o reportar un robo…los ciudadanos estamos y no sentimos solos….no confiamos en nuestras autoridades.

El clima de resignación ciudadana da lugar a un clima de indignación contenida y de amarga impotencia, diría Ortega y Gasset… “de asfixia”. Los ciudadanos no tenemos a quien recurrir. Las reglas del juego están ahí, pero nadie las respeta…y tampoco hay una autoridad que las haga respetar.
No podemos hacer como si nada pasara. Ya liberaron los manifestantes y por fin podemos circular, no pasó a mayores, no hubo muertos…La ilegalidad como norma de vida… Podemos cuantificar los daños y pérdidas comerciales, y de tiempo… pero ¿cómo quedan el tejido social, y el ambiente, y el daño al Estado de Derecho? Contestar a estas preguntas es gobernar…no solo resolver coyunturas, sino prever y aplicar soluciones a mediano y largo plazo que resuelvan de fondo las agudas problemáticas de nuestro estado, atreverse a cambiar la historia y el derrotero de una sociedad.

Ante la inacción o –en algunos casos- deficiente y tibia intervención de la autoridad, el ciudadano reacciona de la manera que le es posible para hacer prevalecer sus derechos o proteger su vida o patrimonio…

No podemos, ni debemos acostumbrarnos a ello, eso no puede ser lo “normal”, aunque se trate de justificar y suavizar de mil  maneras: necesidad de expresión social, mecanismo efectivo para expresión de inconformidades, etc. Ese sistema está agotado…nos autodestruye…más aún si la autoridad rehúye su principal función y responsabilidad por ausencia o falta de decisión en su actuar. Resolver los problemas sin apego estricto a la ley no es una salida digna para nadie y  flaco favor hace a la legitimidad y consolidación de un estado de derecho.

La sola ley no es la solución única ni mágica a todos los problemas de la convivencia social, pero de ninguna manera puede olvidarse el trecho que va de la libertad personal a la ley justa, en el que se ha quedado en el camino una ética de la ciudadanía sin la que no puede funcionar un Estado democrático.

…y sí…los ciudadanos estamos solos.

Ante la ausencia de la autoridad debemos responder con más presencia ciudadana…no queda de otra, si no lo hacemos así esos huecos de poder seguirán ocupados por alguien más…
La calidad de una democracia no solo depende de sus políticos profesionales que como diría Max Weber  “viven de”, sino de los políticos vocacionales que “viven para” la política…y ese es el campo natural de los ciudadanos.

No vale justificarse que ante la realidad social, política y financiera tan compleja, el gobierno hace lo que puede….No, lo importante no es el espacio político que otras fuerzas dejan, consienten o permiten, sino el testimonio de quienes se tomen en serio el carácter transformador de la sociedad, que es fruto del compromiso por la verdad. Decía bien en una de sus columnas Jesús Silva Hérzog, ”los verdaderos representantes toman el poder en sus manos para cambiar la historia”….

La autoridad se gana y se conserva, y claro…eso implica continuidad, presencia…orden.

Para que haya orden, debe haber firmeza, y para que haya firmeza se requiere  una dosis de pasión y de responsabilidad…de coraje. La firmeza que necesitamos tiene que apoyarse en la pasión por la justicia y en la aplicación del derecho. ¡Lo contrario significa ciudadanos solos!


sábado, 13 de diciembre de 2014

“MICHOACÁN REQUIERE SOLUCIONES DE FONDO: LEY DE AMNISTÍA PROLONGARÍA SITUACIÓN DE EXCEPCIÓN”



“Michoacán requiere soluciones de fondo: Ley de amnistía prolongaría situación de excepción”

Los senadores de la República tienen que ser muy cuidadosos y responsables en el estudio y debate de la iniciativa de ley que concede amnistía a los miembros de las autodefensas en Michoacán que en estos días se debate.

Hoy, no exista total certeza de que quienes tomaron las armas para reivindicar funciones de seguridad propias del Estado, hayan sido –todos- ciudadanos bienintencionados (movidos por una real desesperación y frustración ante la impunidad y la inacción gubernamental), o miembros del crimen organizado…

En ambos casos, estamos ante actos  y hechos ilegales que vulneraron el orden jurídico y el estado de derecho frente a la complacencia o –incapacidad- de la autoridad. Sin entrar a una valoración ética, tan ilegal las autodefensas como los maleantes que combaten. Es irrefutable que ambas son actividades ilegales. Podrá discutirse el grado de cada una, pero  no el hecho de que están prohibidas por la ley. De ninguna manera puede justificarse alguna de las posiciones, a lo sumo tendremos elementos para entenderlas como fenómeno.

Es riesgoso que el debate pretenda centrarse entre  legitimidad  y legalidad…es jugar en la cuerda floja, pues en la práctica lleva a justificar la legalización de lo ilegal. Siendo que justamente la ausencia de legalidad (en todas sus formas: impunidad, incumplimiento de leyes, corrupción etc.) es la que ha generado la deslegitimación de la propia “autoridad” y en gran medida las condiciones actuales.

Debemos reconocer que se trata de una situación de facto que evidenció una profunda falla institucional y estructural que se muestra ante la debilidad del Estado en todos sus niveles de gobierno, que lo llevó abandonar o renunciar a una de sus funciones básicas.

Lo que generó una situación clara y evidente de vulneración de derechos humanos: económicos, sociales, culturales, a la seguridad pública, a la legalidad, a la seguridad jurídica, al trato digno, a la seguridad e integridad personal, a la vida, a la libertad  de tránsito, a la paz pública, etc.

No es opcional, hoy el Estado tiene el deber de organizar el aparato gubernamental de manera que sea capaz de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos a través de la prevención  e investigación de sus posibles violaciones.  Y eso implica en el caso concreto llegar a sus últimas consecuencias…determinar tanto la verdad histórica como la legal…y la ley de amnistía no lo garantiza.

El principal argumento de la iniciativa de la ley de amnistía es el reconocimiento del estado de necesidad y la actuación en legítima defensa de sus destinatarios. Es un argumento peligroso más aún en la situación actual, en la que muchos pudiéramos alegar la legitimidad de nuestras causas. Justificar así los fines permite utilizar cualquier medio para conseguirlos.

En la exposición de motivos asegura que todos los detenidos lo fueron por operativos “desmedidos”, “a todas luces inconstitucionales” y de los cuales se derivaron faltas al debido proceso, sin señalar en ningún momento en qué hacen consistir sus argumentos. Olvidando así la gravedad de la situación y la justificación de una intervención decidida por parte de la autoridad.

La principal crítica, y por cierto fundada, es que concede amnistía por todos los delitos federales cometidos en Michoacán entre febrero de 2013 y septiembre de 2014, sin limitarse únicamente a aquellos que pudieran estar relacionados con la actuación de las autodefensas como la portación de armas exclusivas del ejército. Es decir, todas las demás acciones delictuosas pudieran caber en tal descripción sin mayor requisito que el haber sido cometidas por quien se dice autodefensa. (Vgr. narcotráfico, secuestro, homicidios, etc.) desvirtuando el beneficio a personas que quizá no lo merecieran.

Cabe mencionar que la iniciativa tiene imprecisiones técnicas pues no señala claramente qué autoridad será la encargada de definir, ni con qué elementos, quiénes si y quiénes no tienen el carácter de autodefensa y por ende pueden ser beneficiados por la amnistía.
Debemos entender que el caso de Michoacán consiste precisamente en la desatención y postergación de soluciones de fondo…que hoy estallan violentamente. Es urgente poner orden y generar justicia, pero no a costa de lo que sea  y como sea. De nada servirá forzar cierta apariencia de orden y justicia si no se va al fondo. Si no se reconstruye…si no se fortalecen las instituciones sociales y políticas comunitarias locales   -incluyendo por supuesto al estado- y eso implica congruencia en las medidas que se toman.

En esta situación –aun siendo hasta cierto punto extrema- es tan importante el fondo como la forma. El fin nunca justificará los medios. Mucho menos en temas jurídicos tan claros como el actual, que evidencia la omisión y renuncia del estado a una de sus funciones esenciales como es brindar seguridad a sus ciudadanos, lo que en la práctica ha generado vacíos de autoridad…ausencia del estado. 


Y la ausencia de Estado se soluciona con Estado, fortaleciéndolo, dignificándolo, legitimándolo…la decisión de optar por una ley de amnistía, posterga la situación de excepción al extinguir la acción penal, en lugar de sentar precedente al obligar a agotar los procedimientos jurisdiccionales y a mantener una estricta vigilancia sobre el quehacer de los jueces, postergando la situación de excepción. Requerimos que la reconciliación social se dé  fortaleciendo nuestras instituciones…de fondo…normalizando su funcionamiento.


sábado, 6 de diciembre de 2014

¿EN VERDAD NOS INTERESAN LOS DERECHOS HUMANOS?



¿EN VERDAD NOS INTERESAN LOS DERECHOS HUMANOS?

Nadie puede objetar que los derechos humanos son hoy una parte esencial del andamiaje institucional de las sociedades democráticas. Más allá de que se constituyen como la nueva ética de la actividad política, los derechos humanos se han convertido en el lugar común del discurso de lo políticamente correcto, incluso podríamos decir que están de moda. Todos hablamos de ellos, los exigimos…incluso hacemos apología…pero pocas veces los honramos con nuestra propia congruencia. Sí…los derechos humanos significan congruencia. Decisión y valor…lucha.

En el discurso y en la teoría suenan bien, son impecables…en la práctica resultan molestos, chocantes…incómodos. Y es así porque interpelan…y duelen… porque las más de las veces su carencia descubre los recovecos del sistema político y social…donde la corrupción, la impunidad y la injusticia han marcado y lastimado a muchas personas dejándolas heridas…rotas.

El contenido de los derechos humanos necesariamente debe plasmarse en acciones concretas que impacten la vida y problemas de las personas. En pocas palabras los derechos humanos deben vivirse. Dejarlos en el nivel del discurso conlleva su vaciamiento, su desgaste. De ahí que impliquen auténtica convicción personal para su efectiva defensa y promoción. Están vedados para aquellos que no quieran complicarse la vida.

…presuponen empatizar con el otro, entablar un diálogo directo y franco, reconocer la necesidad…descubrir la humanidad del otro, para desde esa base –que reconoce en todo momento la centralidad de la persona- dotarlos de sentido, construirlos…  lo contrario supone simple beneficencia.

Desespera constatar la lentitud, la ineficacia, la insensibilidad, la falta de compromiso y de urgencia, de rectitud de intención…el cinismo de algunos que hoy por hoy debiesen honrar tan noble encomienda.


Resulta urgente hacer un llamado a todos aquellos que tengan responsabilidad directa en el tema para que se involucren, se  sensibilicen y se decidan a asumir valientemente las responsabilidades que los tiempos actuales imponen. Si no que al menos, no presuman que en verdad les interesan los derechos humanos.


sábado, 29 de noviembre de 2014

“¿POR QUÉ LE CUESTA TANTO A LA CEDH ESTAR DEL LADO DE LOS CIUDADANOS?”



“¿POR QUÉ LE CUESTA TANTO A LA CEDH ESTAR DEL LADO DE LOS CIUDADANOS?”

Esta semana ha sido sumamente complicada. El lunes fuimos avisados del inicio de una huelga de hambre por parte de una médico forense que laboró en la Procuraduría del  Estado por muchos años y quien se encuentra inconforme con la resolución de su asunto. Se trata de una de las líderes del movimiento de expolicías y ex trabajadores de la PGJE que fueron despedidos en mayo pasado argumentando que no habían pasado el examen de control de confianza y que presentaron quejas ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos.

Debo aclarar que estoy a favor de la depuración de las policías y corporaciones de procuración de justicia, siempre y cuando esta se dé –estrictamente- dentro de los términos legales y de protección de los derechos humanos.

Gran parte de la debilidad institucional que ahora vivimos se debe a la pérdida de confianza por parte de los ciudadanos hacia sus “autoridades”. Los ciudadanos preferimos no denunciar o no quejarnos por miedo o por desilusión, pero cuando nos hemos decidimos a hacerlo, esperamos respuestas completas y valientes.

Es muy lamentable que se tengan que llegar a estos extremos de arriesgar la propia salud para exigir la reivindicación de los derechos vulnerados…

Los ciudadanos debieran sentirse arropados y protegidos por sus instituciones, eso genera sentido de pertenencia, de respeto y de honor…de autoridad…Eso es lo que realmente se ha roto en nuestro sistema. Que bueno que se propongan reformas estructurales en la materia, sin duda son necesarias… pero no suficientes.

La reconstrucción de México y Michoacán requiere de una sociedad civil fuerte y vigorosa, que exija y que acometa…que transforme culturalmente. Y esa sociedad civil requiere  a su vez, de la institución autónoma -netamente ciudadana- que la defienda y proteja en su esfuerzo… de una auténtica defensoría del  pueblo.

Lo menos que necesitamos en estos momentos complejos es que instituciones que debieran gozar de la confianza ciudadana sean puestas en entredicho.

Falta visión, sensibilidad…pasión… pero sobre todo… ¡humanidad! Ver los procedimientos solo desde su vertiente formal, convierte al ombudsman en un agente del ministerio público, alejándolo de manera definitiva de la figura de defensor del pueblo que debiese constituir.

Esto no quiere decir que todas las causas “ciudadanas” sean legítimas...habrá que tener la capacidad de distinguirlas y en muchos otros casos saber acompañar a los quejosos y con honestidad explicar el alcance de la solución de sus asuntos…sin generar falsas expectativas, pero actuando en justicia y con verdadera rectitud de intención.

En el caso de la Dra. Graciela, no se ha querido ver el fondo…tampoco en el de los expolicías y en el del personal de procuraduría. Más allá de los formalismos, de la complejidad del tema y de las omisiones técnicas de estos procedimientos –que las hay-, debe entenderse que el verdadero drama radica en que la propia comisión demuestre su aversión a estar del lado ciudadano…

¿Por qué le cuesta tanto?... ¿Que no el principio pro persona orienta en todo momento a buscar el mayor bien posible? Debe entenderse que los tiempos actuales reclaman iniciativa…acción. No es necesario que lo pidan los ciudadanos…que esperemos la denuncia y el dato preciso. Si hemos detectado el problema de fondo, abordémoslo… el campo de los derechos humanos, va mucho más allá…no se agota en responder para evitar problemas…sino en resolver para confirmar la dignidad de aquellos que se duelen.

…no son una cifra de casos ni una colección de números, son personas concretas de carne y hueso, con historias de vida y situaciones peculiares… conocer el drama de cerca ayuda a sensibilizar… sino es así, no sé qué lo hará.


La Comisión está llamada a hacer un análisis crítico con toda humildad y objetividad para rectificar en los casos concretos, siendo valiente y congruente. Debe recobrar al ciudadano como razón de ser de su existencia y fin de su actuación…lo contrario supone que la institución ciudadana por excelencia siga dando tumbos y revictimizando… cuando hoy más que nunca se le requiere fuerte y activa para colaborar en la reconstrucción de este Michoacán.


martes, 25 de noviembre de 2014

“TECHNOPOLS ”


“TECHNOPOLS ”

  Los hechos actuales evidencian la gravedad del socavón institucional del estado. Nos han mostrado la incapacidad de un sistema político y de su casta sagrada de gobernantes de procesar los cambios que la inacabada transición democrática requiere. Los tiempos han cambiado y exigen una lectura y un compromiso diferentes.

Basta escuchar las explicaciones y las teorías pontificantes y soberbias de nuestros políticos para darse cuenta que no estamos peor porque Dios es grande. Personajes que han perdido la brújula y el sentido de la realidad. Estrechos de mente…enanos pobrecitos…enfermos y ávidos de poder…la ridiculez de un sistema político que sigue rindiendo pleitesía y aplaudiendo la mediocridad y el cinismo. Lo público como propio… el exceso como derecho…la explicación como dádiva.

Cierto que la indignación parece generalizarse…el reto será encauzarla de manera positiva para lograr verdaderos cambios de fondo…liderazgo, entrega, comprensión… ¿por qué no? Amor al otro…sentido positivo y de misión…sabedores de que la lucha será larga…

En condiciones normales bastaría con gente bien intencionada…eso ventilaría el sistema…inmediatamente se notaría la mejoría…un poco de visión, de astucia…de auténtica preocupación por el otro…no más…sin embargo la realidad actual presenta complejidades que implican condiciones especiales.

Hoy además de cualidades humanas, requerimos de capacidades técnicas para reconstruir, rediseñar y sentar las bases de un estado y de un sistema político que ha hecho agua. En Estados Unidos han llamado technopols a los tecnócratas que asumen roles políticos o a los políticos con importante formación técnica, que reúnen en una misma persona ambas facetas de una acción pública eficaz. Lamentablemente en México y en Michoacán estas características se encuentran separadas entre políticos y académicos…o políticos con poca preparación técnica o grandes técnicos con nula experiencia y visión política. Cero equilibrio.


Requerimos technopols michoacanos muy humanos, muy humildes y con la capacidad de liderazgo suficiente para mover y motivar el cambio social. Tristemente la tendencia pareciera ser reciclar personajes, fomas, estrategias, soluciones…más de lo mismo, sin entender que este punto de quiebre histórico requiere nuevos paradigmas que permitan sentar las bases de un Michoacán que sepa orientar la indignación social hacia un auténtico cambio político que lo relance a la prosperidad y el orden.



martes, 18 de noviembre de 2014

“OPERACIÓN CABALLO DE TROYA: LA OPCIÓN CIUDADANA”



 “OPERACIÓN CABALLO DE TROYA: LA OPCIÓN CIUDADANA”

Cierto que aunque ya existen las vías legales para las candidaturas independientes en Michoacán y se antojan un camino viable para concretar una opción ciudadana, también lo es que la complicación de sus requisitos y la carencia –a diferencia de los partidos políticos- de estructuras electorales operativas presenta la idea de llegar por ese camino, como una solución muy compleja…Incluso, en el caso de la elección de gobernador, suponiendo superado ese obstáculo y  llegado el triunfo, la permanencia y la función de gobierno sin apoyo institucional y soporte en otros poderes como el legislativo, haría prácticamente imposible la labor de gobierno.… Así que los ciudadanos en un plano realista debiésemos ir considerando otros caminos más factibles.

Sin ánimo de caer en una simplona división maniquea entre ciudadanos-buenos y políticos-malos, sino de entender que nos requerimos hoy mutuamente partidos políticos y ciudadanos para sacar adelante este estado…que ante la carencia de legitimidad social de unos y la necesidad de una estructura institucional para acceder al poder de los otros, la opción viable es la colaboración…ganar-ganar. Trascender la lógica estrictamente electoral de quién puede ganar, para preguntarnos sensatamente, quién debiera ganar….sí, qué es lo que conviene más al estado y no sólo quien tiene mayor porcentaje en las encuestas.

Sin ser ilusos hay que entender que se trata de la lucha por el poder, y eso conlleva su propia lógica.  Sin embargo habrá que apelar a la sensatez y a la generosidad de todos aquellos que dicen que aman este estado, sea cual sea el bando en el que hoy se encuentren. Deben darse cuenta de que se requiere revitalizar el quehacer político, incorporarle frescura…oxigenar las instituciones. Que los ciudadanos reclamamos y exigimos nuevos perfiles, no solo por una cuestión de recarga generacional sino por la necesidad de generar una nueva cultura política, una nueva visión…mayor velocidad…liderazgos que tengan la ilusión y la pasión de servir…de reconstruir las instituciones de este estado que se ha descompuesto y ha tocado fondo.

La aguda problemática político-social por la que atravesamos y que a todos nos ha sacudido, debe interpelarnos y llevarnos a tomar decisiones e implicarnos vitalmente. El reto es inmenso y no admite medias tintas ni visiones planas, requiere altura de miras…si el reconocimiento de  nuestra <triste> realidad y de la urgencia por reconducirla no nos mueve…no sé qué lo hará. Es tiempo sí de exigir, pero también de proponer…de reivindicar derechos y superar brechas de injusticia, pero reconociendo y respetando al otro, aceptando primero nuestras obligaciones y deberes frente a la colectividad. Se necesitan auténticos protagonistas que tomen por asalto a los partidos y juntos reconstruyamos nuevamente un proyecto viable para Michoacán.  Y hoy, ya hay algunos que otros <encarrerados> en ese sentido, que han mostrado tener el perfil y las aptitudes suficientes para entregarse al reto que representa Michoacán.


En momentos como el actual, es imprescindible una generosa respuesta por parte de los organismos intermedios de la sociedad, para que se animen a prestar a sus mejores hombres y mujeres a México y a Michoacán que hoy tanto lo requieren. Y una vez decididos por ellos, nos sumemos sin divisiones e incondicionalmente a apoyarlos para hacer realidad esa opción ciudadana…animándonos a hacer las cosas de manera distinta…no hay mañana. 


sábado, 8 de noviembre de 2014

“LEY NO SIGNIFICA SANGRE”


“LEY NO SIGNIFICA SANGRE”

Esta semana fuimos testigos de un escarceo entre el Partido Acción Nacional y el Gobernador del Estado por la presentación de una “denuncia penal” en la que se le acusa por la inacción u omisión frente a los hechos delictivos en que pudieran haber incurrido los normalistas quienes han arreciado sus protestas en los últimos días, causando daños y destrozos en las sedes de los partidos políticos y en varios centros comerciales. En respuesta, el gobernador justificó la no intervención de la fuerza pública declarando que no quería que se derramara sangre y que los jóvenes normalistas no habían tenido intención de cometer ningún delito.

Es innegable que el ambiente electoral empieza a calentarse, y podremos estar o no de acuerdo con las formas o medios por los que se reclaman, pero independientemente de eso, hay un tema importante de fondo que es el derecho a la seguridad y al orden, que implica la obligación del estado para garantizar el imperio del derecho, frente a lo que pareciera una actitud de miedo, temor o una auténtica fobia a la aplicación de la ley por su parte.

Por supuesto que nadie quiere violencia ni sangre. Con la existente basta y sobra…Lamentablemente en nuestro país y en nuestro estado se ha generalizado la idea de que la aplicación de la ley es imposible  o al menos inviable. Siempre hay una razón política, una interpretación forzada o una justificación social que impiden la vigencia de la norma. Bueno… ni siquiera la contención de la comisión de un delito –aun en flagrancia- mueve a las autoridades. Siempre existe el recurso de exigir la presentación de la denuncia respectiva.

Es frustrante…creo que debemos dejarnos de simulaciones  que solo endulzan la mediocridad de lo políticamente correcto. ¿Cuándo tendremos el valor, la visión y la decisión de afrontar nuestra realidad? ¿A quién pretendemos engañar?

Lo peor es que nos hemos acostumbrado a una serie de eufemismos tan falsos como absurdos que sólo denotan una auténtica fobia a la ley y al orden que ella debiera generar.
Al actuar así, los gobernantes envían una señal equivocada, pues pretenden justificar su debilidad y dejadez en una falsa prudencia, causando un gran daño a su legitimidad y autoridad. Y lo que es peor…acercándonos a una situación muy peligrosa, en la que por temor a las consecuencias negativas se tolera cualquier comportamiento por ilegal que este sea.

¿Por qué necesariamente  una intervención de las fuerzas de seguridad tendría que acabar en un acto de derramamiento de sangre? Llamar al orden no implica bajo ninguna circunstancia represión ni violencia…pero sí requiere preparación, y capacitación y control…y decisión.

¿Entonces vamos a justificar cualquier comportamiento por miedo a qué se desborde la situación? ¿Es en serio? El estado impedido para actuar y restablecer el orden, ¿y los ciudadanos dónde quedamos frente a quien decide romper el orden público?... ¿Y nuestra seguridad y tranquilidad?…¿nuestro patrimonio?

 La “autoridad” encargada de la seguridad no tiene facultades discrecionales para evaluar la inaplicación de la ley, mucho menos para valorar las intenciones de quienes la quebranten…tiene obligación de aplicarla, garantizando de esa manera el orden social.

Decidir cuándo sí y cuándo no, es un parámetro de justicia selectiva que lleva al sostenimiento de un estado permanente de injusticia  y de desorden…es continuar en el laberinto interminable de la impunidad y del debilitamiento institucional…es no haber empezado a poner los cimientos, retroceder en el proceso de la reconstrucción..

Este estado y este país no cambiarán jamás si el paradigma pseudodemocrático de considerar que la aplicación de la ley implica represión o sangre no cambia. De nada servirán nuevas leyes ni las mejores intenciones  políticas sino logramos perder el miedo a su aplicación y vigencia.


Resultaría muy interesante –además de ser parte de su razón de existir- que la Comisión Estatal de los Derechos Humanos se pronunciara sobre el fondo del asunto que tiene que ver con el tema de la obligación del estado de brindar seguridad a sus ciudadanos y de sus posibles omisiones…existen ya varias quejas en ese sentido…¿Sería mucho pedir?


lunes, 3 de noviembre de 2014

“ENTRE LA TRAGEDIA Y EL DRAMA”



“ENTRE LA TRAGEDIA Y EL DRAMA”

Estoy convencido –como lo manifestado en este mismo medio- que lo mejor para Michoacán está por venir. No sé si ya habremos pasado lo peor o incluso si ya habremos tocado fondo…

Lo que sé, es que nos encontramos sin duda en un momento en que existen tantas imágenes de Michoacán y de México como partidos, políticos, grupos, sindicatos, intereses o similares y conexos existan. Un momento en el que de manera aguda se distinguen diferencias esenciales entre la cosmovisión de la clase política y la del resto de los mortales. Instante en el que reconocemos que algo está quebrado, ausente…roto. En el que los puentes de comunicación y el diálogo con el otro se tornan borrosos, cuando no irreconciliables. Disociación entre clase política y sociedad, entre desinterés y voluntaria ceguera… entre las instituciones y nuestras expectativas y proyectos personales.

¿Drama o tragedia?…pérdida o ausencia de vínculos en el tiempo y en el tejido social y político que constituye la base de cualquier pueblo…maestros, normalistas, deuda, inseguridad, corrupción…atraso. Sistema autorreferencial que se convierte en un escenario que por momentos cobra mayor importancia que el drama que en él se puede representar.
Al no haber continuidad ni lugares con historia y sentido propios, se debilita el sentimiento de pertenencia a un historia y el vínculo con un futuro posible…”un futuro que me interpele y dinamice en el presente”.

Ante este panorama de desencanto más o menos generalizado, la historia se nos presenta como el escenario donde transcurre el drama humano. Drama sin libreto y sin garantía de éxito en el que difícilmente puede apostarse a esperar y creer…

Es un momento crucial… de definiciones que nos implican personalmente y como comunidad. En la que se nos presenta el reto de seguir con una actitud –a mi juicio estéril- de considerar que hacemos “lo que se puede hacer”. Actuando en la línea de los acontecimientos, tendencias y sucesos… de lo coyuntural. Reaccionando…sobreviviendo. Posición comodina y de justificación desde la que se critica, pero no se analiza críticamente… o pasar a una que implique discernir…partiendo de una lectura objetiva de los acontecimientos que permita reorientarlos y canalizarlos de manera ética a contestar preguntas del tipo: ¿qué es lo bueno?, ¿qué deseamos?  o a ¿dónde queremos ir?

No debemos dejar pasar la oportunidad de generar nuevos paradigmas…de superar nuestro anclaje al pasado…de vencer el pragmatismo que confiado absolutamente en la política del consenso, atiende lo coyuntural dejando de lado las soluciones integrales que Michoacán reclama…de mostrar una nueva actitud ante el desafío. Si no recuperamos hoy la noción de verdad, de un proyecto compartido…dialogado, respetado, caracterizado por una búsqueda sensata de los mejores medios para alcanzar los fines más deseables (para todos y cada uno), queda sólo la ley del más fuerte…la ley de la selva.

Es momento de reconocer nuestro vínculo social…el aceptar que los michoacanos compartimos destino…que somos hoy una generación de transición que necesita de las anteriores y que se debe a las que nos seguirán. Entendernos como continuadores de las tareas de otros que ya dieron lo suyo…como constructores de una casa para lo que vengan después, y eso nos compromete a preguntarnos qué tipo de sociedad queremos ser, a reasumir con creatividad el protagonismo al que nunca debimos renunciar y a recuperar completamente la esperanza en Michoacán…esperanza que nada tiene que ver con facilismo ni pusilanimidad, sino con dar lo mejor de nosotros mismos en la tarea de reconstruir lo común, lo que nos hace un pueblo. Evidentemente el cambio es cultural, sin embargo una cultura sin arraigo y sin unidad no se sostendrá.


¿Drama o tragedia?...En la tragedia el destino siempre arrastra al desastre sin contemplaciones, y todo intento por enfrentarlo no hace más que empeorar el final imperdonable. En cambio en el drama, el bien y el mal, el triunfo y la derrota son siempre alternativas posibles…El drama del Michoacán de hoy nos sitúa en una encrucijada, quizá angustiante, ¡sí!,  en la que podemos –y debemos- reconocer la invitación y el reto que esta crisis nos lanza para el cambio y la acción.


martes, 28 de octubre de 2014

“ENCARAR EL CONFLICTO: MICHOACANOS DE HOY”



“ENCARAR EL CONFLICTO: MICHOACANOS DE HOY”

  Ante la convulsa situación del estado surge inevitable la pregunta sobre qué hacer o cómo colaborar para superarla desde el personal punto de influencia. Al respecto valdría la pena preguntarse  con valentía si esta crisis por la que atravesamos tiene algo de positivo y si la realidad de Michoacán sería lo que es, si nosotros fuéramos lo que debiéramos ser.

Se trata de un planteamiento que pretende dejar atrás la pasividad o el conformismo ante la muy adversa situación que hoy nos ha tocado vivir. Sin duda la valía y la madurez ciudadanas se verán reflejadas en la respuesta y la actitud que adoptemos frente a los acontecimientos, por complicados que estos sean.

Hemos hablado en anteriores entregas sobre la importancia de la vigencia y aplicación irrestricta de las leyes… sin embargo este aspecto –aunque necesario- solo hace referencia al piso mínimo del cual debemos partir si aspiramos a un orden social básico…la legalidad tiene límites, debemos aspirar a más…¿y después qué?...llegar al fondo y al origen de los problemas que nos aquejan, que en el caso de Michoacán tienen su base en una tremenda injusticia social ocasionada por sus milenarias afrentas.

Es necesario encarar la realidad y atender nuestras problemáticas desde la igualdad…desde el convencimiento…desde la postura del otro… aprendiendo a respetar al que piensa distinto –sin transigir-. No es suficiente paliar los males a base de dinero o de prebendas (llámense apoyos o programas social, minutas, etc.) o de negociaciones y concesiones tremendamente injustas…se requiere la implicación personal y la real preocupación por el otro… un auténtico esfuerzo por entender a los demás…pero siempre partiendo de ese principio de respecto básico.

Más allá de conflictos de legalidad -que son la punta visible del iceberg-, se encuentran historias personales, testimonios de vida y de lucha que deben ser atendidos. Michoacán refleja en la mirada de su gente una tristeza y un miedo profundos…fruto del abuso y utilización del que han sido objeto. Detrás de la sangre caliente y del carácter fuerte y decidido de los michoacanos se encuentra una esperanza implacable que reclama respeto y atención... que exige el reconocimiento de una dignidad y la atención integral de aquello que hace libre y más grande al hombre, no solo de lo urgente o inmediato.

Y eso no lo han entendido ni lo entienden las autoridades que siguen <apagando fuegos> pero dejando residuos para un nuevo desastre……manteniendo vivo al enfermo sin otorgarle el tratamiento que le daría dignidad… postergando para que atienda el que venga…o al menos, errando la estrategia al querer corregir los efectos y no las causas…o es qué el sindicalismo o el magisterio abusivo, o los conflictos con los normalistas, o el narcotráfico, empezaron ayer?

Es imperativo trabajar para corregir las injusticias de nuestro estado, pero centrando los esfuerzos en que los michoacanos seamos mejores personas, que los medios utilizados permitan que crezcamos en humanidad…que entendamos nuestra dignidad. Es cierto que esto no es responsabilidad del estado, pues evidentemente lo trasciende-…es un compromiso de todos. No podemos permanecer al margen.

Y hoy lo reitero, estoy convencido de que se requiere aplicar sentido y acción a esa disconformidad ciudadana…y eso bajo ninguna circunstancia supone una actitud idealista o <dulzona>…estamos llamados a buscar hacer realidad las ideas y sueños de los michoacanos, buscar un auténtico cambio social positivo…a escribir la historia. No hablar tanto, ¡hacerlo! Esto conlleva compromiso social y político en una época agitada, que más allá de tragedias, presenta grandes oportunidades.

Te dejo una frase de Federico Ozanam que hoy me ha golpeado: “No reneguemos del siglo en el que nos ha tocado vivir. La misión hoy en la sociedad es bien grave e importante…me alegro de haber nacido en una época en la que quizá tenga que hacer mucho bien”.


Hoy la realidad interpela y al mismo tiempo… nos desafía a asumir con carácter, la responsabilidad que como <michoacanos de hoy> tenemos.


"QUERER CAMBIAR: POR LA RAZÓN O LA FUERZA"



"QUERER CAMBIAR: POR LA RAZÓN O LA FUERZA"

Cierto que la distancia ofrece perspectiva. Analizar la propia realidad a los ojos del otro permite el contraste. Comparar...cuestionar, valorar  ...en última instancia siempre interpela. A irse o a quedarse, esta última opción siempre con cargas de nuevos bríos, con la ilusión y la esperanza de que las cosas pueden cambiar. Pero esa esperanza no es eterna, tiene necesidad de verse materializada pronto al menos en cambios graduales que aseguren que se avanza.

En Chile lo han entendido bien. El lema de su escudo nacional así lo atestigua "por la razón o la fuerza"...una sociedad que ha prosperado y ha avanzado en su consolidación en base a un código de honor y de respeto a la ley...primacía del derecho...siempre la razón primero...luego, sólo su restablecimiento por la fuerza...en segundo lugar, pero con legitimidad y decisión...por el bien de la colectividad.

En verdad que lo que pasa en Michoacán es delicado, no podemos tolerarlo ni justificarlo, ese sistema de ataque del pueblo contra sí mismo debe movernos.

Sin orden no avanzaremos jamás. El paradigma no puede ser otro que reconocer que tenemos la oportunidad - y la responsabilidad- de construir el estado y la ciudad que queremos y que el límite de actuación de todos debe ser la ley y la consolidación de un auténtico estado de derecho.

Cambiar implica querer cambiar. Hoy no estoy tan seguro de que todos queramos cambiar, ni por la razón ni por la fuerza, más aún si quien está legitimado para usarla renuncia a ella para restablecer el orden mínimo.

Así cualquier intención de cambio se ve seriamente desincentivada.


* El autor es abogado y consejero ciudadano de la CEDH.


lunes, 13 de octubre de 2014

“ESTO NO ES NORMAL”


“ESTO NO ES NORMAL”

Ante los trágicos acontecimientos que han cimbrado al  país se percibe un ambiente de desesperanza que comienza a  generalizarse. Un tufillo de pesimismo que se refleja en mucha inseguridad –personal y colectiva- y en cierta resignación tácita ante una situación que francamente parece rebasarnos. Que exaspera y desilusiona…que amarga.

Esto que vemos no es normal, ni debe serlo. No era normal ayer, no lo quiero para los míos, ni para mi generación…no debe ser normal mañana. ¿Qué estamos haciendo para que así sea? ¿Cuándo nos rompimos y nos quebramos?...

Se pierde la capacidad de asombro…sin embargo esa es la realidad…México y Michoacán se desvanecen y se caen en pedazos ante nuestro ojos…y nos acostumbramos y nos acomodamos…y  mutamos…y generamos sistemas, políticas…decisiones… que justifican nuestro fracaso como sociedad.

No puede ser que el nivel del debate y de la discusión pública sea definir a qué cártel pertenece un gobernador u otro. Conformarnos a no evaluar virtudes y capacidades de los que serán nuestras autoridades, sino limitarnos a saber que no son mafia en activo. No, eso no es normal…mucho menos que nuestro país esté lleno de muerte y corrupción…que esos sean los contenidos de nuestras conversaciones, el ambiente natural  en que transcurre nuestra vida. ¿Qué le contestamos a nuestros hijos sobre lo que hoy sucede? ¿Cómo justificamos nuestra inacción? El tiempo actual nos interpela…mañana las siguientes generaciones, la propia historia y  la vida misma,  juzgarán nuestra respuesta.

Debemos entender que no basta la técnica, ni la sola búsqueda de la justicia social, eso no puede sustituir la responsabilidad personal…se requiere de un auténtico cambio cultural, un nuevo  paradigma…un cambio que permita conservar la identidad de que lo que queremos ser a pesar de las adversidades…y eso nadie lo hará por nosotros…depende enteramente de cada mexicano, de cada michoacano.


 Animarse a cambiar lo que hoy parece normal, además de una gran dosis de creatividad, supone fuerza, claridad y  mucha valentía… ser fermentos y solo eso… Hoy es deber y derecho de todos, pues la realidad nos trasciende y nos recuerda que no son solo nuestros, sino que como sociedad se nos han confiado para ejercitarlos. No podemos defraudarnos a nosotros mismos, definitivamente esto no es normal.


martes, 7 de octubre de 2014

“NUESTROS SUEÑOS NO CABEN EN LAS URNAS”




“NUESTROS SUEÑOS NO CABEN EN LAS URNAS”

Hace algún tiempo tuve la oportunidad de recorrer las instalaciones de Ciudad Universitaria. Debo reconocer que fue una visita muy agradable que me permitió respirar de nuevo el ambiente auténticamente universitario…de entre la cantidad de frases  y consignas que <ambientan> los muros y que dan cuenta de la pluralidad y la riqueza del pensamiento nicolaita, me topé con una que me golpeó e impresionó profundamente: “nuestros sueños no caben en las urnas”. La frase es gráficamente demoledora por sí misma.  Está llena de contenido…es el más fiel reclamo de que el sistema político nos ha quedado a deber. Indagando un poco sobre su origen, descubro que se trata de un slogan de una campaña de grupos anarquistas en España y en otras partes de Europa. Es una frase de batalla que hace referencia no a un anarquismo irracional y absoluto, sino que en el fondo prevé cierta esencia de respeto a las instituciones. Me da la idea de una frase de protesta de cualquier ciudadano demócrata frente a un régimen político que no da para más.

Ante los constantes escándalos y demostraciones pendencieras y vulgares de nuestros <representantes>, ante la complicada situación de Michoacán… bien vale gritar  ¡“nuestro sueños no caben en las urnas”!….

No nos acostumbramos a una visión reduccionista de la política. La labor política es mucho más que el tema electoral, va mucho más allá de la consecución y otorgamiento de un voto en un sistema rígido y fácilmente manipulable.

Los políticos tienen el deber de darse cuenta y reconocer la importancia de su labor en la función de gobierno, del compromiso y responsabilidad que viene aparejada a su ejercicio, de que su quehacer u omisión impacta crucialmente en la vida de muchas personas. De que los sueños de muchos están en sus manos y en sus decisiones.  Falta visión… ¿no se dan cuenta de que la gente ya no cree en esos discursos vacíos,  inundados de frases prefabricadas y  llenas de mercadotecnia, slogans, fotos y entrevistas preconcebidas?... Queremos hechos, acuerdos, honradez, coraje, espíritu de servicio… ejemplos de vida…congruencia, en última instancia reclamamos auténtica autoridad.

Es necesario dar el salto del ejercicio del poder al ejercicio de la autoridad… y eso de ninguna manera y bajo ningún supuesto se gana  en las urnas. Se gana en el día a día de la vida de cualquier persona, se gana a base de esfuerzo y verticalidad…de congruencia. Es por ello que cada vez más los partidos recurren a los ciudadanos para reclutar líderes y cuadros que tengan la legitimidad y autoridad que ellos han perdido.

Requerimos –y debemos exigir-que tengan una visión de altura, de nivel… En términos generales -con sus destacadas excepciones- tenemos una clase política de “medio pelo”, “acorrientada”, inculta… Es la política una trinchera que los ciudadanos estamos abandonando, y me parece que es un error. El objetivo debe ser recobrarla y dotarla de nuevos bríos, darle nuevos horizontes más amplios…más sinceros. Debemos recobrar su nobleza y su valía.

Ante la tentación de los políticos de invadir los espacios ciudadanos con el formalismo, <acartonamiento>, doblez y en muchos casos cinismo, se hace necesario que los ciudadanos nos empapemos un poquito de esa picardía anarquista, que muy en el fondo tiene cierta parte de razón y que nos da una importante lección recordándonos que es necesario luchar para lograr los objetivos. Evidentemente me refiero a esa lucha intelectual, cívica… netamente ciudadana, que será la única que permita equilibrar el fiel de la balanza. ¿Cómo queremos cambiar las cosas si los ciudadanos nos escondemos en las “catacumbas” cívicas, si renunciamos al ejercicio y defensa de nuestros derechos más básicos?


Es verdad, nuestros sueños no caben en las urnas, busquémoslos y alcancémoslos en otro lado, en donde realmente se encuentran. Como ciudadanos pongamos el ejemplo, seamos exigentes y pongamos la marca muy alto… exijamos congruencia por parte de nuestra vilipendiada clase política y arrebatemos el liderazgo que nuestra realidad reclama.